La tenista polaca Iga Świątek inspira a todo un país
La tenista polaca Iga Świątek va más allá del alto rendimiento sin olvidarse de sus raíces. Hoy sigue soñando a lo grande e inspirando a las nuevas generaciones de atletas.
Texto de Laura Markwardt. Fotografía de Bret Curry.
La número uno de la Asociación de Tenis Femenino (WTA), Iga Świątek, señala que “el tenis es un juego de errores”. Para convertirse en una campeona como ella, incluso estando en su mejor momento, hay que seguir una trayectoria compleja y matizada. Como cualquier joven atleta, es totalmente transparente en cuanto a la presión por ganar a la que se ve sometida. Desde el primer saque, Świątek reina sobre la pista, encaminando los sueños de todo un país con cada partido: “A menudo vivo situaciones en las que siento todo el peso de Polonia sobre mis hombros”, comenta.
Świątek nació en Varsovia, y la afinidad y el afecto que siente por sus raíces —como tenista de élite y como mujer abriéndose camino en el mundo profesional— definen su identidad. Además, la empujan a preguntarse constantemente cómo puede mejorar y aprovechar su influencia para devolver a su comunidad todo el apoyo prestado.
Lo cierto es que se ha ganado a pulso el privilegio de alimentar las esperanzas y los sueños de las próximas generaciones de deportistas, y está decidida a cumplir con este cometido. “No creo en la magia —dice— pero sí en el poder del trabajo duro”.
Puede que Świątek tenga los pies en la tierra, pero su deseo inquebrantable de alcanzar la victoria ha catapultado su nombre a la estratosfera deportiva. La tenista polaca lleva más de 95 semanas liderando el ranking individual de la WTA. Desde 2020, Świątek ha ganado tres veces el Open de Francia. "Es bastante surrealista”, dijo en 2023 antes de aceptar el trofeo por tercera vez en su superficie favorita, la tierra roja de Roland Garros. Świątek ganó su primera final de la WTA ese mismo año, y la estrella de Varsovia salió elegida Figura Deportiva del Año en Polonia por el público de su país natal.
Świątek apenas pasa de los veinte, pero ya destaca sobre muchas de sus contemporáneas manifestando sus sueños no a través de palabras, sino de hechos. “No creo que podamos lograr todo lo que nos proponemos —apunta— pero creo que el valor, la determinación y ser fiel a ti misma siempre salen a cuenta”. La humanidad y autenticidad de Świątek le sirven de puente hacia los demás.
En la pista, pasa de ser contenida y sensible a mostrarse increíblemente dominante. En un intento por ganar potencia, sujeta la raqueta con una empuñadura oeste de derecha: “La verdad es que funciona; puedes girar mucho la muñeca si la sujetas así”. Para muestra, un botón: su topspin de derecha fue de 117 km/h en el Open de Francia de 2020.
Su capacidad de controlar la parte más poderosa de sí misma y la intensidad de su juego es “un trabajo en curso”, admite. Trata de no dejar nunca de aprender y, además, es una atleta entregada: “Empleo todas las herramientas y conocimientos a mi alcance para mejorar cada día”.
Entender en qué áreas puede ser mejor es “un trabajo muy complejo”, señala. Para ayudarla a simplificar y llevar a cabo esa tarea, ha formado un equipo de élite con especialistas en todos los pilares de la práctica del tenis.
“Empleo todas las herramientas y conocimientos a mi alcance para mejorar cada día”.
“Mi entrenador Tomasz \[Wiktorowski] y yo empezamos por apuntalar mis fortalezas, lo cual me convirtió en una jugadora más agresiva. El siguiente paso consiste en mejorar ciertas partes de mi juego a largo plazo —comenta—. También trabajo con mi entrenador personal \[Maciej Ryszczuk] para poder afrontar cualquier nivel de intensidad, y mi psicóloga \[Daria Abramowicz] me ayuda con recursos mentales”.
