

En la serie «Detrás de los mejores», hablamos con las personas más cercanas a algunos de nuestros mejores atletas para brindar una mirada exclusiva a su historia y carácter. Hemos entrevistado a la madre de la traitleta checa Petra Kuříková para que nos cuente cómo creció su hija, cómo se siente al verla competir hoy en día y para que nos envíe también las fotos de su infancia que no nos queremos perder.
Como muchos deportistas de On, Petra Kuříková procede de una familia muy activa. Su madre, Eva (en el extremo izquierdo de la foto de abajo), también fue atleta, centrándose en el sprint, y su hermana también (segunda por la derecha abajo). Y, como puedes ver, incluso han competido juntas en el mismo equipo.
Petra acaba de cumplir su objetivo vital de clasificarse para Tokio, por ello le hicimos a su madre algunas preguntas sobre cómo era ella de pequeña. Sigue para leer la entrevista.
Petra era una niña alegre, con mucha imaginación y que siempre quería ayudar a los demás. Si no era la mejor en algo, ponía una gran fuerza de voluntad y ganas de mejorar. Siempre quiso correr, ganar y hacer algo por sí misma.
Está representando a su país en el escenario más grande del mundo. ¿Qué se siente al ver sus sueños hacerse realidad?
Cuando la veo competir me convierto en esa madre orgullosa con la piel de gallina y las manos sudadas. Me pongo nerviosa y se me acelera el corazón. Solo me siento aliviada cuando cruza la línea de meta. Me da igual el puesto que consiga, solo espero que esté satisfecha con su rendimiento.
Al verla competir en Tokio, estaba muy, muy nerviosa. Se me daban bien las carreras de natación y de atletismo cuando era más joven, pero ¿el triatlón? El agua es muy complicada y en la bici puede pasar cualquier cosa. Yo solo disfruto de la parte de la carrera.
Me pongo nerviosa pero me hace muy feliz. Ha conseguido uno de sus objetivos. No ha sido fácil, pero con diligencia, perseverancia y humildad, lo ha conseguido.
Sinceramente, nunca lo he pensado. Es fuerte, está en buena forma física y siempre le ha gustado correr y ganar. Prefiero ayudarle mentalmente; darle fuerza, combatividad y ayudarle a no tener preocupaciones. Lo más importante para mí es que lo disfrute y que quiera hacerlo.
No lo pensaba de esa manera. Pero cuando Petra tenía seis años, ella y su hermana solían venir a correr conmigo una vez a la semana. Corríamos los primeros kilómetros despacio, pero en los últimos 100 metros siempre íbamos a tope.
Petra era la más joven y, por tanto, también empezó siendo la más lenta. Pero pronto empezó a superar a su hermana y luego, cuando empezó a ganarme a mí también -yo era velocista-, quedó claro que tenía algo especial.
La gente solía decir que la «pequeña Kuříkova no era gran cosa: su hermana corría bien pero ella no». Obviamente eso no le gustaba. Rápidamente alcanzó a su hermana y la superó.