

El atleta On y chef, Gregoire Curmer, nos sirve lo mejor de su famosa ciudad natal francesa. En las profundidades de los Alpes, Chamonix es el lugar perfecto para disfrutar de la montaña.
Texto de Simon Freeman. Fotografía de Simon Dugué y Mountains Legacy.
Si conduces hacia Chamonix desde el suroeste por la Ruta Blanca, las montañas te parecerán un muro impenetrable. A lo lejos, se impone el Mont Blanc. Sin embargo, lo más impresionante por su cercanía es una cadena de rocas grises, que se alza como si fuera la muralla de una fortaleza que protege un reino mágico.
Hoy en día, los visitantes suben a la montaña por una serpenteante carretera y un viaducto soportado por gigantescos pilares, lo que hace que el viaje sea relativamente fácil. Pero hace solo unos cientos de años, llegar hasta allí era mucho más arduo. Cuenta la leyenda que la hendidura entre los acantilados que servía de acceso era tan estrecha que tenían que quitar las ruedas de los coches de caballos para que los vehículos pudieran pasar por el hueco.
Está claro que este lugar tiene algo especial que hace que el esfuerzo merezca la pena. En su guía de Chamonix, el atleta On y chef Gregoire Curmer nos explica de qué se trata.
Criado en los alrededores del valle de Chamonix, Gregoire es un auténtico chamoniard. De niño, tuvo muchas oportunidades de explorar las montañas, con sus padres como guías. Como tantos otros habitantes del valle de Chamonix, Gregoire probó todo tipo de actividades al aire libre: desde el senderismo, la escalada y el ciclismo de montaña en verano hasta el esquí en invierno. Pero fue más tarde cuando descubrió que las carreras de montaña eran su vocación, y de una forma bastante inesperada.
Profesionalmente, Gregoire es chef a tiempo completo en uno de los lugares culinarios de moda de Chamonix: un restaurante llamado Le Cap-Horn (encontrarás más recomendaciones de restaurantes al final del artículo). Su formación profesional lo llevó lejos de Chamonix, a la escuela culinaria de Nottingham, en el Reino Unido, y fue allí donde empezó a correr, por las orillas llanas del río Trent. Cuando empezó a competir en trail running, Gregoire ya tenía más de 20 años, más que muchos de sus competidores. Hoy, a sus 32 años, sigue reflejando la pasión y la determinación de la juventud. Tras su paso por Nottingham, y después de perfeccionar sus habilidades culinarias en París y Lyon, Gregoire regresó a Chamonix y siguió corriendo.
En 2013, tras regresar al hogar de su infancia con su recién descubierta pasión, un amigo animó a Gregoire a inscribirse en la carrera de 90 km que forma parte del Maratón del Mont Blanc. "Terminé sexto", explica Gregoire. "Inmediatamente me encantó y me di cuenta de que tenía capacidad para competir".
Desde aquel prometedor comienzo, Gregoire ha competido en muchas carreras de montaña. Su éxito más reciente ha sido la medalla de plata en la Ultra-Trail Snowdonia de Gales, en mayo de 2023.
"No pude entrenar bien durante el invierno", recuerda Gregoire, "corrí en Gales después de una temporada sobre esquís. No buscaba necesariamente el podio, sino medir mi forma física al comienzo de la temporada de trail. El segundo puesto demostró mi capacidad y validó mi plaza para el UTMB 2024".
Gregoire planea continuar con este ritmo y dejar que cada temporada y cada nuevo reto guíe sus pasos: "Este año me he dado cuenta de cómo el esquí me ha mantenido en forma y me ha llevado a realizar grandes carreras; todo esto está haciendo que obtenga resultados más positivos en el futuro".
Mientras Gregoire es un formidable corredor de día, su profesión le lleva a trabajar hasta altas horas de la noche como sous-chef en uno de los restaurantes más interesantes de Chamonix.
"Trabajar en una cocina conlleva una enorme presión", dice Gregoire, "y eso no es muy distinto de las carreras. Al mismo tiempo, el entrenamiento que hago para ser el mejor atleta posible también me da la fortaleza necesaria para sobrellevar los exigentes horarios y la carga física de mi trabajo”.
El valle de Chamonix forma parte de la región de Alta Saboya, que se extiende desde el lago Lemán, al norte, hasta el macizo del Mont Blanc, al sur. Uno de los aspectos más notables de esta región es su gastronomía. La principal forma de ganadería de la región es la producción lechera, y así lo reflejan los platos más famosos de la zona.
"Los platos más populares de Chamonix", dice Gregoire, "son la fondueSavoyarde y la raclette. Aunque, en realidad, no son mis favoritos".
La fondue es probablemente el plato más conocido de la región, y se suele preparar en una cazuela común -conocida como caquelon\- llena de queso fundido, en la que los comensales sumergen trozos de pan.
