Ir al contenido principal

On App

Ropa y Calzado Tecnico Suizo

George Mills: “Cuanto más, mejor”

El mediofondista británico y estrella del OAC transforma sus decepciones en sueños por alcanzar y no escatima esfuerzos ante la perspectiva del gran escenario internacional.

Texto de Sheridan Wilbur. Fotografía de Lea Kurth.

En medio de un calor asfixiante en Dullsroom (Sudáfrica), el corredor de media y larga distancia británico, George Mills, tritura la cinta de correr. Y las ventanas cerradas a cal y canto. Sus compañeros de entrenamiento del OAC Europe y él se han fijado un reto para dar un toque “entretenido” a sus esfuerzos: “No Fan Jan” (enero sin ventilador). Resiste a la tentación mientras hace lo que puede para seguir corriendo sobre la cinta, “sudando como un cerdo” y repitiéndose a sí mismo: “No lo enciendas, no lo enciendas”. Y resiste. Persiste. Y, por fin, termina su entrenamiento. 

Escurre sus pantalones cortos y se quita las zapatillas empapadas, como si acabara de darse un chapuzón en un lago. En el momento de la entrevista estamos ya en febrero y el reto ha terminado, pero George mantiene esta costumbre masoquista. “Darte cuenta de que puedes seguir entrenando con un alto nivel de malestar te da una gran fuerza interior”, me explica.  

Es la mentalidad de un joven de 24 años que, cansado de las decepciones, está dispuesto a hacer lo que haga falta para lograr el éxito. “Seguramente he acumulado más desengaños que victorias, como caerme en la final europea en pista cubierta o quedarme tercero en los campeonatos británicos el año pasado. O no formar parte del equipo en el campeonato del mundo y no ser seleccionado para el europeo”. George cuenta con un impresionante currículum: campeón europeo Sub-18 en 800 m en 2016, campeón británico en 1500 m en 2020 y tercer mejor tiempo en la historia de la milla británica con 3:47.65\. Sin embargo, él piensa que su mejor momento aún está por llegar.

“Darte cuenta de que puedes seguir entrenando con un alto nivel de malestar te da una gran fuerza interior”

En enero, George estuvo 24 horas viajando para llegar a Boston desde Dullstroom y correr los segundos 5 km de su vida. “Nunca había estado tan asustado antes de una carrera”, afirma. Esas 25 vueltas a la pista cubierta de la Universidad de Boston fueron el “ahora o nunca” para conseguir la mínima olímpica en los 5 km. 

Cuando sonó el pistoletazo de salida, George fue a por todas, dejándose llevar por su instinto. La ingenuidad puede ser una ventaja en deportes como este, en los que la mente juega un papel crucial. “Me lancé de lleno a la carrera”, afirma. A veces, los atletas en cabeza parece que van derechos al matadero, pero George iba a la caza. Tuvo que hacer un enorme esfuerzo en la parte más dura de la carrera y, después de tres kilómetros, tiró del grupo en cabeza para terminar en menos de 13 minutos. Con una marca de 12:58.68, no solo consiguió la mínima olímpica, también logró su MMP. Sin embargo, no se sentía del todo satisfecho. “Una marca mínima no deja de ser mínima ¿no? Es solo un punto de partida”. 

Esta ambición sin límites de Mills, ¿forma parte de su naturaleza o es algo aprendido? Quizá ambas cosas. Él dice que siempre ha sido así, pero cree que ha alcanzado estos niveles de exigencia por influencia de sus compañeros del OAC Europe, el mediofondista suizo Tom Elmer y el mediofondista austriaco Sebastian Frey. “Entrenar a solas me resultaba mentalmente agotador”, afirma al describir el periodo anterior a unirse al club en 2022. Ahora corre hombro con hombro con sus compañeros en los campos de entrenamiento de Dullstroom y St. Moritz. “Tenemos una mentalidad y una disciplina muy similar” añade, y esta especie de masoquismo colectivo hace todo más ameno. “Nos ponemos reglas, como estar en la cama a las 10, y si no las cumplimos nos multamos. Hacemos que sea divertido”.

“No es fácil encontrar gente que tenga exactamente el mismo estilo de vida que tú, que coincida en la forma de entrenar, de comer o de recuperar y con el mismo nivel de compromiso. Es increíble que encajemos tan bien en todos esos aspectos. Nos hemos casado con el deporte”. 

“Nos hemos casado con el deporte”

George entrena según el método noruego, un sistema de resistencia que trabaja con un alto volumen de sesiones de baja intensidad, a menudo con días de entrenamiento de doble umbral. Todo ello bajo la supervisión de Thomas Dreissigacker, el tercer entrenador que ha tenido en su carrera y con quien dice mantener una “relación madura”. Dreißigacker describe a George como un atleta entregado que vive de acuerdo a un lema: “Si puedes hacer más, ¿por qué no hacerlo?” Casi todas sus conversaciones consisten en Dreißigacker diciendo a George que se calme y tenga paciencia. “Es un poco más sensato que Sebi \[Frey] o que yo”. 

George es hijo de Danny Mills, exfutbolista del Leeds United y el Manchester City, y sabe muy bien lo que es vivir con un atleta en casa. El deporte ha sido algo de extrema importancia para mí, “prácticamente desde que nací”. El fútbol, como es lógico, fue su primera pasión. Pero a la edad de quince años cambió los tacos de fútbol por los clavos del cross-country. Mis padres me inculcaron muy bien este mensaje: “Si vas a hacer algo, hazlo al 100% o no te molestes”. En su familia siempre se le ha dado mucha importancia al deporte; uno de sus hermanos juega al fútbol con el club Everton de la Premier League. Al final tienes un estilo de vida “un poco al margen de la sociedad: te levantas muy temprano y entrenas hasta tarde, dedicas tu vida a un objetivo”.  

