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Récord de velocidad del Pacific Crest Trail: Karel Sabbe lo logra de nuevo

El dentista y ultrarunner belga Karel Sabbe vuelve a batir el récord de velocidad (y el de la sonrisa más alegre) del Pacific Crest Trail.

Arriba: Karel corre al norte de Three Sisters

Texto de Laura Markwardt. Fotografía de Will Saunders.

Hay una larga lista de emociones que capturan el momento en el que el ultrarunner Karel Sabbe vuelve a batir el récord de velocidad del Pacific Crest Trail. El ultrarunner corrió 4265 km para lograr el FKT (o tiempo más rápido conocido) desde la frontera de Estados Unidos con México hasta la de Canadá. Y lo hizo en solo 46 días, 12 horas y 50 minutos.

“El sentimiento que aflora con más fuerza es el orgullo —sonríe Karel—. Pero también el cansancio, la gratitud y la sensación de logro. La última noche no dormí; me hice los últimos 161 kilómetros del tirón”.

Pero los récords de velocidad no son una novedad para Karel, que fue el primero en conseguir el FKT en este sendero de gran recorrido estadounidense en 2016. “La primera vez que batí el récord fue porque no tenía suficiente tiempo libre para hacerlo caminando, así que decidí hacerlo corriendo —nos cuenta riendo—. La historia debería ir de senderismo, pero lo mío es el running”.

Contradicciones: Karel se cepilla los dientes con un refresco a mano

Henri De Veene, líder del equipo de apoyo, estudia la ruta

Independientemente de si tú te mueves o no, el crono sigue corriendo. La primera vez que batió el récord de velocidad del PCT en 2016, Karel lo completó en 52 días, 8 horas y 25 minutos. En 2021, el ultrarunner Tim Olson lo rebajó en varias horas: 51 días, 16 horas y 55 minutos. La respuesta de Karel fue hacer lo que mejor se le da: correr más rápido.

Solo que, esta vez, su plan superó los límites de lo posible: “Sabía que, en teoría, era posible rebajar en una semana mi primer FKT, pero hacerlo realidad junto a mi equipo ha sido un sueño”.

Explica que ganar tiempo al principio fue el primer paso hacia la victoria: “Los primeros doce días en el desierto avanzamos muchísimo. Eso ya me ayudó a recortar el récord en dos días y me dio la libertad de poder terminar temprano otro día si lo necesitaba”. A partir de ahí, su estrategia fue muy sencilla: pensar en los días de uno en uno. “No puedes pensar en lo largo que es el recorrido, un día entero o una semana. El secreto está en marcarse objetivos a corto plazo”.

Esta victoria del ultrarunner belga es solo la última de una larga lista de carreras de ultradistancia. Esta incluye el FKT del Appalachian Trail en 2018 —también fulminando los últimos 160 kilómetros en 40 horas de un tirón—, el FKT de la Vía Alpina en 2021 y, en marzo de 2023, estar entre los tres finishers de una de las carreras de ultra más duras: The Barkley Marathons.

Este nuevo récord de 2023 en el PCT sintetiza todo a lo que es capaz de enfrentarse Karel a un paso trepidante: distancias brutales, terrenos técnicos y condiciones desfavorables. Y, por desfavorables, este año entendemos ventisqueros reacios al deshielo en las zonas altas de la sierra, amenazantes ríos desbordados en Bear Creek y devastadores incendios en el estado de Washington. 

Karel se lo toma con filosofía. Y a pesar de su actitud estoica, el inmenso reto de recuperar el récord de velocidad del PCT —con grandes expectativas por parte de la comunidad en general—, disparó al máximo los niveles de presión. “Me sentí más presionado que durante mi ultimo intento —afirma—. En 2016, íbamos solo mi cuñado y yo. Nos tuvimos que apañar con mapas de mala calidad y poca tecnología, así que no llegamos a todos los puntos de encuentro. Nos dedicamos a seguir las reglas. Esta vez, la presión está distribuida en varias capas”.

Para Karel, el ultrarunning es solo una de las facetas de su vida. Esa “presión distribuida en varias capas” de la que habla se refiere a los distintos roles que desempeña: marido, padre y dentista a cargo de una consulta con una nutrida cartera de pacientes. A pesar de su extraordinaria eficiencia, es un hombre como cualquier otro: “No soy corredor profesional —explica Karel—. Como le pasa a mucha gente, intento conciliar mi trabajo con el running, mi familia y mi vida social. Ir a por un FKT es como encarar cualquier otro reto: la clave está en buscar maneras de superar las dificultades. Y todas las personas tenemos eso en común”.

