

Este talentoso y afable mediofondista del OAC Europe ha superado un duelo corriendo y conseguido pasar de ser una promesa a un serio aspirante. Incluso tiene medallas (y un apodo) que dan fe de ello.
Texto de Andy McGrath. Fotografía de X.
Los amigos de Mohamed Attaoui tienen un sugerente apodo para este ágil y engañosamente delgado atleta: la liebre. Brincando por su pueblo de Torrelavega (Cantabria), Attaoui hace gala de una energía desbordante, marcando el ritmo para quienes vengan detrás. Cuando está en modo carrera, sus ataques explosivos dejan al resto de mediofondistas en una situación comprometida.
En 2023, sin embargo, empezó una racha en la que no le quedó más remedio que renunciar a la victoria: fue segundo en el Campeonato Europeo Sub-23, en la final de los 1500 metros y en el Campeonato de España de 800 metros ese mismo verano.
Pero por fin, en el Campeonato de Europa que se celebró en junio de 2024, el atleta de 22 años dio el salto a la escena internacional. En la final de 800 metros corrió muy atrás y ocupaba el último puesto en la primera vuelta. En la segunda, en cambio, se puso las pilas: logró adelantar a seis rivales y solo uno se le resistió.
Lo cierto es que las liebres suelen ser presas y no depredadores, pero no es su caso: con la velocidad que es capaz de alcanzar en el tramo final, Attaoui llega a moverse tan rápido como sus competidores.
En la prueba de la Diamond League de Mónaco, apenas un mes después, logró superar a varios corredores más experimentados con un tiempo de 1:42:04, batiendo así su marca personal por dos segundos y el récord de España.
¿Adivinas en qué posición quedó? Bingo. Desde ese momento, su apodo pasó a ser “la liebre de plata”. A Attaoui no le importa: no es moco de pavo, sobre todo en una prueba que para él es la más dura del atletismo.
“Puedes quedarte fuera en la primera ronda o hacerte con una medalla en la final”, dice. “Ahora mismo, lo prefiero a los 1500 metros, que son mucho más fáciles de correr: tienes más tiempo para decidir qué hacer y dispones de cuatro vueltas para ir a por ello. En los 800 metros, en cambio, la primera vuelta es muy rápida y hay que hacerlo todo en la segunda. Tanto si vas de los primeros como de los últimos, eso siempre es un problema”.
El ataque final de Attaoui es su arma más eficaz, pero necesita estar en la posición adecuada para poder usarla. Él mismo comenta que corrió “como un principiante” en la ronda de clasificación del Campeonato Europeo. Su entrenador del On Athletics Club (OAC) Europe, Thomas Dreissigacker, le dijo que corriera desde atrás y usara su capacidad de aceleración en el último cuarto de la carrera. “Pero no le hice caso, me puse en primera posición y corrí los primeros 400 metros en 50 segundos: se me hizo durísimo”, nos dice. Como consecuencia, acabó en quinta posición.
Pero Attaoui aprende rápido. Se hizo hueco en la semifinal gracias a sus tiempos, siguió el plan de su entrenador al pie de la letra y consiguió alcanzar el podio. “No solo gané una medalla, sino que además aprendí una valiosa lección: da igual si se trata de una carrera lenta o de una más rápida, ahora sé que yo siempre corro bien desde atrás”, señala.
Esas carreras trepidantes en las que más destaca no solo dan fe de su destreza y su capacidad de elegir el momento oportuno, sino que también son un testimonio de su carácter. El joven atleta emplea tres palabra para describir el suyo: “tímido, humilde y luchador”.
En su niñez, Attaoui tuvo que enfrentar grandes retos. Nacido en la ciudad marroquí de Beni Melal en septiembre de 2001, pasó sus seis primeros años en el país norteafricano. Su padre Salah, que se dedicaba al campo, se mudó con su hermano al norte de España en respuesta a la falta de mano de obra en el sector de la construcción. Unos años después, logró reunir al resto de la familia.