La raclette es un enorme bloque de queso colocado en la mesa bajo una lámpara de calor, del que los comensales raspan trozos una vez fundido y los untan sobre patatas cocidas. Otro plato tradicional es la tartiflette, que consiste en patatas cocidas, beicon y cebolla cubiertos de queso (¿cómo no?) y asados en el horno.
El plato local favorito de Gregoire es el farçon. Se trata de un pastel redondo de patata, ciruelas y pasas, cubierto de beicon y cocido al horno. Aunque este plato es más difícil de encontrar que otras especialidades saboyanas, se puede pedir en La Cremerie du Glacier, cerca de Argentière, que se encuentra a un corto trayecto en autobús o a 9 km corriendo por el valle desde el centro de Chamonix.
Para compensar los excesos de la rica gastronomía de la Alta Saboya, hay un sinfín de aventuras que emprender en la montaña. Y quizás la más popular (al menos cuando la nieve se ha derretido) sea el trail running.
Las montañas que se ciernen sobre Chamonix pueden intimidar a quien no las conozca, pero, como te dirá cualquier lugareño, son más accesibles de lo que parecen.
Para los que quieran iniciarse en el trail running en la región, la ruta Petit Balcon Sud es ideal. En el lado del valle que da al Mont Blanc, este camino bien cuidado sigue los contornos de la ladera de la montaña a unos cientos de metros por encima de la ciudad.
Deslizándose a través de los bosques de pinos y con vistas al imponente Mont Blanc al otro lado del valle, esta ruta, como tantas otras de la zona, está bien señalizada y ofrece a los corredores una fabulosa primera experiencia. Y para quienes ya están familiarizados con el trail running, es una manera accesible de volver a las montañas.
En el lado del valle del Mont Blanc se encuentra el Grand Balcon Nord. Siguiendo el mismo principio que el Petit Balcon Sud, esta ruta recorre el trayecto entre la estación de tren de Montenvers y la estación central del teleférico de la Aiguille du Midi.
Muchos corredores optan por ascender más de 1000 m desde el fondo del valle hasta el inicio del sendero, más alto y expuesto que la ruta del otro lado del valle. Pero es posible tomar el tren hasta Montenvers o el teleférico hasta la estación intermedia de la Aiguille du Midi que llega a uno de los extremos de la ruta.
Este sendero es un reto más ambicioso que el Petit Balcon Sud, pero el recorrido entre cascadas y bosques de pinos con impresionantes vistas compensan el esfuerzo.
Una de las rutas que Gregoire más disfruta corriendo es la conocida como Aiguillette des Houches. Se trata de un recorrido circular al oeste de Chamonix, con salida y llegada en el Parque de Merlet. Desde allí, se sube al refugio de Bel Lachat, para descender luego a los prados de Carla Veyron antes de volver a subir hacia la Aiguillette des Houches. Para terminar, se regresa al punto de partida por los chalets de Chailloux.
Es importante tener en cuenta que hay tramos expuestos de esta ruta que requieren subir por escalones de acero clavados en las rocas mientras se utiliza un pasamanos fijo, no es una ruta sencilla. La recompensa, sin embargo, merece la pena: una impresionante vista del valle hacia la Mer de Glace y el Dru.
Le Cap-Horn: el restaurante donde trabaja Gregoire. Ofrece un menú innovador de inspiración japonesa bajo un techo abovedado. Disfrutarás de una cocina excelente y una noche inolvidable, sobre todo los fines de semana, cuando el ambiente se vuelve más animado.
Moody’s Coffee Roasters: una pequeña cafetería que presume de tener los mejores granos de café de todo Chamonix. Además de ser un excelente tostador, es un lugar donde disfrutar de un café preparado por expertos. Si vas temprano, los panecillos de canela recién horneados ya merecen la visita.
Chalet de La Floria: situada justo encima del Petit Balcon Sud, esta soleada terraza está repleta de flores y ofrece productos locales. Es la parada perfecta si estás de excursión por las montañas y un lugar estupendo para comer, con unas vistas increíbles.
Aiguille du Midi: a 3842 m sobre el nivel del mar, este imponente edificio descansa sobre un afilado pináculo de roca, acercándote aún más a la cordillera del Mont Blanc. Un trayecto de 20 minutos en teleférico, con vertiginosos desniveles bajo sus pies, te llevarán hasta esta maravilla de la ingeniería. Una vez en la cima, después de recuperar el aliento y disfrutar de las vistas (incluida la cabina con fondo de cristal desde donde te puedes asomar al vacío), podrás relajarte en la cafetería o en el restaurante y planear tu próxima aventura.
La Folie Douce Hôtel: reúnete con tus amigos en el espacio On de este hotel situado en el centro de Chamonix. On se instalará aquí del 21 de agosto al 1 de septiembre de 2023. Pásate para descubrir más cosas y disfruta de la terraza y de sus preciosas vistas del Mont-Blanc.