Hay que correr de noche para eludir el calor

Su mujer Emma y su hijo Jack le dan ánimos para seguir

 “Ir a por un FKT es como encarar cualquier otro reto: la clave está en buscar maneras de superar las dificultades. Y todas las personas tenemos eso en común”.

Su rol de padre lo ha convertido en un maestro del arte de rendir con pocas horas de sueño. Y, por suerte para él, es algo que puede aprovechar en otros aspectos de su vida. Parar a dormir sin perder esa llama interior que te empuja a seguir avanzando es uno de los mayores desafíos a la hora de batir un récord de velocidad. “Lo más importante es tener la fortaleza mental que te haga seguir adelante”, dice Karel.

Hay cierto aire reverencial en cómo habla del running, una actividad que contrasta con su estructurada rutina diaria y le sirve para buscar consuelo en el simple hecho de impulsarse hacia adelante: “Normalmente, nunca tengo tiempo de no pensar en nada. Tengo una vida muy ajetreada con mi clínica dental, así que me viene bien pasar temporadas al aire libre. Solo tengo que preocuparme de correr, dormir y comer. Creo que eso encierra mucha belleza”.

Estar en plena naturaleza es un bálsamo para el alma: “No hace falta mucho para ser feliz, y en una sociedad que se mueve a gran velocidad, esta es una lección importante”. 

La verdadera razón por la que vuelve para batir nuevos récords una y otra vez es ese impulso de desligarse de una sociedad que gira a toda prisa. Lo irónico es que él también lo haga corriendo a toda prisa. El reconocimiento que recibe de la comunidad del ultrarunning está muy bien, pero sabe que hay mucho más, y que no está solo: “La popularidad de este deporte radica, en parte, en nuestros esfuerzos por reconectar con la naturaleza. Los motivos que me empujan a seguir haciéndolo van cambiando, pero el principal es la belleza de los entornos naturales y salir a disfrutar al aire libre”. 

Es consciente de que correr deprisa es solo uno de los medios posibles para meterse de lleno en la naturaleza, especialmente en un recorrido tan vinculado a la comunidad senderista: “Hay gente que dice que hacer el PCT corriendo es desaprovechar una oportunidad; que es mejor hacerlo caminando y tener tiempo de apreciar su hermosura. Entonces ven la pasión en mis ojos. Y es que me encanta correr”.

“Belleza y sufrimiento: para mí, eso es ahora la aventura. El ingrediente extra de batir récords añade emoción y una narrativa, y también me divierte poner a prueba mis límites”.

Karel sabe que su último FKT es efímero y alguien lo batirá de nuevo, pero las experiencias vividas durarán para siempre. Su último récord es una especie de épica punteada de orgullo, honor y adversidad por todas partes. Karel convierte los 4265 kilómetros —incluidos 122 000 metros de desnivel positivo (el equivalente a subir el Everest 14 veces)— en algo tangible, como un libro. “El PCT consta de cinco partes: el desierto, las Sierras, el norte de California, Oregón y Washington. Y todas tienen sus peculiaridades”.

“Belleza y sufrimiento: para mí, eso es ahora parte de la aventura.

Arriba: Trabajo en equipo para reponer fuerzas y recuperarse

Los cambios en el PCT causados por los efectos del cambio climático impregnaron cada etapa con un mayor sentido de urgencia. Desde la segunda mitad de Oregón hasta la frontera con Canadá, Karel tuvo que lidiar con humo e incendios forestales, por no hablar del cierre de unos 80 kilómetros de sendero a la altura de Dome Peak y Blue Lake en el estado de Washington debido a los fuegos. Optó por tomar un desvío de 160 kilómetros, lo que sumó 80,4 kilómetros a su distancia total y un día más corriendo.  

“Me sorprendió ver la gran cantidad de bosque que se había quemado. Siempre es triste ver cómo un sitio que solía ser hermoso y tranquilo es ahora un campo estéril”.

Arriba: Paisaje quemado y campos de lava con apariencia espectral cerca de Oregón

El equipo de apoyo de Karel, que incluía a su esposa, Emma, le dio la fuerza para seguir corriendo. “Mostrar respeto a mi equipo fue una motivación para esforzarme al máximo. Soy consciente de sus sacrificios y los valoro mucho”. Su padre, su madre y su hijo, Jack, también estaban allí para alentarlo con sus ánimos, ropa limpia y unas más que merecidas comidas durante el recorrido. 

