Dominic Lokinyomo Lobalu: Detrás de un sueño
El atleta de On, corredor de élite y refugiado, encuentra un hogar en Suiza y un santuario en el running, además de perseguir sus sueños deportivos en la escena internacional.
Texto de Laura Markwardt. Fotografía de Simon Almers.
Puedes ver el corto documental sobre Lokinyomo Lobalu, A Home to Run, arriba. Este vídeo forma parte de la serie Dream Together. Descubre otras historias y mucho más en on.com/dreamtogether.
“Cuando me pongo las zapatillas para correr, siempre pienso en una cosa: ¿cómo va a acabar mi historia?”, confiesa Dominic Lokinyomo Lobalu. Con solo 25 años, la vida de este corredor es un tapiz de historias plagado de clímax, récords y metas por alcanzar.
Lobalu nació en Sudán del Sur. Tan solo tenía nueve años cuando perdió a sus padres por la guerra civil, pero logró escapar del conflicto huyendo hasta Kakuma (Kenia), justo al otro lado de la frontera.
Lobalu habla de sus primeros años como corredor. “Empecé a correr cuando cuidaba de los animales. Cada vez que estos entraban en las tierras de otra persona, los pastores me perseguían”, comenta. Hoy, Lobalu persigue cada oportunidad en la pista: “Cuantas más oportunidades de correr en la escena internacional tenga, más posibilidades veo”.
A los 15 años, Lobalu empezó a correr para el Equipo de Atletas Refugiados en Kenia. En 2019, tras una carrera en Ginebra, pidió asilo en Suiza. El proceso fue lento, pero Lobalu siguió entrenando mientras luchaba para que lo reconocieran como competidor oficial y para obtener la ciudadanía suiza.
“Cuantas más oportunidades de correr tenga, más posibilidades veo”.
Gracias a una victoria que le cambió la vida en la Diamond League de Estocolmo (3000 metros) en 2022, Lobalu se convirtió en un campeón de talla internacional. Tras el disparo de salida, el comentarista remarcó el ritmo establecido por Lobalu para no sobrepasar la marca de 7:30:00 y lo definió como “un objetivo algo ambicioso”.
Fiel a su estilo, Lobalu acabó superando todas las expectativas: se hizo con la victoria con un impresionante tiempo de 7:29:48, el más rápido del mundo ese año. Lobalu llevaba la camiseta de On, pero era un apátrida que corría con las letras ART (las siglas en inglés del equipo de refugiados) junto a su nombre.
Cuando le preguntan por ese momento, Lobalu no se regodea en él: “Me encantaría volver a repetirlo algún día, pero siempre trato de concentrarme en la próxima carrera”.
Lobalu lleva cinco años viviendo en Suiza y entrenando con su mentor, Markus Hagmann: “Me siento en casa”, dice. En septiembre de 2023, World Athletics aprobó el cambio de nación de Lobalu, lo cual le permitió optar a récords suizos y europeos. Sin embargo, también decretó un periodo de espera de tres años hasta poder adquirir el derecho a competir como atleta suizo en campeonatos internacionales.
Desde esa nueva línea de salida, Lobalu volvió a mostrar el alcance de su ambición: antes de que acabara el año, igualó los récords europeos de asfalto en 5000 metros (13:12 en Barcelona) y 10 000 metros (27:13 en Valencia). En febrero de 2024, Lobalu dominó los 3000 metros en los Campeonatos de Suiza en Pista Cubierta, haciéndose con su primer título nacional con un tiempo de 7:50:24 minutos y sacándole una vuelta a la mayoría de sus contrincantes.
Las barreras burocráticas forman parte de la historia de Lobalu. Superar las adversidades mediante el trabajo duro y una voluntad de hierro, también. “Hay que confiar en el proceso y no perder nunca la esperanza —reflexiona—. Incluso cuando sufres contratiempos, estos te hacen más fuerte”.
Un estoicismo de combustión lenta y una voluntad inquebrantable de mantener esta buena racha definen el enfoque elegante y resuelto de Lobalu para llegar a la cumbre. Es muy consciente de que la carrera de un atleta es corta y de que ahora es el momento de brillar. “Llevo lo de correr en la sangre —afirma—. Yo llegué aquí como atleta; siempre digo que el tiempo corre en mi contra”.
Podría decirse que el hecho de que Lobalu sienta que el tiempo se agota cuando está en movimiento no es más que justicia poética. Nada de números, solo una sincronización de cuerpo y mente: “Cuando participas en una carrera, hay que dejar atrás el reloj. Yo uso mi corazón y mis sensaciones, puedo controlar mi cuerpo partiendo de eso”, afirma.
“Cuando participas en una carrera, hay que dejar atrás el reloj”.
Ese estilo sin límites fue lo primero en lo que reparó Markus Hagmann, entrenador y mentor de Lobalu, cuando se conocieron. “La forma en la que apoyaba el pie era como volar sobre la pista —explica este—. Tiene algo especial. El deporte es algo que conecta a las personas… Hay un equipo detrás de él que dice, ‘Vale, quiere correr y nosotros vamos a hacerlo posible’”.