Hace falta un pueblo entero para “criar” a la número uno del mundo, y a Świątek le encanta que sea así. “La clave está en el conjunto: cada uno de los miembros de mi equipo aporta algo y se encarga de apoyarme para poder dar lo mejor de mí en la pista en cualquier situación”.
El acceso de Świątek a tecnología y recursos punteros de rendimiento contrasta con los recuerdos que guarda de su infancia. “Cuando empecé a jugar \[en Polonia], no tenía tantas oportunidades ni las condiciones tan increíbles que tengo hoy —dice—. Valoro todos los retos y las dificultades que tuve en un país en el que el tenis no era tan popular por aquel entonces porque me convirtieron en lo que soy ahora”.
La propia Varsovia podría considerarse como un miembro más del equipo de Świątek. Cuando viaja por el mundo de pista en pista, su país de origen representa una especie de santuario para ella: un lugar que conoce bien en el que su comunidad entiende sus orígenes y el trabajo diario que determina su éxito. Varsovia es una fuente de inspiración para darlo todo en cada oportunidad, pero también un reducto de calma y familiaridad en un programa de entrenamiento con muchos momentos decisivos.
"A veces añoro muchísimo mi ciudad —dice Świątek con cierta nostalgia—. Fui al colegio allí, y puedo regresar a una vida distinta de la que tengo como tenista. Conozco este lugar y eso me hace sentirme cómoda”.
Además del equipo de Świątek, también está su padre, Tomasz Świątek, un antiguo remero olímpico cuyo asesoramiento al principio de su carrera parece sacado de un cuento de hadas. “Mi padre desempeñó un papel enorme \[en mi carrera]; a diferencia de mí en aquel momento, él era decidido y persistente”.
“Valoro todos los retos y las dificultades... Forjaron mi carácter”.
Tomasz Świątek —un remero profesional jubilado que compitió en los Juegos de Seúl en 1988— sugirió a Iga y a su hermana mayor, Agata, que se especializaran en deportes individuales y no de equipo para incrementar sus posibilidades de triunfar. Iga tuvo en Tomasz un modelo a seguir desde muy pronto, y no tardaría en tratar de emularlo.
“Mi padre ha ejercido una gran influencia en muchos aspectos de mi vida —afirma—. Sin él no estaría donde estoy ahora, ni como persona ni como tenista. Su determinación en los primeros años de mi carrera es algo que admiro profundamente”.
La gratitud que Świątek expresa hoy hacia la influencia temprana de su padre es lo que la empuja a tratar de devolver todo lo recibido a otros jóvenes atletas en Polonia: “Me gustaría servir de inspiración para las próximas generaciones —asegura—. Sé lo que es no tener mucho dinero o unas buenas instalaciones en las que entrenar, así que trato de ponérselo más fácil a las nuevas generaciones de tenistas y atletas usando mi estatus actual, y promocionar el tenis y mi país es una forma de hacerlo”.
Como ocurre con su forma de jugar, el trabajo filantrópico de Świątek destaca por estar muy dirigido y por salir directamente del corazón: ha donado la cuantía de algunos premios a fundaciones polacas sin ánimo de lucro para celebrar el Día Mundial de la Salud Mental y colabora con UNICEF Polonia para apoyar a la infancia de Ucrania, un país marcado por la guerra.
“Trato de ponérselo más fácil a las nuevas generaciones de tenistas y atletas”.
Świątek tiene el poder de dar esperanza a otras personas. Por otra parte, esto tiene relación con una presión autoimpuesta por mantener su reinado como ganadora y como modelo a seguir. Tanto ella como su equipo tratan de ser creativos a la hora de aprovechar esa presión: la actitud importa.
Al igual que Roger Federer en la cumbre de su carrera, Świątek también tiene la capacidad de ser humilde en las victorias y cortés en las derrotas.
A comienzos de año (en enero de 2024), la racha de 18 partidos sin perder de Świątek se rompió al resultar eliminada en la tercera ronda del Open de Australia. Su reacción, no obstante, fue optimista: “Voy a tener muchas oportunidades de demostrar mi juego a lo largo de la temporada". Apenas unas semanas después, en el primer torneo WTA 1000 de 2024, se hizo con su tercer título consecutivo en Doha.
