Ir al contenido principal

Estiramientos a fondo: los beneficios del hot yoga

En el hot yoga se aumenta con suavidad la temperatura del ambiente. En una estancia cálida, el movimiento fluye, la respiración se profundiza y la tensión se libera. ¿Quieres saber cómo esta práctica constante beneficia tanto a tu cuerpo como a tu mente?

Mujer en postura del lagarto durante una sesión de hot yoga
Mujer en postura del lagarto durante una sesión de hot yoga

Aunque se hizo famoso en Hollywood, el hot yoga no nació realmente allí. Esta práctica comenzó en Japón en la década de los 70, cuando se introdujo por primera vez la combinación de calor y movimiento dentro de un estudio. Cuando llegó a Occidente una década después, ya se había convertido en algo nuevo: mitad tendencia fitness, mitad ritual de concentración.

Para Evie Venables, On Ambassador y entrenadora de fitness, el hot yoga calma la mente, pero eso no significa que no sea intenso. “Durante una sesión, mi frecuencia cardiaca aumenta y noto cómo trabaja cada parte de mi cuerpo. Es una de esas prácticas que te exigen estar presente”, explica. “Al terminar, me siento cansada pero fuerte: más ligera, más tranquila y en paz”.

Mucho antes de introducirse en los estudios de yoga, el calor ya tenía un papel fundamental en las prácticas de recuperación de muchas culturas: desde los baños de vapor ayurvédicos hasta las saunas finlandesas y los baños turcos. Subir la temperatura ha sido, durante siglos, una forma de recuperar el cuerpo y soltar el estrés mental. Hoy, vuelve a surgir el interés por la exposición al calor y la recuperación activa, así que el hot yoga vive un nuevo auge.

Te contamos cómo el calor puede ayudarte a transformar tu cuerpo y tu mente.

¿Qué es el hot yoga?

El hot yoga está más ligado a un ambiente y a un entorno que a una práctica en concreto. Las clases suelen impartirse en salas climatizadas (entre 32 y 41 °C) con, aproximadamente, un 40% de humedad.

En ellas suele practicarse habitualmente el Vinyasa y el Hatha, que son estilos de yoga que combinan respiración y movimiento a un ritmo constante. Pero también puedes encontrar prácticas más suaves como el Yin, todas adaptadas al calor.

De lo que se trata es de elegir una clase que se ajuste a tu energía, así que si no has entrenado antes con temperaturas elevadas, es normal que las primeras sesiones te resulten intensas. Lleva agua, descansa cuando lo necesites y vuelve a la postura del niño siempre que haga falta.

Dos mujeres estirando en una clase de hot yoga.
Dos mujeres estirando en una clase de hot yoga.

¿Por qué a tus músculos les encanta el calor?

Los beneficios físicos del hot yoga van mucho más allá de lo superficial. Para muchas personas, el calor amplifica aquello que ya de por sí les aporta el yoga: la movilidad, la intensidad y las sensaciones se hacen más poderosas. Pero no es lo único. Las investigaciones han demostrado también que el calor aporta otros beneficios: 

- Más flujo sanguíneo: un ambiente cálido aumenta la frecuencia cardiaca y dilata los vasos. Esto mejora la circulación, ya que llegan más oxígeno y nutrientes a los músculos y la recuperación es más rápida. 

- Más flexibilidad: a Venables le encanta aprovechar el calor para mejorar la movilidad. “Ayuda a relajar los músculos y que se liberen de verdad”, afirma. “El hot yoga hace que mi cuerpo se sienta ágil y mejora considerablemente mi recuperación después de entrenar fuerza y running”. Los estudios demuestran que el hot yoga aumenta el rango de movimiento, lo que te permite profundizar más en cada postura con menos riesgo de que te lesiones. 

- Más capacidad respiratoria: las técnicas de respiración, como el pranayama, entrenan a los pulmones para que estos puedan tomar más aire. Con mayor capacidad pulmonar, desarrollas resistencia y mantienes la calma incluso bajo presión. 

En conjunto, estos beneficios ayudan a que tu cuerpo se mueva con más libertad y se recupere con más facilidad.

