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Kristian Blummenfelt: nada, pedalea y corre para ganar

La versatilidad del actual campeón olímpico ha redefinido los límites de lo posible en triatlón. Ahora vuelve a competir en la escena mundial y disfruta de la ventaja que supone no partir como favorito.

Texto de Andy McGrath. Fotografía de Orbital Studio.

Chasss

Kristian Blummenfelt imita el chasqueo de una cinta elástica. 

El triatleta noruego nunca olvidará lo que sintió al acelerar, mirar atrás y ver cómo se iba ampliando la distancia entre él y su rival olímpico más directo, Alex Yee. 

Ocho metros, diez metros, quince metros. 

Estaba pasando. Diez años de trabajo duro resumidos en un sprint de cuatro minutos a todo gas. En ese momento, Blummenfelt tiró de instinto de supervivencia para darlo absolutamente todo.

“Estaba corriendo con miedo a ese sprint final de 100 metros, porque la verdad es que no es lo mío”, comenta. “Cuanto más nos acercáramos a meta sin que yo pudiera mantener cierta distancia, más probabilidades habría de perder... o de morir”.

Y corrió como si tanto la medalla de oro como su vida, a punto de cambiar para siempre, dependieran de ello.

El éxito olímpico suele ser la cumbre para cualquier deportista. Blummenfelt, en cambio, se limitó a usar su victoria de 2021 en Tokio como catapulta a la estratosfera. Sin nada que perder, era el momento de marcarse una meta más que ambiciosa: ganar los Juegos Olímpicos, las Series Mundiales de Triatlón (WTCS), el Campeonato Mundial de Ironman y el 70.3 en un solo año. Para cualquiera que no sea este competidor incansable, se hubiera tratado de una auténtica locura.

Blummenfelt, que ahora tiene 30 años, siempre quiso ser atleta profesional: de crío era un chaval activo que jugaba al fútbol y montaba en bici en las montañas de Bergen. “Estaba enganchadísimo al deporte”, señala. “Seguramente tenía demasiada energía en el cuerpo: cuando tienes tanta, eres como una pila que no se agota nunca. Si disfrutas de estar mucho tiempo haciendo deporte, adquieres mucha confianza. Siempre me ha gustado la competitividad en el deporte, es como un juego para mí”.

Blummenfelt empezó nadando, pero como no destacaba en la piscina, le dio por probar con el triatlón: ganó su primera carrera en 2008, cuando tenía solo 14 años. 

El siguiente paso fue entrar en la selección nacional juvenil creada por Stein Gundersen, con la que se pretendía formar a adolescentes para competir en los Juegos de 2020 y las Series Mundiales de Triatlón. “No es que fuera increíblemente bueno, simplemente fui uno de los cuatro gatos que \[Gundersen] fue capaz de encontrar por internet y que aceptaron participar”, bromea Blummenfelt.

“Siempre me ha gustado la competitividad en el deporte, es como un juego para mí”

Su propia evolución ha sido gradual, y ha ido de la mano de la de Noruega como país de triatletas. Empezar de cero, sin historial ni hoja de ruta, les ha permitido hacer las cosas a su manera. “Puede que eso nos diera más margen para ser más creativos en términos de volumen: lo cierto es que no teníamos prácticamente nada que perder”, señala.

El “método noruego” ha sido una revolución en los últimos años: ha redefinido cómo prepararse mejor para el deporte de resistencia con un trabajo importante en cuanto a umbrales de lactato y volumen alto a baja intensidad. “Hace cuatro o cinco años, la gente se reía de nosotros por pasar tanto tiempo en el laboratorio y hacer tantas pruebas sin ganar demasiadas carreras, pero eso ha cambiado un poquito”, apunta. “Creo que en parte ha sido la clave de nuestro éxito”.

Su entrenador, Olav Aleksander Bu, ha sido fundamental para él, ayudándole a trabajar sus debilidades y a alternar distancias rápidamente. Y, además, tiene un físico ideal para el triatlón: con una capacidad pulmonar y cardiovascular superior a la media, su VO2 máxima registrada (la medida de capacidad aeróbica) está en torno a 90. 

Por si fuera poco, está su lucha incansable contra los propios límites y su extraordinaria capacidad de trabajo, que le empujan a superar a cualquier versión anterior de sí mismo. “Eso es lo que más me motiva, ver hasta dónde puedo llegar y mejorar en cada sesión”, dice. “Soy muy consciente de mis marcas con respecto a la última vez. Recuerdo los tiempos que hice en sesiones concretas hace cinco años en Sierra Nevada y sigo tratando de repetirlos”.

Blummenfelt entrena una media de 30 horas semanales repartidas en dos o tres sesiones diarias. Su férrea disciplina apenas ha cambiado desde que era adolescente: “Eso es lo que más fascinados tenía a mis entrenadores de natación a los 14… Tengo la sensación de que todo el trabajo duro de ahora es el mismo que el de hace 20 años”.

Cuesta imaginarse a Blummenfelt tirado en la playa con un libro; es mucho más fácil visualizarlo probando la mejor posición para ir acoplado o entrenando con una máscara puesta, buscando la más mínima ventaja. Al fin y al cabo, como él mismo dijo en 2023, “cuanto más te esfuerces, más dulce será la victoria”. 

Su progreso ha sido gradual. De jovencito, Blummenfelt admiraba muchísimo a los reyes de las Series Mundiales y del triatlón olímpico, Javier Gómez Noya y los hermanos Brownlee: no tardó en rivalizar con ellos. “Noté que estaba progresando, que me estaba acercando a los mejores y que esto era lo mío”, declara.