Una gran familia, si contamos al propio Attaoui, su madre Saadea y sus cuatro hermanos (tres chicos y una chica). “Nos mandó una carta de invitación y empezó el papeleo. Parece fácil, pero no lo es: hay que hacer un montón de cosas”, explica. “Ahora sería imposible”. La familia se instaló en Torrelavega, cerca de la costa cántabra, donde las olas del Atlántico se estrellan contra el litoral.
El joven Moha tenía una energía desbordante. “Cuando llegué aquí, no podía parar”, comenta. “Si veía algo, iba a por ello; me encanta moverme y hacer cosas”. Su velocidad y resistencia empezaron a despuntar en las horas que pasaba jugando al fútbol en el parque, a apenas 20 metros de su casa. De pequeño, ganó muchas carreras de campo a través. Tras cuatro años de logros deportivos, el Club Atletismo Torrelavega lo fichó junto a sus tres hermanos.
Attaoui ha dedicado un sinfín de horas a ver en YouTube las carreras de la leyenda marroquí del medio fondo, Hicham El Guerrouj. ¿Qué le diría Moha si alguna vez llegara a conocer al atleta que ostenta el récord mundial de los 1500? “¿Cómo puedes correr tan rápido? ¡3:26:00!”, dice riéndose.
Attaoui perdió a su padre por un cáncer en 2015, lo cual hizo que dejara el atletismo durante un par de años y que su rendimiento escolar se resintiera. “No quería hacer nada”, dice, “pero lo acabé retomando a los 17 y volví mejor y más fuerte”.
Pensar en su padre es una motivación para Attaoui en un deporte que le viene como anillo al dedo. “Correr me hace feliz en cualquier situación, hace que me olvide de todo”, dice. “Es algo que me define”.
Attaoui se tomó muy en serio el trabajo para pulir su forma física. Y, en 2022, al "volver más fuerte" y más maduro como atleta, acabó por proclamarse campeón de España sub-23 en 1500 metros.
Entonces cambió su estilo de vida, empezó a trabajar con el nutricionista del equipo de ciclismo profesional Movistar y se esforzó por convertirse en la mejor versión de sí mismo.
Otro hito fue entrar en el equipo On Athletics Club (OAC) Europe en noviembre de 2023. Varios meses de trabajo en altura en St. Moritz durante el verano y Sudáfrica en invierno le han venido de perlas, con carreras a ritmo fácil y entrenamientos de umbral con el equipo. Attaoui es muy sociable y se lleva bien con todos sus compañeros y con los más jóvenes del grupo: Sebi Frey, George Mills, Luke McCann, Jolanda Kallabis y, especialmente, con su compatriota Marta García.
Attaoui cambió un entrenamiento más duro (en el que hacía solo entre 60 y 70 kilómetros a la semana) por otro de más volumen: en algunas ocasiones, ha llegado a hacer casi el doble en Sudáfrica. Su recuperación entre la primera ronda, las semis y la final en los grandes campeonatos ha mejorado exponencialmente. “Creo que ahora soy mucho mejor en todos los aspectos”, dice.
El hombre que ha guiado a Attaoui y a los otros once atletas del OAC Europe, Thomas Dreissigacker, le ha ayudado a encontrar soluciones para cualquier problema que pueda surgir. “Es más que un entrenador: intenta que estés cómodo con lo que venga y que te concentres en los entrenamientos y en la recuperación, nada más”, señala Moha. “Es perfecto. Este año, en este grupo, soy más profesional”.
En 2024, Attaoui llegó a la final de 800 m en París a pesar de “correr mal” en la semifinal, como él dice. Y acabó el quinto, a solo 0,04 segundos de superar su marca personal.
Pero sus ambiciones no acaban aquí: espera bajar de 3:34 en 1500 metros. “Soy joven, quiero seguir aprendiendo y entrenando de una manera sana”, afirma. “Quiero tratar de mejorar cada día. Mi sueño es ganar una medalla mundial, pero aún hay tiempo: los de 2024 solo han sido mis primeros Juegos”.
Habrá que irse acostumbrando a verle haciendo gala de su capacidad de aceleración y peleando por la victoria en grandes pruebas, y seguramente no falte mucho para que “la liebre de plata” suba de categoría. “Lo de la liebre de oro me gusta aún más”, bromea Attaoui.