

Cloudboom Echo 3
Creadas junto con nuestros atletas para batir récords.
Dominic Lobalu compite contra deportistas de talla internacional. Con un entrenador suizo a su lado, este corredor de medio fondo y refugiado aspira a competir en el mayor escenario deportivo del mundo.
Texto de Robert Birnbaum.
Tras perder a sus padres con tan solo nueve años, Dominic Lokinyomo Lobalu abandonó Sudán del Sur en busca de una vida mejor para él y sus cuatro hermanas, lejos de los disturbios políticos. Tras establecerse en Kenia, cuna de algunos de los mayores plusmarquistas del mundo, Dominic empezó a correr a los 15 años, convencido de que competir en este deporte era su mejor oportunidad para forjarse una nueva vida.
Dominic, un corredor comprometido y con talento por naturaleza, consiguió clasificarse para el Equipo Olímpico de Atletas Refugiados. Como parte del equipo, tuvo la oportunidad de entrenar y representar a los refugiados en carreras por todo el mundo. Una de estas competiciones lo llevó a Ginebra (Suiza), donde decidió pedir asilo.
El cortometraje The Right to Race sigue a Dominic en su inspirador viaje desde que llega a Suiza hasta que conoce a su entrenador y amigo Markus Hagmann. Juntos, han trabajado incansablemente para lograr que Dominic compita en los Juegos Olímpicos. Sin embargo, esto ha supuesto mucho más que un entrenamiento constante, ya que su condición de refugiado dejó a Dominic sin un país al que representar. Para celebrar el lanzamiento del film el 20 de junio de 2023, OFF Stories conversó con ambos para desvelar más detalles sobre su fascinante viaje.
Dominic, cuando te mudaste a Suiza y conociste a Markus por primera vez, ¿qué impresión te dio?
Dominic: Al principio, me resultaba difícil confiar plenamente en él. Pero sabía que podía ser mi única oportunidad para seguir corriendo. Le dije que le llevaría algún tiempo ganarse mi confianza.
¿Y tú, Markus? ¿Recuerdas ese primer encuentro?
Markus: Todavía puedo ver esa imagen en mi cabeza. Estaba allí de pie, con su chándal de On que consiguió del Equipo Olímpico de Atletas Refugiados. Era la única prenda que tenía. Mi primera impresión fue que se trataba de una persona cubierta de cicatrices, tanto físicas como mentales. Alguien marchito y exhausto. Y, sin embargo, cuando empezó a correr, cobró vida.
Así que pasasteis de ser unos completos extraños a convertiros en amigos íntimos. Pero, como ha mencionado Dominic, no sucedió de la noche a la mañana. ¿Cómo construisteis la confianza el uno en el otro?
Markus: Tras haber pasado por tantas experiencias negativas en su vida, Dominic se mostraba muy reservado con los demás y conmigo. No hablaba mucho. El primer año consistió en demostrarle que tenía a alguien a su lado en quien podía confiar, quizá por primera vez en su vida. Quería demostrarle que tenía derecho a correr.
Cuando Dominic llegó a Suiza, no hablaba mucho inglés ni alemán. ¿Cómo se las arregló para comunicarse?
Markus: Al principio, a veces corría una vuelta de más o se paraba demasiado pronto. Vivía a unas dos horas de distancia, así que era difícil entendernos cuando hablábamos por teléfono. Pero en cuanto empezamos a correr, no necesitamos muchas palabras. Hablas con las manos y de alguna manera te las apañas bien.
Dominic, ¿cómo viviste la experiencia de correr con un entrenador que no habla tu idioma?
Dominic: No fue fácil. Vivía lejos y solo entrenaba con él dos veces por semana. Al principio, a veces me decía que parecía cansado y que bajáramos el ritmo. Yo siempre le decía: "Si planificas un entrenamiento, debemos terminarlo. Es la única manera". Creo que correr era nuestro lenguaje común.
Por lo que me contáis, parece que no se trataba solo del idioma, sino de llegar a comprenderse mutuamente ¿no?
Markus: Desde luego, llevó mucho tiempo afianzar esta confianza. Al aprender un poco más sobre la tribu sursudanesa de la que provenía, empecé a entender que quizá se guardaba muchas cosas dentro. Eso se notó durante nuestras sesiones de entrenamiento más duras. Cuando le pedía que valorara la dificultad de un determinado ejercicio en una escala del uno al diez, él solo me respondía que podía hacerlo, que podía intentarlo. Pero yo necesitaba que me diera un número. Así que tuve que hacerle entender que podía expresar su opinión, que yo necesitaba saber su opinión. Me llevó mucho tiempo hacer que entendiera esto.
¿Cuándo sentisteis que las cosas empezaban a encajar?
Markus: Nos llevó al menos seis meses. Entonces se dio cuenta realmente de que lo estaba ayudando sin pedirle nada a cambio. Que siempre que necesitara ayuda, podía contar conmigo.
Dominic: Para mí fue después de mi primera carrera. Entonces me di cuenta de que Markus no intentaba aprovecharse de mí, empecé a confiar de verdad en él. Vi que el dinero del premio me llegaba directamente, sin pasar por Markus. En el pasado, nunca había sido así. Siempre había algún intermediario por el que tenía que pasar el dinero.