En marzo \[2024], salió victoriosa del Open de Indian Wells en California, revalidando así el título obtenido en 2022 en las pistas duras del “quinto major no oficial del tenis”.
Fue el broche de oro a una racha de dos semanas en las que Świątek no perdió un solo set, lo cual supone el menor número de partidos perdidos en pos del título en 30 años. Tras la victoria, esto es lo que le dijo al equipo de la WTA: “Te sientes como si tu juego fuera superior al de cualquier otra persona del circuito”.
Cuando le pregunto a Świątek cómo se está preparando para la escena mundial este verano, se muestra comprensiblemente abrumada: “Va a ser complicado, hay mucha expectación, pero de momento tengo otros retos más inmediatos ante mí —dice—. Voy a procurar centrarme en el presente”.
La respuesta comedida de una Świątek bajo presión es, al igual que esa capacidad de controlar la intensidad de su juego, un trabajo en curso. Ella preferiría que no la definieran como la campeona “vigente”, sino como una campeona “centrada en alcanzar sus metas”. En ese sentido, sus palabras son una opción consciente. Hechos, no palabras: “Vamos a trabajar duro para prepararnos en todos aquellos aspectos que podamos controlar”, señala.
Świątek me habla de “los deberes” que le ha puesto su psicóloga, Abramowicz: un cuaderno de ejercicios conductistas sobre cómo gestionar el perfeccionismo y encontrar el equilibrio. “Mi perfeccionismo es bastante duro de llevar”, admite. Lo cual no deja de resultar paradójico: es precisamente esa tendencia a la perfección lo que la ha llevado a dominar el juego desde su victoria inicial en el Open de Francia en 2020.
“Vamos a trabajar duro para prepararnos en todos aquellos aspectos que podamos controlar”.
Si encontrar el equilibrio es una de sus metas, para amigos y seguidores, ese equilibrio brilla especialmente en dos facetas de su carácter: la vulnerabilidad y el valor.
En 2023, Świątek recibió “un increíble honor” al entrar en la lista anual de la revista Time de las 100 personas más influyentes del mundo.
Mikaela Shiffrin, la esquiadora alpina americana que ostenta más victorias en la Copa del Mundo que cualquier otro esquiador de la historia, también ha cantado sus alabanzas: “A lo largo de su ascenso hacia la cumbre, Iga ha mostrado vulnerabilidad y valor. Representa la clase de confianza que todos deberíamos tratar de emular: la confianza que da la acción por encima de las palabras”, dijo esta de Świątek.
Por su parte, Świątek menciona a Shiffrin —junto con su padre y la tenista ucraniana Elina Svitolina— como uno de sus ídolos: “Mikaela \[Shiffin] es un ser humano increíble que usa su voz para causar impacto”.
Como estos elogios de gran repercusión mediática, los libros que Świątek lee nos dan una idea de quién es en realidad, más allá de su rendimiento en la pista. Me cuenta que del que más ha aprendido últimamente es Atlas del corazón, de la Dra. Brené Brown: “He conseguido entender mejor mis emociones y a mí misma gracias a este libro”. Más tarde, leí una cita de la obra de Brown: “La vulnerabilidad no es debilidad, sino la medida más precisa de nuestro valor”. Świątek siempre pone en práctica lo aprendido.
Y ese aprendizaje no acaba nunca. Determina cada victoria, cada reto y cada una de sus palabras, cuidadosamente seleccionadas. “No todos los jugadores pueden ganar un Grand Slam —dice—, pero sí que pueden influir en muchas vidas y crear un importante legado que los haga felices, y cambiar ciertas cosas a mejor”.
“Sé que, a veces, incluso si das lo mejor de ti, no puedes triunfar de la forma en la que esperabas —prosigue—. La vida nos sorprende: descubrir lo que queremos realmente también lleva un proceso”. Si eso no es magia, las palabras de Świątek —y sus acciones para apoyar los sueños de la juventud polaca— se le parecen bastante.