

El olímpico Chris Thompson lleva más de dos décadas en el mundo del atletismo de élite. Su ambición no se ha apagado pero sus pensamientos están centrados en una nueva vida. Correr le ha permitido mirar al futuro con confianza.
El corredor británico Chris Thompson aspira a un puesto en el maratón de los Juegos Olímpicos de Tokio. Pero después de un 2020 muy diferente de lo que esperaba, ha aprendido a mirar más allá del rendimiento y a apreciar el poder del running en todos los aspectos de su vida. Tras un año de dificultades sin precedentes, nos pusimos al día para saber cómo ha afrontado el espacio extra en un calendario limitado por la pandemia.
Me encantaban todos los deportes. A mis padres también. Mi padre corría para liberar estrés. Corría después del trabajo. Una noche me fui con él. Seguí saliendo con él regularmente. Solía acelerar al final, y yo lo tomaba como un reto. Me costó un tiempo, pero al final le gané. Me pasé toda la carrera conservando la energía. Sabía en qué momento apretaría la marcha. Cuando aceleró, aceleré con él y llegué antes a la meta. Estaba tan orgullosos de mi mismo. Fue entonces cuando nació en mi la mentalidad competitiva y deportiva.
Las amistades. Cuando empecé a correr, no era el mejor de mi grupo de entrenamiento. Disfrutaba de la camaradería y de estar con mis amigos. No tenía esa sed de victoria, de cruzar la línea. Tenía sed de hacerlo lo mejor posible y una adicción a forzar mi cuerpo al máximo.
La primera vez que representé a Gran Bretaña, sólo tenía 16 años. Debería haber corrido en una carrera sub17. Pero mi entrenador me puso en la carrera de sub20 sin decírmelo. Corrí la carrera y quedé en quinto lugar, lo que significaba que estaba en el equipo de Gran Bretaña para los Campeonatos Mundiales de Cross Country en Marrakech. En el autobús de vuelta a casa, uno de mis compañeros se puso delante y puso un CD de Queen. Sonó “We are the champions”, pero todo el mundo empezó a cantar “Chris is the champion”. Todavía me emociona. Puedo recordar eso vívidamente, aunque no recuerdo el momento en el que crucé la meta. Para mi la amistad ha sido siempre la faceta más importante de correr.
Sin duda. Sin embargo, hay que tener cuidado con esa mentalidad y asegurarse de que no se convierta en un sentimiento de que nunca se es lo suficientemente bueno. Eso es algo que he tenido que aprender. Todavía hoy me juzgo a mí mismo por cómo rindo, más que por el resultado. Eso funciona de dos maneras.Puedo ganar y estar decepcionado, o puedo tener un mal día sobre el papel y seguir estando muy orgulloso de mí mismo.
A medida que he ido envejeciendo, me he vuelto más reflexivo. Pero tengo que recordarme que todavía hay cosas que terminar. Hay una parte de mí que he tenido que dejar atrás. Ya no soy el corredor de 5 km o 10 km que era. Ahora soy un corredor de maratón. Pero pienso en el pasado con mucho cariño y recuerdos. Me siento afortunado de haber tenido la carrera que he tenido. Al mismo tiempo, hubo decisiones que me impidieron lograr mucho más de lo que podría haber hecho. Creo que es algo con lo que todo el mundo lidia cuando llega a los 30 años. Sin embargo, tengo que aceptarlo, porque sé que incluso cuando tomé malas decisiones, intenté hacerlo lo mejor posible en ese momento. Hay suficientes éxitos de los que alegrarse y suficientes frustraciones de las que aprender. Si puedo ser feliz con lo que soy hoy, no puedo estar demasiado triste por cómo he llegado hasta aquí. Me acerqué más a mis límites que la mayoría de la gente.
Las pruebas olímpicas son en marzo de 2021. Tokio es el objetivo. Nos estamos mudando de casa y nuestro hijo nacerá la semana antes de las pruebas olímpicas. Si en abril estoy en una casa nueva con un bebé en brazos y una plaza olímpica reservada, estaré encantado.
Voy a aprovechar este año para ser lo más abierto posible. En mi afán por llegar a los Juegos Olímpicos este año, podría acabar clasificándome para los Campeonatos del Mundo de 2022. Así que en mi mente, estoy empezando a pensar en reducir la escala y mirar hacia el siguiente capítulo. Pero soy consciente de que, si tengo un buen año, podría entrar en un equipo que compita el próximo verano. Tengo muchos planes y quiero dejar una marca en el mundo del maratón de la que me sienta orgulloso. Creo que tengo mucho potencial aún y estoy rindiendo fantásticamente para mi edad. Nunca colgaré las zapatillas de correr, pero sé que llegará un día en que deje las carreras de élite.
Cuando estaba en la cima de mi carrera y vivía en Estados Unidos, todo giraba en torno al rendimiento. Nunca me tomé un momento para pensar realmente en lo genial que era que mi trabajo fuera correr. Mi mujer es una ex olímpica. Se retiró hace tres años y ahora trabaja en marketing. Cuando ella se retiró, empecé a ver los beneficios de correr de otra manera. Empecé a apreciar sentirme en forma. Lo noto cuando no corro. Echo de menos el aire fresco entrando en mis pulmones y en mi cerebro. Empiezo el día saliendo a correr y me encanta ese proceso de ir despertando mi cuerpo con movimiento.
