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La escultura de Pamela Rosenkranz en el High Line de Nueva York.

La artista suiza desafía la visión antropocéntrica del mundo con sus obras de arte inspiradas en la filosofía, la ciencia y los fenómenos naturales.

La escultura de Rosenkranz Old Tree en el High Line neoyorquino.

Texto de Milly Burroughs. Fotografía de Marton Perlaki y Timothy Schenck.

“¿Qué significa ser humano? ¿De dónde venimos, a dónde vamos? ¿Cómo podemos forjar una verdadera comunidad en un mundo fragmentado?” Estas son las preguntas que nos plantea la obra artística de Pamela Rosenkranz. 

Nacida en 1979 y afincada en Zúrich, su labor conceptual se centra en explorar el fenómeno de la percepción. Ganadora de la tercera comisión para el High Line Plinth en 2022, Rosenkranz fue seleccionada entre 80 artistas para perforar el horizonte neoyorquino con Old Tree, su escultura de un árbol artificial. Artistas de todo el mundo pueden presentar sus proyectos para conquistar uno de los escasos espacios públicos de la ciudad dedicados al arte contemporáneo. Aquí se levantan ambiciosas obras de arte que se apoderan del paisaje cotidiano, planteando a viandantes, turistas y trabajadores en su ir y venir diario, cuestiones que invitan a la reflexión y que son más más propias de una galería de arte que del espacio público.

Como suele ocurrir con las obras de Rosenkranz, el rojo-rosa de Old Tree, este llamativo árbol monocromático, causa un gran impacto al espectador. “Las zonas con asientos del High Line invitan a los transeúntes a detenerse. Los espacios públicos son un recurso importante y las obras de arte pueden contribuir a protegerlos” explica Rosenkranz. “Mi esperanza es que la responsabilidad común por la tierra, el agua, el aire y, en este caso, el espacio, den lugar a una mayor comprensión y cuidado. El arte puede dar vida a un lugar y convertirse en una invitación al intercambio”. On reconoce la necesidad de este tipo de exploraciones artísticas y apuesta por invertir en el mundo del arte. De ahí su colaboración con Rosenkranz en la feria internacional Art Basel para diseñar una edición limitada de las zapatillas Cloudnova Form, un modelo con un estampado digital creado a partir de los bocetos originales de Rosenkranz para Old Tree.

Tras obtener un máster en la Escuela de Bellas Artes de Berna, en Suiza, en 2005 Rosenkranz terminó sus estudios de Literatura Comparada de la Universidad de Zúrich. Más tarde participó en el programa de residencia artística de la prestigiosa Rijksakademie en Ámsterdam (Países Bajos), que finalizó en 2012.

El enfoque artístico de Rosenkranz se sitúa en el contexto del realismo especulativo, una corriente filosófica opuesta al pensamiento antropocéntrico que mantiene que los humanos son más importantes que la tierra y los animales. Ha colaborado con dos de los pensadores más representativos de este movimiento, el filósofo iraní Reza Negarestani y el londinense Robin Mackay, cuyos textos figuran en el catálogo monográfico de Rosenkranz de 2012 No Core.

El lenguaje artístico de Rosenkranz incluye elementos procedentes de la filosofía, la ciencia, la cultura popular y la mitología. En el contexto de un mundo adicto a la autocontemplación, no es de extrañar que su labor de introspección social haya captado la atención de académicos y críticos culturales. En 2015, Rosenkranz fue seleccionada para representar a Suiza en la 56ª Bienal de Venecia. Su diseño del pabellón suizo, Our Product, enfrentó al público a una visión de la humanidad como un objeto singular, descentralizado y reducido a su forma más homogénea. Embelleciendo un tema provocador con una estética deslumbrante, aunque impersonal, la artista llenó el pabellón de un líquido monocromo que simbolizaba la representación abstracta de un único tono de piel.

Su obra Old Tree crea una yuxtaposición entre el ritmo frenético de la ciudad y la humildad impasible del crecimiento de un árbol. Aunque la luminosidad del color rojo-rosa de esta instalación artística atrapa la atención, algunas de las obras más conocidas de Rosenkranz se caracterizan por sus llamativos tonos azules, en clara referencia al trabajo del artista francés Yves Klein. Su videoinstalación de 2011,The Death of Yves Klein; pinturas de la serie de 2015 My Yves Klein Blue (Approaching); Blue Runs de 2016; e instalaciones luminosas como Alien Culture, expuesta en la GAMeC de Bérgamo en 2017, se centran en la temprana formación evolutiva y biológica de los receptores del azul en el ojo humano. Más recientemente, su exposición de 2023 Alien Blue, actualmente en la galería Sprüth Magers de Berlín, llama la atención sobre los efectos nocivos para nuestros ritmos circadianos de la luz azul emitida por los dispositivos electrónicos que dominan nuestra vida diaria.

