

El coreógrafo ganador del premio Tony nos guía a través de su enigmática película, que explora la intersección entre el atletismo y el arte.
¿Cuándo se convierte el movimiento en arte? Justin Peck navega por esta fina línea en Become a Mountain, su nueva película para On. A lo largo de la obra, seis bailarines se mueven con una caprichosa fluidez a través de intrincados pasos, que recuerdan el movimiento de los peatones en las calles de Nueva York. Los movimientos se perciben como algo natural, pero la coreografía es sorprendente. Es este compromiso de inspirar a su público a través del movimiento lo que pone de manifiesto exactamente por qué queríamos trabajar con Justin: un coreógrafo de talla mundial famoso por mezclar la danza clásica con lo cotidiano.
Peck invita a su audiencia a entrar en su rico y expansivo universo, donde redescubre el mundo paso a paso. Fue atleta en su juventud y posee un enfoque único de la coreografía: desde el estudio hasta la pantalla grande, agrega velocidad, fuerza y agilidad. El resultado es un trabajo que impacta y que despierta la imaginación. Become a Mountain, su oda al movimiento y el atletismo, es un testimonio de ello.
La inspiración de Justin para la película fue fortuita: no paraba de ver zapatillas On por Nueva York, y no solo en los pies de los corredores, sino también en los de los trabajadores y los equipos de rodaje. Como artista, podía identificarse en esa versatilidad.
No podemos olvidar el auténtico corazón de esta película: la música. Justin ya había trabajado con el compositor estadounidense Dan Deacon y estaba obsesionado con su pieza, Become a Mountain. Es un compositor clásico, pero dinámico, exactamente el tipo de partitura que te llega al alma.
El camino de Justin hacia el ballet no fue lineal. De pequeño no podía estar quieto, por lo que sus padres encontraron una salida para sus energías: la liga local de fútbol. Esos años jugando al fútbol están también entretejidos en su obra. «Llegué al baile desde el punto de vista de un atleta», dice. «Siempre quise explorar esa delgada línea entre el arte y el atletismo».
Ver al bailarín de claqué Savion Glover actuar en Bring In 'da Noise, Bring In 'da Funk fue lo que motivó a Justin, que en ese momento solo tenía nueve años, a cambiar sus botas de fútbol por un par de zapatos de claqué. Eso le llevó finalmente al New York City Ballet, donde bailó como solista y se adentró en el mundo de la coreografía.
En 2014, Peck fue nombrado coreógrafo residente del New York City Ballet, la segunda persona en ocupar este cargo, siguiendo los pasos del coreógrafo fundador de la compañía, Jerome Robbins. Después llegaron más éxitos: su primer premio Tony por su impresionante trabajo en la tercera reposición en Broadway de Carousel de Rodger y Hammerstein.
Su trabajo en Broadway llamó la atención de Steven Spielberg, quien lo invitó a coreografiar la nueva West Side Story en 2021. Lo que tuvo como resultado críticas entusiastas y el Globo de Oro a la mejor película.
El amor de Peck por el movimiento y Nueva York (vive en esta ciudad desde hace mucho tiempo) se unen en Become a Mountain. Cada uno de los bailarines de la película representa la ciudad, su versatilidad, su diversidad y su estética atlética. La película está protagonizada por una antigua primera bailarina del Miami City Ballet, dos promesas, una solista del New York City Ballet, y una bailarina contemporánea recién graduada en Juilliard.
Al final de Become a Mountain, los artistas se unen, pero todos realizan diferentes pasos. Cada movimiento complementa al otro, creando un caos organizado, un oxímoron que refleja perfectamente la vida en la ciudad de Nueva York. Los pasos son desenfrenados, pero inspiradores, encapsulando el estilo coreográfico de Justin. Cada uno cuenta una historia, o como él explica, «Cuando las palabras fallan, hay algo que se puede sentir y expresar a través del movimiento. Eso es la danza como una forma de arte».