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Tegla Loroupe, creando caminos para la paz

Desde que ganó su primer maratón con sólo 19 años, Tegla Loroupe ha batido récords mundiales y ha abierto el camino para que los miembros de las comunidades africanas, especialmente las mujeres, sigan sus pasos. Ahora, es pionera de un nuevo tipo de equipo olímpico y está cumpliendo su sueño de la infancia de luchar por la paz.

Cuando Madina Biktagirova quedó en segundo lugar en el maratón de Nueva York en 1994, pensó que lo había ganado. No sabía que 2,5 minutos antes, la entonces desconocida Tegla Loroupe ya había cruzado la meta, convirtiéndose en la primera mujer africana de raza negra en ganar una maratón a nivel mundial.

«Me emocionó mucho que alguien de una comunidad tribal tan pequeña pudiera correr y vencer a otras mujeres de todo el mundo», dice Tegla al recordarlo, con su característica sonrisa.

«Siempre me dejaban fuera del equipo», recuerda, «simplemente no creían que pudiera dar la talla. Pero ganar la maratón de Nueva York me abrió las puertas no solo a mi, sino a otras mujeres.

«Luché por salir adelante no solo por mi, sino por otras mujeres que no creían en sí mismas. Para que vieran que hay alguien que ha estado ahí luchando por ellas, para marcar la diferencia».


Tegla se convirtió en una de las atletas más exitosas de las décadas de los 90 y 2000, ganando muchos títulos de maratón y medio maratón, estableciendo récords mundiales de 25 km, 30 km y, como no, de maratón.

«Creo que me resultaba más fácil batir récords porque siempre entrenaba con hombres, y sabía que podía seguir su ritmo», dice.

Nacida en el distrito keniano de West Pokot en 1973, Tegla tenía 24 hermanos y tuvo que luchar para asistir a la escuela en lugar de seguir el camino habitual de las mujeres de su tribu: cuidar de los animales, los niños y la tierra.

Cuando empezó a ir a la escuela, recorría a pie o corriendo el trayecto de 9 km todos los días, descalza. En secundaria empezó a darse cuenta de que correr era algo que se le daba bien: ganaba fácilmente las carreras contra los chicos. Pero, incluso con este talento natural para correr, su principal ambición de niña era luchar por la paz.

«Nací en un área de conflicto», explica Tegla. «La gente lucha continuamente por los recursos. La tierra, los animales, el agua... Y cuando los hombres se pelean, son las mujeres las que sufren... Cuando crecí, quise encontrar la manera de que la gente me escuchara, pero para eso hace falta un título. En ese momento, no me di cuenta de que el deporte podía ayudarme a ser como soy. Esas dos partes de mi se unieron para ayudarme a trabajar por la paz».

El camino que ha tomado Tegla le da una credibilidad muy necesaria dentro de las comunidades locales: difundir la importancia de la educación y el deporte.

Cuando fue a la escuela por primera vez, y más tarde cuando viajaba para recibir su formación, la familia de Tegla se encontró con la oposición de otros miembros de su pueblo, que no entendían por qué una chica abandonaba sus obligaciones familiares.

«Este era mi verdadero camino», dice. «Es imposible educar a la gente sobre algo que una misma no ha vivido. Y ahora, cuando hablo de deportes, la gente lo entiende. Ven que una niña de una tribu como la suya puede aportar riqueza a su familia a través del deporte y la educación».

Compitiendo en sus primeras carreras en la escuela, Tegla se dio cuenta del poder único que tenía el deporte para unir a la gente. Fue una oportunidad para que los niños fueran niños, se reunieran sin importar la tribu a la que pertenecían y se animaran unos a otros.

«Durante toda mi formación en Europa, intentaba encontrar la manera de traer ese ambiente a casa», dice Tegla. «Siempre pensaba en qué hacer para reunir a las comunidades para que hablaran y se apreciaran mutuamente».

En 2003, Tegla puso en marcha su Peace Foundation y lanzó la primera Peace Race, de 10 km, en su comunidad natal de Pokot. Ahora se celebra anualmente, y es un día en el que tribus, que en cualquier otro día estarían en guerra, se reúnen como camaradas y se ven como iguales, no como enemigos. En solo tres años de carreras, dos de los guerreros más buscados de Kenia habían dejado de luchar y las muertes tribales se habían reducido casi a cero.

La Peace Race sigue forjando vínculos entre las tribus, reduciendo la tensión y fomentando la interacción a través de las fronteras. Su éxito se basa en los jóvenes “Peace Ambassadors”, niños de la Tegla Loroupe Peace Academy, inaugurada en 2012. La escuela se dedica a la educación, al deporte y a dar unidad a la zona. Sus graduados se convierten en defensores de la paz y la cooperación entre sus comunidades.

Tegla siguió corriendo y compitiendo hasta que batió su último récord mundial en 2006. Ese mismo año también fue nombrada Embajadora del Deporte de la ONU. Viajó por todo el mundo con el también embajador George Clooney, hablando de la crisis de Darfur en China, así como de los conflictos en Egipto y Turquía antes de visitar a los refugiados en Sudán.

«Fue entonces cuando me di cuenta de que ya no podía centrarme al 100% en el deporte», dice Tegla.

Los refugiados siempre han estado cerca del corazón de Tegla. Muchos se establecieron en su propia comunidad de West Pokot tras huir de la guerra en Sudán y ella fue a la escuela y se formó con algunos de ellos.

«Yo pude ir a Europa y entrenar, pero ellos no pudieron ir a ninguna parte», dice. «Como deportista, siempre me sentí muy mal porque estos chicos no son delincuentes, pero están atrapados. Sus talentos se están desperdiciando. Ojalá tuviera el poder de sacarlos del país, para que hicieran deporte como yo».

Con el apoyo de Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional, Tegla pudo crear el Equipo Olímpico de Atletas Refugiados en 2015. Ahora, con el apoyo del gobierno de Kenia, Tegla puede buscar atletas desplazados de los campos de refugiados de la ONU para que entrenen juntos, superando los obstáculos del patrocinio, los prejuicios y el choque cultural.

«Los refugiados son personas, personas muy resistentes», dice Tegla. «Han tenido unas vidas muy duras, y aún así siguen en pie».

El equipo de 30 atletas refugiados se entrena ahora con los kenianos tras regresar de la competición nacional en Nairobi con su equipo de relevos. Tienen en el punto de mira los reprogramados Juegos de Tokio 2020, con Tegla al frente como Jefa de Misión.

«Llegar a la final representando a millones de refugiados de todo el mundo, sería muy alentador para ellos», dijo.

Pero al trabajar con el Equipo de Atletas Refugiados, en su Peace Foundation las Peace Races, en la Peace Academy y en su trabajo de divulgación con las mujeres de Kenia, ¿cómo se relaja esta activista de la paz? Volviendo a sus raíces. Cuando está con su familia, sus momentos favoritos son cuidar de los animales y recoger y cortar leña con las mujeres de la zona.

Fue en el duro terreno keniano donde Tegla puso a prueba las nuevas botas de senderismo Cloudridge. ¿Su veredicto? «No te caerás, eso te lo aseguro». Es un comentario que resulta conmovedor viniendo de una mujer que ha dedicado su vida a ayudar a los demás a mantenerse en pie.

Para saber más sobre el trabajo de Tegla con el Equipo de Atletas Refugiados y descubrir cómo On está apoyando el proyecto, no te pierdas este documental.