

Ruth Heenan, Marieke Stasch y Meret Aebersold, del equipo de producto de calzado de On, comparten la historia de las Cloudspark, unas zapatillas inclusivas.
Texto de Lucy Thorpe. Fotografía de Jameela Elfaki.
“Queríamos saber qué pasa cuando se cambia el punto de partida —explica Ruth Heenan, Footwear Product Management Lead de On—. ¿Cómo cambia el viaje completo del producto si desde el principio lo miramos desde otro ángulo?”.
Heenan, que colaboró en el desarrollo de las zapatillas Cloudspark de On, es especialista en mirar las cosas desde un punto de vista diferente.
Comparadas con las zapatillas de rendimiento habituales, las Cloudspark suponen un cambio de chip, puesto que están diseñadas pensando en multitud de runners. En lugar de tomar a los hombres cisgénero como punto de partida, el equipo estudió la biomecánica de varios géneros desde el primer minuto. De hecho, empezó analizando datos del físico femenino. ¿El resultado? Unas zapatillas funcionales con un enorme poder de propulsión que satisfacen las necesidades de un público más amplio.
Cada vez corren más mujeres, y cada vez lo hacen más rápido y en distancias más largas. Se calcula que el 44% del total de finishers del Maratón de Nueva York 2023 son mujeres, y el 51% de quienes participan en las quedadas semanales a correr por parques, también. Además, 1 de cada 4 ultramaratonianos es mujer. Con estas cifras, cuesta creer que las zapatillas de running, la parte más relevante de la equipación, se sigan diseñando casi exclusivamente con un modelo de pies masculinos.
En su galardonado libro La mujer invisible, Caroline Criado-Pérez explica el enorme impacto que tiene la brecha de datos de género, es decir, el hecho de que la gran mayoría de los datos que tenemos sobre prácticamente cualquier tema se basa en hombres cis.
La autora detalla cómo “la vida de los hombres ha llegado a representar la de los seres humanos en general”, y argumenta por qué la sociedad se sigue desarrollando casi de manera exclusiva según la experiencia masculina. Pruebas de choque de vehículos, estudios médicos... y la lista sigue y sigue. Las investigaciones científicas que se llevan a cabo tienen un sesgo de género y, como resultado, se asume como universal lo que es válido para el hombre.
La industria del deporte no es ninguna excepción. Como explica Christine Wu en su libro Up to Speed: The Groundbreaking Science of Women Athletes: “El ecosistema de la investigación no está pensado para dar cabida a distintos puntos de vista, sino para priorizar y favorecer la comprensión de la anatomía y el rendimiento masculinos. Pero es más sencillo usar la biología y la fisiología como excusa”.
Analiza cómo los estudios de la ciencia del deporte se han centrado en los atletas masculinos cisgénero y han aplicado los resultados a todo el mundo. Y no es que solo excluya a una gran parte de la sociedad, es que encima la compara con estándares que no la representan. Hay quien asegura que este planteamiento sesgado no es más que un descuido. Un descuido basado en la tan arraigada suposición de que todos los cuerpos son básicamente iguales, exceptuando los órganos reproductivos. Es un argumento difícil de defender, teniendo en cuenta que son esos mismos órganos los que provocan que a las mujeres se las trate como seres inferiores en el mundo del deporte, se las desprecie y se las excluya.
Las repercusiones de la brecha de datos de género también se perciben en el diseño de la ropa y el calzado deportivos. Con la excepción de contadas incursiones en el diseño para mujeres durante el auge del fitness en los años 70 y 80, las zapatillas de running se ha diseñado usando modelos masculinos y, por tanto, para pies masculinos.
Cuando se quiere ofrecer una zapatilla a un público femenino, simplemente se reduce la talla del modelo para hombre. Es lo habitual en el sector. Lo que vemos muy a menudo es una serie de tallas más pequeñas que se ofrecen en colores “típicamente” femeninos. Es decir, que se reduce el tamaño de las zapatillas y se las pinta de rosa.
El desarrollo de las Cloudspark es un síntoma del cambio crucial que se está gestando en la forma de diseñar productos desde su concepción. Y On no es la única marca que está abanderando esta transformación tan importante: cada vez se desafía más el modelo unisex establecido. “Hasta ahora, hemos basado el diseño de nuestras zapatillas en un modelo masculino”, explica Heenan.