“Me estaba acercando a los mejores...”

Sin embargo, hicieron falta varios años para llegar a ganar las carreras más prestigiosas. Tras quedarse muy cerca en las WTCS, la victoria en la Gran Final de Lausana en 2019 supuso su ingreso en la élite del triatlón y la confirmación de que estaba muy cerca de lograr el sueño olímpico.

La víspera de una carrera importante en Tokio, le saltó un recuerdo de 2012 en sus redes sociales: un artículo en el periódico local, Bergens Tidene. El titular decía así: “Quiero ganar un oro olímpico”. Estaba exactamente donde tenía que estar, tanto literal como figuradamente. Esa es la única razón por la que estoy aquí, se recordó a sí mismo. Si no lo consigo, tengo tres meses muy oscuros por delante.

Blummenfelt no disfruta del purgatorio mental y físico que supone luchar por la victoria. “No, para mí se trata más bien de vivir el momento en cada parte crucial de la carrera. Cuando quedan seis minutos tienes que olvidarte de tus sentimientos y preguntarte: ¿Cómo voy de reservas? ¿Puedo seguir apretando? ¿Este es el ritmo que van a llevar mis competidores hasta meta o es un pico? Porque si es un pico, siempre puedes apretar más sabiendo que el ritmo se acabará relajando tarde o temprano”.

“Y ahí es donde suelo forzar la máquina, como hice cuando quedaban 1500 metros en Tokio, porque sé que es uno de los puntos más duros de la carrera a nivel mental”.

A veces, lo que le espolea es el dolor de una posible derrota. Su mantra es Más duele perder; hasta lo lleva escrito en el tubo superior de la bici. “Las victorias me dan un subidón en el momento, cómo no,” comenta Blummenfelt, “pero me dura poco y enseguida quiero volver a repetir”.

“Pasa muy a menudo: después de triunfar, la gente suele atravesar un periodo de falta de motivación. A mí, en cambio, me sucede al contrario: lo tacho de mi lista y voy a por la próxima victoria si se da bien la cosa. Y si se da mal, es como un chute de vitaminas: lo único que quiero es pasarme el juego”, señala, subrayando las últimas palabras con cierto tono de frustración. “Todos esos \[malos] momentos de la carrera me traen de cabeza, se me quedan grabados un par de semanas. Eso me da más motivación para rendir”.

El objetivo posolímpico de Blummenfelt de ganar los WTCS, el Ironman y el 70.3 llevaba en su lista años antes de Tokio. “No conseguí ganar el 70.3 en el mismo año, me costó 18 meses”, dice, casi disculpándose. Al año siguiente, Blummenfelt sumó a su palmarés acabar un Ironman en menos de siete horas en una carrera con un ritmo muy especial.

Un Ironman \[3,8 km de natación, 180 km de ciclismo y 42 km de carrera a pie], un 70.3 y un triatlón olímpico \[1,5 km de natación, 40 km de ciclismo y 10 km de carrera a pie] exigen cosas tan diferentes que es como comparar escribir Guerra y Paz con una novela corta y un poema. Con este fulgurante triunfo rompió todas las barreras e hizo historia en este deporte. 

De todas las distancias de triatlón, Blummenfelt considera que la larga distancia es la que mejor le va. “Creo que tengo más posibilidades de ganar otro mundial de Ironman que ganar en los Juegos”, manifiesta. “Puede que tenga que ver con un don innato. La mayoría de quienes participan en las Series Mundiales no serían capaces de ganar un Ironman justo después, y viceversa. No es que una cosa sea más fácil que la otra, no tiene por qué, pero yo funciono mejor así que a las velocidades requeridas en la distancia olímpica”.

Para él, 2023 fue un año mediocre en el que las enfermedades típicas del invierno le afectaron tanto en sus primeras carreras como en la Gran Final de las Series Mundiales. “Pero tuve muy buenos momentos entrenando, y eso me hace creer que puedo llegar a donde quiero llegar en 2024”, apunta. 

A Blummenfelt le encanta escuchar eso de “el actual campeón olímpico” por megafonía cuando camina por el pontón antes de cada carrera, y no tiene ninguna intención de ceder este título. “Quiero demostrar que puedo combinar esto con otro mundial de Ironman una vez más, ese es mi próximo reto”, comenta.

“Puedo llegar a donde quiero llegar en 2024”

“Diría que sigo teniendo el mismo hambre. Creo que sé cómo volver a ponerme al nivel, pero en cierto modo la presión es menor. Pese a que he ganado muchas carreras, hay quien me da por perdido por la temporada que he tenido”.

Blummenfelt considera que hay más presión sobre sus rivales Alex Yee y Hayden Wilde y sobre los aspirantes franceses, que corren en casa.

“Se podría decir que no parto como favorito, y esto supone una oportunidad única para convertirme en campeón olímpico por partida doble”, dice. “Digamos que es una oportunidad extra”.

Gracias a su carácter, su ambición desmedida y su amplio repertorio, Blummenfelt pasará a la historia como una leyenda del triatlón. “Creo que ningún triatleta será capaz jamás de ganar las mismas carreras que yo en el mismo periodo de tiempo”, sentencia. Tanto si parte como favorito como si no, la “oportunidad extra” de Kristian Blummenfelt de este año es una carrera que nadie debería perderse.