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Alicia Monson quiere demostrar de lo que es capaz

La corredora de élite estadounidense Alicia Monson ganó varios títulos de Big Ten en la universidad y hoy sigue cosechando éxitos en el On Athletics Club (OAC). Para ella, 2024 es un año olímpico en el que todo es posible.

Texto de Laura Markwardt. Fotografía de Colin Wong.


Situado a 1655 metros sobre el nivel del mar, Boulder (Colorado) es un auténtico paraíso para atletas dispuestos a aprovechar las ventajas del entrenamiento en altura para mejorar la resistencia. Por no hablar de la belleza del paisaje. Enclavada a los pies de las Montañas Rocosas, esta ciudad ofrece una combinación ideal de horizontes infinitos y un ambiente metropolitano de lo más creativo. 


“Me encanta entrenar aquí en el otoño —asegura la plusmarquista de larga distancia Alicia Monson—. En vez de pasarme el día entero en la pista, puedo salir a correr por los senderos”. 


Para esta atleta de élite, la sede del entrenamiento en altura del On Athletics Club es un sitio fantástico para perfeccionar sus capacidades.


Cuando hablé con ella, Monson se estaba preparando para la edición 116 de los Millrose Games de Nueva York: el primer evento de lo que promete ser una temporada crucial.


“En otoño, el tope de mi carga de entrenamiento base son 157 km a la semana—me cuenta Monson—. Me gusta acercarme mucho a los 160 km sin llegar a hacerlos”.  


El running de competición premia la consistencia, y esta va de la mano de la moderación. Esto significa recuperarse bien para poder seguir corriendo al día siguiente y gozar de buena salud en los meses y años venideros. Aunque el ascenso de Monson parece imparable, la atleta se asegura de planificar su entrenamiento para no dejar la batería a cero, ni física ni anímicamente.


A nivel competitivo, este grado de meticulosidad a la hora de prepararse se traduce en grandes logros. Monson ganó sus primeros 3000 m en los Millrose Games de 2019, cuando aún corría para la Universidad de Wisconsin. Tan solo cuatro años después y en ese mismo escenario, batió un nuevo récord para Norteamérica en pista cubierta (8:25,05), superando su mejor marca personal en más de seis segundos y rebajando su crono de 2019 en veinte segundos.


Y es que cuando Monson se pone el dorsal en una carrera, se olvida de la moderación. “Cada competición es como un lienzo en blanco, una nueva oportunidad de poner a prueba mis límites. Así es como he conseguido progresar. Solo tienes que estar preparada para lo que sea. En serio, es así de sencillo: solo hay que estar preparada”. Cuando suena el pistoletazo de salida, todo es posible. 

“Cada competición es como un lienzo en blanco”.

Ese nivel de deportividad, que tan bien encaja con su actitud de no ponerse límites, es precisamente lo que hace tan emocionante verla competir. En marzo de 2023, completó las 25 vueltas a la pista a un ritmo electrizante y logró el récord de Norteamérica de 10 000 m con un tiempo de 30:03:82. 

Claro que siente el dolor, pero ha aprendido a gestionarlo: “Antes de las carreras, visualizo distintas situaciones. Sé que me va a doler, pero soy capaz de mantener ese ritmo en los entrenamientos, así que lo único que tengo que hacer es seguir y aguantar —explica—. Solo pienso en la vuelta que estoy corriendo en ese momento, intento tranquilizarme y estar presente”. 

En 2024, el formato tradicional de 3000 metros de los Millrose Games ha cambiado a 2 millas (3200 m), pero Monson no parece preocupada. “Va a ser interesante porque llevo desde el instituto sin correr esa distancia”, me cuenta. 

Acostumbrada a correr distancias de 5 y 10 km, tiene capacidad de sobra para aguantar esos 200 m adicionales: “Voy a correr como si fueran 3 km y resistir un poco más al final hasta completar los 200 m restantes. Por suerte, la resistencia es una de mis fortalezas”. 

Esa determinación para resistir, para superarse a sí misma, la impulsa hasta la línea de meta cada vez que compite, incluso cuando sus mecanismos de autoprotección se ven amenazados. 