Las Cloudspark fueron un proyecto iniciado por Ruth Heenan, Marieke Stasch (Product Manager), Meret Aebersold (Designer) y Dina Weisheit (Sports Scientist). El primer paso fue identificar en qué aspectos debían centrarse. Para ello, organizaron talleres internos, trabajaron con probadoras externas al equipo y, junto a Weisheit, analizaron datos sobre la anatomía femenina y los distintos estilos de running.
El equipo utilizó 47 000 análisis de formas de andar y datos de 1,2 millones de modelos de pies escaneados. Finalmente, identificaron tres factores comunes en el estilo de correr de las mujeres. El primero es que muchas corren en una posición ligeramente “sentada”. El segundo es que, posiblemente, necesiten despegues más potentes. Y el tercer y último factor es que cuanto más rápido van, más aumentan la frecuencia de las zancadas.
Basándose en estos hallazgos, el equipo creó una horma basada en más de un millón de modelos de pies de hombres y mujeres escaneados. Para hacer este molde, tuvieron en cuenta que las proporciones del pie masculino y femenino suelen diferir, y lo mismo ocurre con la escala entre las tallas pequeñas y grandes. Una vez que tuvieron la horma, el equipo empezó a experimentar con el diseño en el taller de On en Zúrich. “El taller nos da la posibilidad de crear experimentos tangibles. El primer paso es crear prototipos, aunque nos gusta llamarlos ‘Frankenteins’ porque están hechos de retales. Pero lo que menos nos preocupa en esta etapa es la apariencia: lo que nos interesa es explorar las sensaciones. Todo lo demás acaba llegando”, explica Aebersold.
Hubo varias rondas de prototipos que permitieron probar las zapatillas con runners de distintos niveles. Todas y cada una de las partes que componen la zapatilla se pensaron, se modificaron y se perfeccionaron hasta la saciedad. La geometría de los elementos Cloud, la forma del refuerzo de los ojales, el relleno en la zona del cuello... Todo.
Aparte de los datos cuantitativos, el equipo analizó los motivos que empujan a las mujeres a correr. “Las respuestas fueron muy dispares. Escuchamos tantas razones y motivaciones que nos dimos cuenta de que nuestra idea de crear una zapatilla que fuera más inclusiva tenía todo el sentido del mundo —afirma Heenan—. Queríamos una zapatilla que, al ponértela, te hiciera pensar: ‘Buah, qué maravilla. Noto el impulso y siento que corro más rápido’, esas sensaciones que, cuando empiezas a correr, aún no tienes”. El resultado es una zapatilla con upper de malla ligera transpirable y una parte inferior capaz de transformar la energía para propulsarte hacia delante. Una zapatilla que, además, sienta bien.
Una vez completado el diseño, la pregunta era inevitable: ¿deberíamos ofrecerla exclusivamente en tallas para mujer y posicionarla como un modelo para corredoras? Al fin y al cabo, se había diseñado con datos de pies femeninos.
La respuesta de On fue que las Cloudspark debían ser fieles a sus valores originales y, por tanto, estar disponibles para todo el mundo. Una reacción contra el modelo establecido por el sector, que clasifica el calzado según el género.
“Cada cuerpo es un mundo, así que tampoco parece justo limitar su disponibilidad por el tallaje. Siempre habrá alguien a quien le vendrá bien una zapatilla como esta”, dice Stasch.
Las Cloudspark han encendido la chispa del diseño inclusivo en el equipo (por algo se llaman así: “spark” significa “chispa” en inglés). “Esta experiencia nos ha dado una idea mucho más general que podemos extrapolar a las pruebas y al desarrollo de los demás proyectos —afirma Stasch—. A partir de ahora, seremos mucho más conscientes de ciertas brechas de datos que pueden causar sesgos invisibles en el diseño de productos”.
On se ha comprometido a diseñar la misma cantidad de zapatillas basadas en datos de pies femeninos que de pies masculinos. En la práctica, esto significa que la mitad de los nuevos modelos de calzado empezarán con una horma de la talla 44 de hombre, y la otra mitad, con una horma de la talla 38,5 de mujer. Es un sistema más igualitario a la hora de establecer quién prueba los prototipos iniciales y qué opiniones se deben tener en cuenta al validar el diseño. Además, garantiza una oferta de calzado más inclusiva. Y esto no ha hecho más que empezar.
Aebersold quiere seguir progresando en esta dirección: “Es estupendo ampliar nuestra gama de productos para adaptarla a las necesidades de distintos tipos de cuerpo y estilos de correr”.