Deja que las preocupaciones se derritan

El hot yoga va más allá de un entrenamiento físico: también puede servir para despejar tu mente. Es una oportunidad para bajar el ruido mental, mirar hacia dentro y reconectar contigo. Y la ciencia lo respalda.

- Estado de ánimo más positivo: el movimiento reconfigura tu cerebro. Este aumenta las sustancias químicas que generan bienestar, como la serotonina, y ayuda a calmar el sistema nervioso. En un estudio de Harvard se descubrió que las personas con depresión de moderada a grave experimentaban un alivio significativo de los síntomas en tan solo ocho semanas de práctica regular de hot yoga.

- Menos estrés: el calor, la respiración y el movimiento constante activan el sistema nervioso parasimpático, el responsable de decirle al cuerpo que está a salvo. Es una señal integral para bajar el ritmo y liberar tensiones.

- Sueño más profundo: el estrés y la tensión no desaparecen solos al final del día, pero el hot yoga puede ayudarte con ello. Algunas investigaciones sugieren que la exposición al calor (como las saunas o el hot yoga) seguida de estiramientos puede ser un aliado natural para conciliar mejor el sueño.

El hot yoga te relaja, pero también te equilibra, prolongando tu bienestar mental mucho después de guardar la esterilla.

Mujer en postura del arado durante una sesión de hot yoga.
Mujer en postura del arado durante una sesión de hot yoga.

Practica hot yoga de forma segura

El hot yoga puede ser todo un desafío... y ahí reside parte de su atractivo. Sin embargo, las temperaturas altas exigirán más a tu cuerpo. ¿Qué puedes hacer para fluir con el calor sin perder la armonía?

Hidrátate y mantén tu equilibrio

El hot yoga aumenta la pérdida de líquidos. Hay personas que llegan a perder hasta 1,5 litros en una sola sesión, por lo que, sin una hidratación adecuada, puedes sentir agotamiento o perder estabilidad. Bebe agua antes, durante y después de cada clase y plantéate añadir electrolitos para ayudar al cuerpo a reponer líquidos y minerales esenciales como el sodio y el potasio.

Escucha a tu cuerpo

Si sientes mareo, aturdimiento o náuseas, párate y descansa en la postura del niño o túmbate sobre la esterilla. Ten siempre en cuenta que esta práctica no consiste en forzar, y que el verdadero poder está en saber cuándo avanzar y cuándo ajustar el rumbo.

Estira con estilo

Lo que lleves puesto marca la diferencia. Jane Kim, On Ambassador e instructora de yoga y meditación en Berlín, explica: “Si estoy poco motivada, llevar el outfit adecuado me ayuda a conectar con mi energía”. Para entrenamientos más activos, Jane prioriza la funcionalidad: “Me encanta el conjunto del Studio Crop con las Train Tights ½”, que son prendas diseñadas para evacuar la humedad y mantener la piel seca.

En los días más reparadores, apuesta por la comodidad. Le gustan los Club Loose Pants de FKA Twigs y cualquier Club T. “Son diseños que encajan con mi estilo, así que también los uso en mi día a día. Y me encanta esa sensación de poder ponerme en marcha en cualquier momento, unirme espontáneamente a una clase porque mi outfit me lo permite”. Otros imprescindibles:

- Una toalla para cubrir la esterilla (sí se vuelve resbaladiza)

- Una botella de agua

- Un coletero

Conoce tus límites

El hot yoga no es para todo el mundo. Si estás embarazada o tienes un problema de corazón, consulta antes con tu médico. El calor aumenta el esfuerzo cardiovascular y es importante asegurarse antes de empezar a practicarlo.

Mujer en torsión supina de la columna durante una sesión de hot yoga.
Mujer en torsión supina de la columna durante una sesión de hot yoga.

Sube la temperatura y encuentra tu límite

El hot yoga es todo un desafío físico y mental. “Cuando la sesión se complica demasiado, soy benevolente conmigo misma y me centro en la respiración”, reflexiona Venables. “Curiosamente, esas dos cosas también me ayudan en la vida cuando atravieso momentos difíciles. La forma en que afronto los retos en la esterilla son un reflejo de cómo los encaro fuera de ella”.

Desde estiramientos más profundos hasta dormir mejor, aumentar tu concentración y disminuir el estrés: los beneficios del hot yoga no se acaban cuando termina la clase.