Para George, correr es lo primero. “Hay que sacrificarlo todo”, afirma. “Aunque en realidad, yo no lo vivo como un sacrificio. Es lo que quiero hacer. Quiero descubrir mi potencial y hasta dónde puedo llegar”. En estos momentos se encuentra en mitad de un bloque de trabajo de ocho semanas, preparándose para correr en pista al aire libre y entrenando 200 km por semana a 2000 m de altitud. Con una población de unos 600 habitantes y cortes de electricidad cada dos por tres, Dullstroom es el lugar ideal para vivir fuera de la red. Para nuestra entrevista, George tuvo que comprar una tarjeta SIM de otra empresa de telefonía móvil porque ese día no funcionaba internet. Para él, la ausencia de distracciones supone una ventaja. “Yo he venido a trabajar y solo salgo de casa para entrenar”.

“Quiero descubrir mi potencial y hasta dónde puedo llegar”

Entrenar, descansar, comer, dormir y vuelta a empezar. “Todos los días hago exactamente lo mismo”, dice. “Esa es mi rutina diaria, nada más. No exagero. Pero tampoco tengo la sensación de estar perdiéndome nada. Al contrario, para mí es un privilegio”. George reconoce que, tanto él como Elmer y Frey, tienen un estilo de vida un tanto extremo. 

“No hacemos nada que quite tiempo o energía al entrenamiento. Toda nuestra actividad contribuye al rendimiento y da mucha satisfacción cuando logramos buenos resultados o alcanzamos nuestros objetivos”. 

Su manera de entender la nutrición responde a la misma mentalidad de rigor y disciplina. Sigue los consejos del epidemiólogo británico Tim Spector y hace la compra con la mirada de un científico o la disciplina de un soldado. “Prestamos atención a los colores, buscando los polifenoles saludables. Los alimentos ultraprocesados están vetados y cualquier cosa artificial es una bandera roja”. A excepción de la kombucha, los refrescos están terminantemente prohibidos. Procura comer 30 plantas diferentes por semana, “para estimular los microorganismos de la flora intestinal” y supera con creces las dosis recomendadas. Porque George Mills siempre quiere más. “Se trata de alcanzar el máximo, no quedarme solo en un nivel óptimo. Si uno más uno son dos, yo quiero multiplicarlo por diez”. 

Más alimento. Más energía. Más ejercicio de piernas. Con un consumo de entre 5000 y 6000 calorías diarias, George no restringe su dieta, más bien la perfecciona. “Nos atiborramos de carbohidratos, comemos la carne y pescado que nos hace falta y gran variedad de fruta y verdura. Desde que cuida su alimentación ha notado que rinde más en los entrenamientos y no cree que sea una coincidencia. Afirma que hay noches en las que tiene que obligarse a comer, el cansancio puede más que su apetito. Pero su cuerpo es como un horno en constante funcionamiento. “Es como si nunca hubiese bastante combustible. Cuanto más consumo, más puedo entrenar”. 

Si tuviera que hacerlo solo, este régimen se le haría bastante cuesta arriba. Pero contar con Elmer y Frey lo hace mucho más llevadero. Se levantan pronto, entrenan al máximo, preparan comidas abundantes y nutritivas, duermen la siesta, se acuestan temprano... Compartir esta rutina la transforma en algo “francamente entretenido”. Mills quiere poder echar la vista atrás al final de su carrera y decir “Lo he dado todo. No hay nada más que hubiera podido hacer. No quiero arrepentirme de nada”.

Cuando George y el equipo del OAC Europe se sientan a comer, se llevan el trabajo a la mesa. “¿Cómo podemos sacar más partido al entrenamiento? ¿Qué podemos mejorar? ¿Qué podríamos hacer para superarnos?”, se preguntan. “A la hora de cenar siempre tenemos las mismas conversaciones sobre cómo alcanzar resultados. Intentamos superar nuestros límites y aprovechar al máximo el potencial que tenemos”.

Cuando le pregunto cómo sería un año de éxito, a George le cuesta contestar. Reflexiona bien su respuesta: “Antes de Boston, pensé mucho en la mínima olímpica. Fue genial conseguirla, pero en seguida tenía la cabeza en lo siguiente. Siempre estoy pensando en el siguiente paso”. Aún no ha formado parte de un equipo olímpico británico, pero quiere ganarse el puesto a fondo para brillar con fuerza allí. “Me cabrearía mucho si me descalificaran en la primera vuelta”.

“Si estás siempre satisfecho donde estás, te falta estímulo para mejorar” dice George. Pero eso no quiere decir que no disfrute cada momento del recorrido. “Estamos viviendo un sueño”. Con las espinillas llenas de cicatrices de los cortes que los contrincantes le producen en las carreras, George se acerca todo lo que puede a sus objetivos. “Tienes que dejarte ver, presionarles un poco”. 

En los Juegos de París 2024, George quiere abarcar todo lo que pueda. “Para ser sincero, me gustaría competir en dos disciplinas”. Cree que podría correr los 1500 m y los 5 km. Conseguir una o dos de las tres codiciadas plazas del equipo británico para cualquiera de las dos pruebas, será difícil. Pero no imposible. Sin riesgos no hay recompensas. “Si puedes hacerlo, ¿por qué no intentarlo y ver qué pasa?”