Markus, eres padre, marido y trabajas a tiempo completo como profesor. ¿Cómo compaginas todas esas responsabilidades?
Markus: Como entrenador te imaginas que preparar a un atleta requiere cinco sesiones por semana, pero como ha dijo Dominic, él vivía a dos horas en tren. Así que esas cinco sesiones, en un principio eran solo dos. Cuando se mudó más cerca, mi familia y yo acordamos que todos nos implicaríamos en esta historia. Dominic venía a comer a casa y mis hijos le enseñaban alemán. Se convirtió en parte de la familia, no habría funcionado de otra manera. Y su traslado hizo posible muchas cosas: entrenaba los fines de semana y después desayunaba en mi casa.
En el film afirmas que el estilo de correr de Dominic te fascinó de inmediato. ¿Qué tienen sus movimientos que lo delatan como un corredor nato?
Markus: En primer lugar, su constitución. Dominic tiene una complexión muy, muy delgada, pero con mucha potencia. Corre con una zancada elegante, aterriza con suavidad y su impulso no requiere esfuerzo. Una vez que alcanza cierta velocidad, prácticamente se desliza por la carretera. Su cabeza siempre permanece en el mismo lugar, no hay ningún tipo de rebote. Los pies de Dominic tocan el suelo de manera casi perfecta por debajo de su cuerpo, lo que beneficia enormemente el impulso hacia delante. No es fácil expresarlo con palabras, hay que verlo.
¿Fue así como corrió la primera vez que lo viste?
Markus: Todo el mundo cree que por aquel entonces ya estaba preparado para ser campeón de la Diamond League, pero aún le faltaba mucho camino por recorrer aunque su talento natural era innegable. Tras su largo y agotador viaje a Suiza, su cuerpo no estaba preparado. Primero tuvo que fortalecerlo, con ejercicios de fuerza, tratamientos de fisioterapia y una nutrición apropiada.
Dominic, ¿cómo ha cambiado tu estilo de correr desde que empezaste a entrenar con Markus?
Dominic: Mis piernas no aterrizaban del todo rectas y mis brazos se movían demasiado. Trabajar con Markus y un fisioterapeuta me ayudó a mejorar en ese aspecto. Pero también aprendí ciertas estrategias para las carreras, como no adelantar en las curvas. Markus me dijo que desperdiciaba mi energía haciendo eso y que debía esperar a las rectas y adelantar allí. Con mis entrenadores anteriores, nunca sentí que progresaba como lo he hecho con Markus.
Con todos estos avances y éxitos en las carreras, ¿cuándo te diste cuenta de que eras uno de los mejores corredores del mundo?
Dominic: Aún no lo he hecho. Nunca me consideraría "uno de los mejores corredores del mundo". Solo cuando gane una medalla en los Juegos Olímpicos o en el Campeonato del Mundo.
¿Ni siquiera después de ganar la carrera de la Diamond League en Estocolmo? Tuvo que ser un gran momento para ti.
Dominic: En Estocolmo hice una buena carrera pero no me basta para decir que estoy entre los mejores del mundo.
Markus, ¿estás de acuerdo con eso? ¿Hubo algún momento concreto en el que te diste cuenta de hasta donde podía llegar Dominic? ¿Que podía ganar carreras como la Diamond League?
Markus: Aquella noche en Estocolmo (se ríe). Como dije en el documental, un octavo puesto habría estado bien, un sexto habría sido genial. Alguien me preguntó: "Oye, ¿y si gana la carrera?". Yo dije bromeando: "Entonces tendrán que colocar una estatua de bronce en mi honor aquí mismo, en el circuito". Por aquel entonces, ya sabía que podía correr muy rápido, pero la victoria llegó mucho antes de lo esperado. Creía que nos faltaba un año para conseguir victorias así.
Dominic: No estaba seguro en absoluto de lo que iba a pasar, en el running nunca se sabe. Desde luego, esperaba que me presionaran para hacer más carreras, pero en vez de eso, Markus dejó esta decisión en mis manos, lo que me sorprendió. Yo elegía en qué carrera quería competir, y con cada victoria ganaba más y más confianza. Antes de cada competición internacional siempre pienso en mis primeras carreras de carretera en Suiza. Los recorridos eran muy difíciles, mucho más difíciles que otras carreras. Así que me repito a mí mismo: si puedo ganar en Suiza, puedo ganar en cualquier parte.
Una última pregunta, Dominic: ¿qué esperas conseguir con este film?
Dominic: Quiero mostrar al mundo, en concreto a la gente en mi situación, que todo es posible. Pero al mismo tiempo, quiero que entiendan que su destino está en sus manos. Nadie vendrá a ayudarte si no buscas ayuda. Nadie cambiará tu vida por ti si tú mismo no estás dispuesto a hacer un cambio. Y quiero que el mundo entienda que hay millones de personas con los mismos problemas que yo tuve. Peores problemas que los que yo tuve. La gente de países como Suiza debería ver a los refugiados como seres humanos. Deberían darse cuenta de lo privilegiados que son por vivir una vida sana y feliz. Los contratiempos siempre ocurren, pero no son el final. Hay que aferrarse a los sueños, seguir luchando para alcanzar tus metas. Eso es lo que quiero que sepa el mundo.
Creadas junto con nuestros atletas para batir récords.