Hamburguesas, patatas fritas, dulces: Karel debía consumir un mínimo de 10 000 calorías al día para seguir adelante. Explica que, con el récord en mente y muy lejos de su clínica dental, cualquier combustible es bueno, incluidas las bebidas azucaradas. “Contamos cuántas latas de refresco bebí durante el recorrido y nos salieron unas 550: una barbaridad”. 

A la hora de valorar las repercusiones del ultraruning en su sonrisa, Karel está dispuesto a aceptar posibles daños temporales a su dentadura: “Todos los deportes de resistencia son malos para los dientes porque tienes que comer hidratos de carbono y azúcar constantemente”. Normalmente, no bebe refrescos: “Pero fueron dos meses de maltrato constante a mis dientes —añade—; solo espero no tener ninguna caries”. 

 “Contamos cuántas latas de refresco bebí durante el recorrido y nos salieron unas 550: una barbaridad”.

Arriba: Cualquier combustible es bueno. Su mujer Emma, su hijo Jack y el resto del equipo muestran su apoyo.

También combustible, aunque de otro tipo, fue la inyección de ánimo de la comunidad del PCT: “Varias veces, me crucé con senderistas que me decían que lo estaba petando. Antes de este FKT, gente como Joe McConaughy y Tim Olsen, que ostentó el récord anterior, se pusieron en contacto para desearme suerte. Pero lo que más me motivaba era el apoyo de quienes estaban recorriendo el sendero a pie de principio a fin. Cuando pasaba corriendo delante de alguna tienda de campaña a las 4:30 de la mañana (para evitar el intenso calor de mediodía), oía: ‘¿Es ese Karel? ¡Buena suerte, tío! Eres una inspiración’. Esas palabras significaban mucho para mí”.

Karel aprovechó la tecnología para que otras personas pudieran acompañarlo durante el recorrido. Su progreso en tiempo real se podía seguir a través de un localizador online en vivo con un feed disponible las 24 horas. Para la gente que lo sigue y lo admira, fue una forma estupenda de estar al día de su progreso y de sus probabilidades de lograr, incluso mejorar con creces, el FKT que se había marcado.

Comparado con 2016, en esta ocasión todo parecía amplificado, incluidos sus sentidos... Karel recuerda un día en que corrió tantos kilómetros que sus pies se resintieron, pero su olfato y su oído se aguzaron proporcionalmente. 

En sintonía con el PCT y su ecosistema, Karel descubrió que su energía y la del paisaje estaban sincronizadas. Cuando todo a su alrededor parecía yermo, él también se sentía vacío: “En el tramo final, cuando el paisaje no era tan bonito —por ejemplo, en los largos segmentos quemados— notaba más el cansancio y me costaba más avanzar. Lo mismo pasó durante un desvío por los incendios que me forzó a correr en una pista de grava. Pero, aparte de eso, la belleza del entorno bastaba para motivarme”. 

Karel es un tipo versátil. Y no solo en las distancias que es capaz de recorrer, también en las distintas facetas de su vida. Se lanza a correr en los senderos sin ningún miedo porque, a pesar de sus récords, sus FKT no lo definen. Cuando regresa a casa en Bélgica, encaja de nuevo en su vida familiar y social sin ningún problema. Da la impresión de que, sin buscar nada, encuentra paz y tranquilidad mientras surca los distintos paisajes por los que transcurre su viaje.

Arriba: Karel con su familia y su equipo de apoyo. De izquierda a derecha: su esposa Emma Vandoorne, Anna Vandoorne, Henri De Veene, Kobe Blondeel (camiseta azul), Karel, su padre Peter, su madre Vivian y su hijo Jack. Foto tomada en Cascade Locks (Oregón) antes de que Karel cruzara a Washington por el Puente de los Dioses.

Ahora, al igual que los paisajes del PCT piden tiempo para sanar, Karel necesita recargar sus energías. A la recuperación no se le puede meter prisa, dice: “Ha sido un año estupendo, pero intenso, lleno de experiencias transformadoras en sentido positivo. Pero lograr un FKT tiene efectos devastadores para el cuerpo. Ya tenía pensado tomarme un año sabático después de esto; quiero respetar mi cuerpo y mi mente y dejarlos descansar”. 

Pero es poco probable que aguante mucho alejado de los senderos: “El año que viene no voy a competir, o al menos no para conseguir un récord”. ¿Pero correr? Eso siempre”. Habrá que ir metiendo los refrescos a enfriar.