Justin Peck & Sasha Waltz: Move Like a Human
"Cada una de nuestras respiraciones, cada movimiento que hacemos es un baile. Todos bailamos juntos". - Sasha Waltz
13 bailarines invitados, todos afincados en Berlín, algunos en ciernes y otros bien establecidos en el mundo de la danza. Justin Peck, coreógrafo ganador de un premio Tony y bailarín residente del New York City Ballet, reconocido por su fusión de estilos de danza clásica y moderna. Sasha Waltz, coreógrafa y bailarina moderna experimental con innumerables logros a sus espaldas, entre ellos la creación de varios espacios escénicos de renombre en Alemania. Move Like a Human surge de la fusión de estos mundos.
Moverse por la ciudad se ha convertido en parte de nuestra rutina diaria. Es una danza coreografiada de millones de personas moviéndose juntas. Esta pieza celebra "la sencillez de un movimiento o un gesto \[...] como coger una taza, levantarse de una forma bonita o darse la vuelta, todo esto puede ser un baile", nos cuenta Sasha Waltz. Con arreglos de Peck y Waltz, Move Like a Human se inspira en la coreografía In C, de Waltz, que nació de la música minimalista de 1964 del mismo nombre. Se trata de una danza interpretativa en evolución que utiliza la adaptabilidad de los bailarines para reflejar las formas únicas en que nos movemos. "El \[movimiento] debería consistir en la libre expresión de uno mismo, en la respuesta más espontánea, el impulso más natural ante cualquier situación de la vida", dice Celine Celeesi, una de las bailarinas.
En Move Like a Human, los bailarines imprimen su propio estilo de danza a la coreografía, incorporando sutilmente su expresión personal a los movimientos. Cada bailarín encuentra su inspiración, desde las artes escénicas tradicionales hasta el tecno -un reflejo del ambiente artístico y a la vez underground de Berlín- y conecta la danza con los gestos, reflejos y acciones que realizamos inconscientemente a diario. "La coreografía es solo la teoría", considera Peck. "Lo que le da la vida es la lectura que hacen de ella los bailarines que la absorben y la interpretan".
Hay una auténtica conexión en los ensayos, en los momentos entre práctica y práctica y en la alegría compartida de oír "muy bien, hemos terminado por hoy”. Moverse juntos a través de la danza crea un sentimiento de pertenencia, la sensación de formar parte de algo más grande que nosotros mismos. Es una forma de comunicarse, de conectar y expresar, así como un espacio para compartir y aprender unos de otros.
"Es muy emocionante cuando se juntan diferentes bailarines y se producen intercambios", afirma el bailarín Ricco Boateng. Cautivado por el estilo de baile jerking, de moda en la década de 2000, un baile callejero caracterizado por movimientos sueltos y saltarines, Ricco convirtió las calles de Berlín en su pista de baile. "Y he aprendido mucho. A veces \[he aprendido] más de aquellos bailarines con un estilo diferente al mío que de quienes tienen el mismo estilo que yo, porque el intercambio es mayor", continúa. "Siempre me he movido con otras personas, y su forma de bailar me ha ayudado a ver quiénes son realmente. A verme realmente como soy".
El bailarín de ballet de formación clásica Nicholas Rose comparte el sentimiento de Ricco. "He aprendido mucho sobre mi personalidad a través de mi forma de moverme. He descubierto más cosas sobre mí mismo en silencio que hablando. Mantengo constantemente el ballet y la danza en mi vida porque siempre quiero aprender y evolucionar de la persona que era hace un día, un año o 10 años".
"La danza realmente se origina en un espacio muy personal. Surge de las relaciones que tienes con la gente que te rodea. Aprendí la mayor parte de mis movimientos yendo a discotecas con amigos muy cercanos e intercambiando con bailarines de otros orígenes", reflexiona la bailarina Celine Celeesi. "Para mí, la mayor parte de la educación tiene lugar entre la gente, entre los bailarines y entre las diferentes culturas de la danza".
Movernos juntos a un solo ritmo nos ha unido como humanos durante milenios. Las pinturas rupestres del centro de la India, de hace 9000 años, muestran cuerpos en movimiento sincronizado, balanceándose al unísono, supuestamente para contar historias durante celebraciones y ceremonias religiosas. Desde las primeras civilizaciones hasta las calles de las ciudades modernas, sigue siendo así. Forma parte de nuestro día a día. Bailar es una forma de contar historias, de expresar emociones, de celebrar nuestra forma de movernos. Si bailamos juntos, la conexión se multiplica por diez.
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