Estoy pasando de correr para entrenar y rendir a correr por salud, y cada día aprecio más lo que el running aporta a mi vida.
Me ha hecho sentir más aislado. Mi rutina de entrenamiento, las terapias... todo eso ha tenido que parar. Durante un tiempo perdí todo objetivo y propósito, no me estaba dando cuanta de que me había estancado en mi pequeño mundo. Salir a correr se convirtió en algo difícil porque correr, para mí, siempre se había centrado en el rendimiento. Cuando no tenía ningún motivo para salir a correr, era difícil motivarse. Me estaba dejando ir y sabía que eso no era bueno para mi condición física y mi salud. Pero ahora me siento muy afortunado de que mi trabajo consista en cuidar de mi salud. Tengo amigos que llevan metidos en casa desde hace meses; no puedo ni imaginarme lo duro que tiene que ser. Jemma y yo también hemos estado bajos de ánimo a ratos y damos las gracias de verdad de poder apoyarnos en el running.
Cuando se produjo el primer confinamiento, yo estaba en plena preparación de las pruebas olímpicas. Venía de una de mis mejores medias maratones en 10 años y había volado a España para comenzar mi preparación para las pruebas olímpicas. Y de repente mi único objetivo era volver a Gran bretaña para no quedarme encerrado en España. En pocos días pasé de entrenar intensamente a no hacer nada. Durante las siguientes seis u ocho semanas me sentí perdido. Poco a poco empecé a volver a correr porque había posibilidades de que hubiera una maratón en Londres en octubre. Era la motivación que necesitaba. Me he centrado en eso, tratando de mantener la cordura y el contacto con las cosas. Llevo 10 meses en modo maratón. Correr ha sido mi terapia.
La rutina es importante para mí. Sin rutina, me siento perdido. Me siento atontado. Correr me ayuda a estructurarme el día. Eso no tiene precio. Si no corro, soy mucho menos productivo. Es increíble.
El running me lo da todo. Fortaleza mental. Resiliencia. Confianza. Fuerza. He tenido que aprender habilidades mentales mientras competía en la adversidad. Mi hermana notó en mi un gran cambio de chaval cuando empecé a correr. Me volví más dueño de mis emociones. Mis reacciones se volvieron más pausadas. Gané control sobre mi mismo.
También me ayudó a organizar mis pensamientos cuando las cosas no iban bien del todo. Cuando estás corriendo y estás muy cansado, tienes que encontrar la manera de controlar esos pensamientos negativos y convertirlos instantáneamente en positivos. Eso se traslada al resto de tu vida. Todos los días se nos presentan aspectos negativos. Si dejas que solo la emoción dicte tus decisiones, solo tomarás una mala decisión tras otra. Pero si eres capaz de asimilarlas, controlar lo controlable e ignorar lo que no puedes controlar, puedes sacar lo mejor de cada situación. Correr me ha hecho comprender eso.
Todo el tiempo. Pero eso es parte de lo que te muestra el running: que esos sentimientos negativos son solo superficiales. Una vez que sales por la puerta, en un par de minutos estás encantado. Todas y cada una de las veces. Una vez que has terminado, nunca te arrepientes de haber salido a correr. Es algo que no ocurre.
Ve poco a poco. Establece tus propios objetivos. Pero luego hay que ser inteligente, dividirlos en pequeños pasos y marcarlos. Ignora el objetivo final. Y concéntrate en el siguiente paso. Mi vecina hace pesas y levanta muchísimo peso. Un día volvía de una carrera de 32 km y me dijo que no sabía cómo lo hacía. Pero yo tampoco entiendo cómo consigue ella lo que hace. Los dos hemos seguido un camino que nos ha llevado donde estamos. Si cualquiera de los dos empezara el camino del otro, estaríamos dando nuestros primeros pasos. No te compares con los demás. No te centres en el objetivo final. Ve paso a paso, construye tu propia rutina. Una vez que conozcas y sientas los beneficios del running, te darás cuenta de que vale la pena.
Primero fue por los amigos.
Los colegas, los buenos momentos, los recuerdos y las risas.
Diste forma a mi juventud.
Me diste fuerza. Me ayudaste a crecer.
Después nuestra relación tomó un cariz serio.
Paso a paso. Carrera fría y húmeda tras carrera fría y húmeda. Victoria tras victoria.
A medida que nuestro vínculo crecía, nuestro enfoque cambiaba.
Rendimiento.
Éxito en momentos tensos.
Dar un paso adelante y dar lo mejor de mí, una y otra vez, olvidándome del resto.
Me llevaste a alturas que nunca podría haber imaginado.
Escenarios nacionales. Internacionales.
Y lo impensable: una olimpiada en casa.
Pero habrá más.
Pero ahora sé que tu verdadero valor no está en los recuerdos, ni en las medallas, sino en el ahora.
Me estoy dando el regalo de una buena salud.
Gracias a ti me siento centrado, me ofreces estructura y me ayudas cada día a ser productivo y a tener un propósito.
Querido running:
Ahora lo entiendo.
Esta carrera te la dedico a ti.
Chris Thompson
#DedicatedToTheRun
Chris lleva la camiseta Performance Long-T, las mallas Tights Long in Black, los pantalones cortos Hybrid Shorts in Black, los calcetines Low Sock y las Cloudflow.