

Ena Soukou siempre quiso ser una estrella de rock, pero nunca fue consciente de cómo el movimiento podía ayudarla a conseguirlo.
Texto de Robert Birnbaum. Ilustraciones de Maria Camila Ruiz Lora.
Es fin de semana de festival veraniego en el norte de Alemania. En una cancha, rodeados de escenarios y puestos de bebida, varios cuerpos sudados compiten en un animado partido de voleibol. En un rincón sombreado muy cerca de allí, un grupo imita los movimientos pausados de una yogui. Entre el skate park y la pista de baloncesto, se escucha el eco sutil de las notas de un bajo. Y, en medio de este caos, una carpa brinda refugio contra el ruido y el alboroto. En su interior, una voz cálida y expresiva cautiva al público. Se trata de SOUKOU.
Ena regala a quienes la escuchan un momento de paz. Para ella, este es también un instante de quietud dentro de una vida muy activa. La cantante alemana hace deporte todos los días, por lo que no es de extrañar que esté actuando en el About You Pangea Festival, una celebración del movimiento y la música. SOUKOU cuenta su historia con palabras sencillas. Palabras que, miradas de cerca, relatan mensajes personales muy arraigados. Queda más que confirmado en su nuevo EP, bloodline, en el que SOUKOU abre su corazón de par en par. Como me cuenta tras la actuación, la vulnerabilidad y la honestidad no le incomodan.
“Quiero que la gente escuche mis canciones prestando atención —explica—. Mi música es muy personal, por eso, si la escuchas, pronto me conocerás bastante bien. Me parece algo precioso, ya que no tengo razones para ocultar nada”.
“Creo que las canciones y las ideas surgen de las propias vivencias. Quiero que mi música cuente las historias que me pasan a mí, las cosas que me emocionan”.
Al parecer, esto viene de lejos. “Cuando era pequeña, quería ser una estrella de rock. Mi abuela siempre me decía ‘Solo tienes que cantar, niña, nada más’. En la adolescencia, complementaba la paga que me daban con bolos, actuaciones en bodas y cosas así. Comencé a escribir canciones relativamente pronto, sobre los doce años, y también trabajé con alguna productora por primera vez, pero nunca se llegó a publicar nada”.
A Ena Soukou, las cosas le empezaron a ir mejor cuando cambió Bochum por Berlin, donde actuó como Ena Wild con su primera banda. “Era lo más parecido a una banda de tecno análoga. Ahí por fin pude decir que era mi propio material”.
En la actualidad, sus influencias incluyen la música electrónica, el indie y el afrobeat. Ena escribe y toca música pop con el nombre “SOUKOU”, y lo hace sin publicista, discográfica ni mánager, apoyos con los que hoy cuentan la mayoría de artistas de éxito.
Con un grado en administración de empresas y una dilatada experiencia en el mundo de la música, Ena tenía claro que quería hacer las cosas a su manera. Pensaba que la industria no estaba hecha para artistas como ella.
“El sistema no está diseñado para beneficiar a los y las artistas. Me conozco bien y sé que no podría aceptar todo lo que conlleva. Primero sacas un álbum, luego lo promocionas y, después, quizás sacas un segundo. Si yo creo que [el álbum] no está listo para publicarse, quiero tener la libertad de posponerlo”.
A SOUKOU le gusta también la flexibilidad que ofrece ser una música independiente. Eso incluye tiempo para cuidarse con una buena dosis de ejercicio diario.
“Para mí, moverme es fundamental. Fundamental —insiste—. Creo que mucha gente se sentiría mejor mentalmente si hicieran algo de ejercicio todos los días”.
“Me encanta el CrossFit, pero, en este momento, lo que más hago es correr: 5 km al día. También me estoy leyendo un libro sobre la respiración (Breath, de James Nestor) que recomienda respirar más por la nariz. Correr hace que me sienta mucho más en forma”.
“Ahí veo la relación con la música: cantar no es más que respirar de manera controlada. Y siento la conexión entre música y forma física. Cuando el cuerpo está activo, la cabeza también lo está. Antes de cada actuación, hago 20 sentadillas y 20 flexiones para activarme. Así siento que estoy presente”.
Esta sinergia entre movimiento y música nos devuelve a la escena con la que empezamos: música, cultura, deporte y diversión en el About You Pangea Festival en el norte de Alemania.
“Estoy habituada a los festivales, pero no de este tipo —asegura Ena—. Mola mucho, pero me he tenido que acostumbrar. No hay nadie fumando, muy poca gente bebiendo alcohol... Al principio se me ha hecho raro”.
La mayoría de festivales de fin de semana se asocian a un tipo de hedonismo del que se tardan varios días en recuperarse. Por el contrario, en el About You Pangea Festival, los juegos para beber se sustituyen por partidos de vóley-playa, y la resaca del día siguiente, por unas agujetas saludables. Pero las largas noches sin parar de bailar y las multitudes eufóricas delante de los escenarios sí están presentes este fin de semana.
“Es una pasada mezclar deporte y fiesta, es una buena combinación y un festival muy chulo. Mi única condición para ir a un festival es que alguien me preste una furgoneta. Odio acampar, pero si me dejan una furgo, volveré seguro”, admite con una gran sonrisa.
Cuando no está sobre el escenario, en el estudio de grabación o corriendo, Ena, que rebosa alegría de vivir, dedica el tiempo a reunir a las personas de su comunidad.
A Ena le interesan mucho las historias de la gente, incluso de aquella que se encuentra por la calle y no conoce de nada. “Siempre me muestro abierta y cariñosa cuando conozco a alguien. Me gusta mucho rodearme de gente, sobre todo, si desprenden energía positiva; eso me levanta el ánimo”.
Sin embargo, cuando se zambulle en el poder sanador del running, prefiere hacerlo sola, bien escuchando un pódcast o un álbum entero en una salida larga. “Cuando la cabeza no me da más de sí, me voy a correr y acabo viendo las cosas con mayor claridad”.