Además de su fascinación por Klein, Rosenkranz destaca a la artista franco-estadounidense Louise Bourgeois como una importante fuerza creativa en su vida y recuerda un encuentro personal en la casa de la artista en Nueva York. Conocer a esta célebre autora de esculturas e instalaciones dejó una huella profunda en Rosenkranz y en su sentido de sí misma. 

“Conocí a Louise Bourgeois cuando vivía en Nueva York y aún no había cumplido treinta años. Trabajaba en su casa de Chelsea y estaba afectada por episodios de insomnio agudo. Miraba mi libro de bocetos de la escuela de arte mientras hacía equilibrios con dos bolas de cerámica trenzada entre las manos, para demostrarme cómo todo está entrelazado. Me dijo que parecía muy segura de mí misma, algo que no me parecía cierto en aquel momento, y me aconsejó que dejara de tomarme tan en serio. Su gran humanidad y enorme fuerza poética fueron una gran inspiración para mí”.

Algunos de los temas explorados por Bourgeois, como la vida doméstica, la familia, la sexualidad, el cuerpo, la muerte o el inconsciente abordan la naturaleza inmensa y desbocada de las emociones humanas; mientras que uno de los ejes principales de la obra de Rosenkranz es la investigación de las reacciones neurológicas y fenómenos psicotrópicos (indicadores del comportamiento que señalan cambios en el bienestar y la función social) que causan un impacto en nuestras percepciones. En 2014, para la creación de su obra Sexual Power (Viagra Paintings), la artista consumió intencionalmente el medicamento para la disfunción eréctil del mismo nombre y pintó unos grandes paneles de aluminio que el profesor Simon Baier ha descrito como “dobles del antropomorfismo” [atribuir características humanas a animales u objetos].

Gran parte de los trabajos de Rosenkranz pueden interpretarse como una serie de observaciones sobre el antropomorfismo y nuestros intentos de domesticar la naturaleza. En la serie de obras Firm Beings, iniciada en 2009 y todavía en curso, la artista rellena las habituales botellas de plástico de conocidas marcas de agua mineral con una sustancia de silicona llamada Dragon Skin, que suele usarse para las prótesis en los rodajes de películas. El color diferente de cada botella alude a un tono de piel concreto, como una representación impersonal de la demografía humana. Esta especie de torso sin cabeza, sintético y carnoso, simboliza una persona abstracta, definida únicamente por su marca y su eslogan. La obra pone así de manifiesto el valor antropocéntrico que las economías capitalistas asignan a la naturaleza.

Inaugurada en mayo de 2023 en el High Line de Nueva York, una antigua vía de ferrocarril reconvertida en popular vía verde urbana, Old Tree es la obra más reciente de Rosenkranz que ahonda sobre cómo las experiencias psicológicas determinan nuestra comprensión de la existencia. 

“Mi idea era construir un árbol como una metáfora de un reloj en espiral, enlazado a los procesos en los que se basa el sistema nervioso humano. Me fascina cómo la ciencia, combinada con conocimientos de historia, religión o mitología, puede ayudarnos a desarrollar una idea de nuestro pasado y futuro más lejanos, alterando o redefiniendo quizás nuestra relación con la naturaleza. La idea de Old Tree brota de cuestiones como ¿qué es el crecimiento?, ¿qué es la vida?, ¿qué significa ser humano?”

Rosenkranz afirma que, cuando no está creando, disfruta del proceso meditativo y deliberado de salir a correr. Reflexionando sobre cómo la humanidad podría renunciar a su incansable empeño por someter la naturaleza, afirma: “Podríamos empezar cuestionando nuestra manera de estar en el mundo, conectando con nuestros sentimientos y siendo más conscientes de nuestro propio cuerpo”.

“Parte del proceso creativo [en la elaboración de Old Tree] consistió en construir una realidad tangible y concreta a partir de un símbolo que ha estado presente en numerosas culturas durante milenios: un árbol de la vida de carne y hueso”, explica Rosenkranz. “Fundamentalmente, mi mayor inspiración fue la profunda complejidad y belleza de la naturaleza. Si hoy sabemos que los árboles no solo se comunican entre ellos a grandes distancias mediante un sofisticado sistema de hongos, sino que también intercambian nutrientes y se protegen mutuamente como familias [lo que la científica canadiense Suzanne Simard denomina “Wood Wide Web”], quizá podamos comprender mejor la compleja manera que tenemos los humanos de estar conectados unos con otros y con el mundo que nos rodea”.