En la prueba de 10 000 m femeninos de los Trials de 2021 celebrados en Eugene (Oregon), la temperatura en la pista era de 29 ºC. Tras un último tramo intenso y acalorado, Monson acabó en tercera posición poco antes de desmayarse por un golpe de calor e hipertermia. Pero aun así se coló en la clasificación y consiguió el último puesto para los Juegos Olímpicos de Tokio, pospuestos hasta 2021. 

La actitud de Monson suele ser bastante pragmática: “Tenía que haber entrenado más a altas temperaturas antes de aquella prueba. En algunas carreras me ha ido bien y en otras no, pero de todas he aprendido algo”.

“En algunas carreras me ha ido bien y en otras no, pero de todas he aprendido algo”.

Como se suele decir, a veces se gana y a veces se aprende, y Monson está siempre tratando de llegar a su máximo nivel competitivo. “Han dicho que se espera otro año muy caluroso, así que estoy segura de que el equipo entrenará para correr a altas temperaturas antes de Paris 2024".

Temperaturas aparte, este verano, en París, hay mucho en juego. Cada prueba es un paso adelante en el viaje de Monson hacia los Juegos (incluida la de 10 000 m en el Campeonato Mundial de Atletismo de Budapest, en agosto de 2023, donde quedó en quinta posición). Y es consciente de lo que hace falta para acabar en el podio: “Cuando acabé quinta en Budapest, no tuve la sensación de haber hecho algo mal, salvo que debía mejorar. Es así de sencillo. Esas carreras me sirven para progresar de cara a este verano; ese es mi objetivo para esta temporada”.

“Solo tienes que estar preparada para lo que sea. En serio, es así de sencillo: solo hay que estar preparada”.

Monson no siente la abrumadora presión de la línea de salida como algo negativo, sino como una oportunidad de explotar su potencial atlético. “En lugar de pensar ‘madre mía, qué ruido, y cuánta gente hay viéndome’, me ayuda cambiar el chip el pensar ‘venga, voy a dar lo mejor de mí y a demostrarles de lo que soy capaz’”. 

Durante sus años de instituto en el Amery High School en Wisconsin, Monson actuaba en musicales, por lo que está acostumbrada a los aplausos. Su capacidad innata para evolucionar desde el entorno controlado de un auditorio —donde los actores recitan un texto aprendido al dedillo— hasta el caótico y reactivo mundo del running competitivo, dice mucho de su actitud. Cada vez que todas las miradas están puestas en ella, Monson ve una oportunidad para brillar. 

“Voy a dar lo mejor de mí y a demostrarles de lo que soy capaz”.

Hoy, Monson elogia a quienes la apoyan dentro y fuera de la pista. Para empezar a su novio, el también corredor Benjamin Eidenschink, con quien tiene un perro al que adora, Burt: “Leí en un artículo de psicología que los perros ayudan a vivir el aquí y ahora. Me mola que haya estudios científicos sobre los beneficios de tener un animal de compañía”, ríe. También menciona a su familia y a sus entrenadores del OAC, Dathan Ritzenhein y Kelsey Quinn

“Uno de los motivos por los que el OAC funciona tan bien es porque Dathan y Kelsey se preocupan de ti como persona. Todos tenemos algo especial. Como atletas y como equipo, queremos mostrar deportividad, pero también divertirnos”.

“Queremos mostrar deportividad, pero también divertirnos”.

Ritzenhein tiene un horario de entrenamiento estratégico que es flexible y permite mejorar como equipo, pero también pasarlo bien. En 2023, la corredora estadounidense de media y larga distancia Josette Norris Andrews se unió al OAC. Su llegada ha ayudado a todo el equipo a forzar sus límites: “Dathan diseña los entrenamientos de Josette para que coincidan con los nuestros el máximo posible. Es genial poder correr con ella. Yo le echo una mano en las series largas y ella me empuja a mí en las series que suben el ritmo al final”.

Para Monson, tener en el equipo a Hellen Obiri, la fondista que ha hecho historia en campeonatos de todo el mundo, también es un regalo. “Hellen fue increíble en pista, y ahora está arrasando en el maratón. Tener tan cerca a alguien a quien admiro me resulta muy inspirador”.

Monson sabe que su afán por darlo todo para intentar batir nuevos récords no sirven de mucho si no existe un equilibrio: “Para entrenar, tienes que ser feliz”, asegura. También sabe que los entrenamientos no son más que un ensayo. El verdadero espectáculo son las carreras. Y cuando el público ruge desde las gradas, Monson responde desde la pista.