De Hagmann, Lobalu dice lo siguiente: “Siempre está ahí cuando lo necesito”. También tiene palabras de agradecimiento para “el equipo que me lleva ayudando desde que llegué a Suiza hace cinco años. Todos me ayudan en un área concreta; yo lo llamo el ‘Team Dominic’. Entre todos me cuidan y me aportan la tranquilidad que necesito para poder centrarme únicamente en correr”.
Cuando hablamos en marzo de 2024, Lobalu acababa de volver de un campo de entrenamiento en Sudáfrica con parte del equipo del On Athletic Club (OAC) Europe. Este viaje fue organizado entre Hagmann y el entrenador titular del OAC Europe , Thomas Dreissigacker. “Entrenar juntos es más divertido, tanto en la pista como fuera de ella —señala—. Tuve grandes sesiones con ellos, sobre todo con Tom Elmer y George Mills”.
Correr con el OAC le ofrece una buena perspectiva de cómo se organizan otros atletas de élite sus bloques de entrenamiento en pretemporada: “Supuestamente, la idea de entrenar con especialistas en media distancia era hacerme más rápido, pero nunca he corrido tantos kilómetros. Ahora entiendo cómo y por qué corren 200 kilómetros a la semana. Entrenar con George, por ejemplo, es más fácil que hacerlo solo. Me gusta su mentalidad: entrena duro, gana fácil. Eso es algo que los dos tenemos en común”.
El crecimiento de Lobalu gracias a un ecosistema de relaciones sólidas le ha acercado más a sus contemporáneos, pero también a su objetivo final: llegar a lo más alto de la élite con medallas que lo demuestren.
En mayo de 2024, el periodo de espera de tres años de Lobalu fue revisado por Swiss Athletics, y fue entonces cuando recibió la camiseta de la selección nacional. Esta fue la luz verde que necesitaba para correr por Suiza en el Campeonato Europeo que tuvo lugar en el mes de junio.
La actuación de Lobalu en Roma (ganó en los 10 000 metros con un tiempo de 28:00:32) lo convirtió en el primer refugiado de la historia en hacerse con el oro en una competición europea. “Quería ganar por toda la comunidad”, dice Lobalu.
Esa victoria también le ayudó a poder competir este verano de 2024 en la escena internacional como atleta suizo.
“Pienso perseguir mi sueño hasta ganar”, dice Lobalu. A principios de julio, consiguió su oportunidad: obtuvo el permiso oficial para correr al más alto nivel para el Equipo Olímpico de Atletas Refugiados, culminando así un sueño.
El corredor suizo de media distancia Tom Elmer, compañero de entrenamientos, admirador y amigo, lo considera “uno de los mejores corredores que existen en el mundo”. La oportunidad de alcanzar todo tu potencial, en cualquier disciplina, no debería verse frenada por nadie. El “Team Dominic” sigue apoyando la carrera de Lobalu más allá de los límites de lo posible.
“Pienso perseguir mi sueño hasta ganar”.
¿Alguna vez piensa Lobalu en las nuevas generaciones de atletas con grandes esperanzas que deben enfrentarse a todo tipo de adversidades para alcanzar sus metas? “Siempre hay retos —dice—, pero estos te ayudan a superarte a ti mismo: aprendes de tus errores y mejoras para la próxima. Las nuevas generaciones tendrán mejores zapatillas y correrán más rápido. Mi consejo: no dormirse en los laureles pensando que la tecnología te ayudará a cumplir tus sueños, porque el 95 por ciento del éxito depende de estar centrado y trabajar duro”.
“Hay que confiar en el proceso y no perder nunca la esperanza”.
Al igual que el estilo transcendente de Lobalu, su dedicación y confianza en sí mismo impulsan sus mejores momentos, que están aún por llegar “si comparamos la vida de la que vine con esta. Creo que todo es posible”, señala. ¿Qué consejo le habría dado a un Lobalu más joven en aquella frontera (aquella línea de salida) hace unos años? “Que se centrara y creyera en lo que estaba haciendo. Y también que todo lleva su tiempo”. Da igual ser un atleta de élite o un aficionado: en cierto modo, todos nos pasamos la vida tratando de ganar al reloj. Lobalu corre para dejar el tiempo atrás: “Soy libre, y sigo luchando por conseguirlo”, dice.
Una carrera contra el tiempo, la búsqueda de la libertad, un lugar al que llamar hogar: los giros cinemáticos de la vida de Lobalu pueden llegar a idealizarse, pero para su protagonista, lo que hay en juego es muy real. Él siempre mira hacia adelante: “Me encanta correr —dice—. Quiero que mi legado sea poder contar a las generaciones que aún no han nacido que hubo alguien [como yo] que luchó por la victoria”.
Ahora que el sueño de ganar una medalla olímpica está a su alcance, está preparado para perseguirlo en la recta final de los Juegos: “En el fondo, sé que soy lo bastante bueno”.