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Ropa y Calzado Tecnico Suizo

KLABU

La iniciativa global apoyada por Right To Run que acerca el deporte y la interacción social a las comunidades de refugiados.

Texto de Karen Edwards. Fotografía de Coco Olakunle y Jean Marie Manirakiza.

El neerlandés Jan van Hövell solo tenía 18 años la primera vez que llegó a un campo de refugiados de Ghana. Fue como cooperante con Naciones Unidas y rápidamente se dio cuenta de que, en todos los campos, el foco se ponía en cubrir las necesidades básicas para sobrevivir. Las oportunidades de hacer deporte, ponerse en forma e interactuar con las demás personas eran prácticamente inexistentes. Cuando regresó a los Países Bajos, Van Hövell no pudo dejar de dar vueltas a ese desequilibrio. Después de ejercer como abogado en derecho de sociedades durante cinco años, dejó su trabajo y volvió a África, esta vez a Kenia, decidido a buscar soluciones a la falta de acceso al deporte. Allí conoció a Sadumba, Jean Marie, Paul, Isaac y muchas otras personas del Asentamiento Integrado de Kalobeyei, y este fue el inicio de KLABU (que quiere decir “club” en suajili).

Jan van Hövell: Para mí, el deporte siempre ha sido algo muy importante. Me hace sentir bien, sano, y tiene la capacidad de unir a la gente a través del amor común por un juego. Jugar con otras personas y sentir la alegría y el espíritu de equipo que nacen del deporte es maravilloso. Da igual si eres de los Países Bajos, de Sudán del Sur o de cualquier otro país; cuando juegas con los demás, conectas con ellos y disfrutas de su compañía.

“Sentir la alegría y el espíritu de equipo que nacen del deporte es maravilloso”.

JvH: En todo el mundo, hay más de 120 millones de personas desplazadas. En 2017, propuse al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) una solución estructural para acabar con la falta de oportunidades de acceder al deporte en los campos de refugiados. Pude poner mis ideas en práctica en el campo de Kalobeyei, en el noroeste de Kenia, donde más de 70 000 personas de diez nacionalidades están tratando de rehacer sus vidas.

JvH: El principal problema era la falta de ropa y equipamiento. Hay organizaciones sin ánimo de lucro que ofrecen sesiones de entrenamiento para refugiados, pero mucha gente no puede participar porque no tiene calzado, balones ni equipación adecuada. Cuando llegué a Kalobeyei, conocí a Sadumba y otros miembros jóvenes de la zona, que me ayudaron a entender qué es lo que impedía la llegada del deporte a los campos. Y nos pusimos manos a la obra para solucionarlo con la colaboración de la comunidad.

JvH: En 2018, KLABU creó la primera “biblioteca deportiva” en Kalobeyei. En vez de prestar libros, se presta material deportivo que debe devolverse tras su uso. El equipo local, incluidos Sadumba, Nyagoa, Paul y Jean Marie, se encargan de que se devuelvan todos los artículos y de mantenerlos en buen estado. Fue un éxito rotundo. Cuando me mandaron una foto de la gente haciendo fila para sacar equipación me puse contentísimo.

Paul: “Klabu” significa “club” en suajili. Con ayuda de KLABU, Kalobeyei ofrece fútbol, bádminton, tenis de mesa, ajedrez, cartas y yoga. Quienes más se benefician de las sesiones son la gente joven y es habitual que participen niños y niñas de tan solo diez años. También hay un club de running femenino liderado por Nyagoa, originaria de Sudán del Sur. Todas las semanas asisten unas treinta personas entre niñas y mujeres jóvenes. Los deportes más populares son el fútbol y el voleibol, y las botas de fútbol son el artículo de la biblioteca que más se presta. 

JvH: Tras el éxito de la biblioteca deportiva, en 2019 se abrió un club social. Se instalaron paneles solares para que la gente pudiera ir allí a ver la televisión, conectarse a internet, jugar o escuchar música. Poco a poco fue ganando adeptos y, ahora, el club social es un lugar de reunión donde se forjan amistades y se disfruta de los pequeños placeres de la vida. 

Sadumba: El club está abierto a toda la comunidad. Hay siete personas encargadas de mantenerlo: cuatro gerentes, dos guardias de seguridad nocturnos y alguien que limpia las instalaciones y lava las equipaciones. Se esfuerzan para que todo el mundo se sienta cómodo y seguro. Nuestros entrenadores son consultores deportivos voluntarios de Kalobeyei, a menudo jugadores retirados que conocen muy bien los deportes. 

Jean Marie: KLABU une a la comunidad del campo de refugiados de Kalobeyei y a la gente local. En el club social, organizamos distintas actividades: veladas musicales en directo, clases de yoga, eventos culturales... Todo pensado para que la gente pueda expresar su identidad a través del movimiento y la música. En mi caso, puedo compartir la cultura de la República Democrática del Congo.

JvH: Ahora, tenemos clubs sociales en Kenia, Bangladés, Brasil, Grecia y dos en los Países Bajos. Cada año llegamos a unas 35 000 personas a través de estas seis ubicaciones. KLABU se gestiona, casi en su totalidad, con el esfuerzo de las comunidades. Las personas en los campos de refugiados se encargan de desarrollar el concepto y de tender puentes en función de las necesidades existentes.  En cada sitio ofrecemos distintos deportes según los que sean más populares en esa región. Cada club social tiene una camiseta KLABU personalizada con el nombre del campo seguido de la palabra “spirit” estampados en el escudo del pecho. Hacemos hincapié en el espíritu de superación que hace falta para salir adelante en situaciones complicadas.

JvH: Con la ayuda de On, estamos planeando abrir otros tres clubs sociales en nuevas ubicaciones. El primero se creará en Mauritania, en la frontera con Mali, donde actualmente viven cerca de 10 000 personas. Gracias a la campaña Right To Run de On, también podemos visitar otros campos y conocer a sus comunidades.

Paul: Desde que formo parte de KLABU, he notado un cambio enorme en mis habilidades sociales. Me resulta más fácil entenderme con los demás y comunicar mis experiencias. Ha repercutido en mi vida de manera positiva después de dejar Etiopía. Utilizo el wifi para conectarme a internet y estudiar mi grado en Desarrollo Sostenible. KLABU es un trampolín para el talento de la gente joven de Kalobeyei.

Sadumba: KLABU me ha dado la oportunidad de volver a jugar al fútbol, un deporte que me encanta. Siempre he jugado al fútbol, pero cuando llegué a Kalobeyei en 2016 con mi familia (excepto mi padre, que se quedó en Sudán del Sur), KLABU aún no existía y no había opción de acceder al deporte. La vida se me hacía cuesta arriba. Tenía muchas cosas en la cabeza, pensaba mucho en cómo tuvimos que escapar de mi país y empezar una nueva vida en otro lugar. Fui uno de los primeros en apuntarse al equipo local KLABU. Me dio la oportunidad de hacer amigos y conocer a chicos jóvenes como yo. Ahora entreno a uno de los equipos de fútbol más grandes de la región y la gente sabe quién soy gracias a KLABU. Me hace muy feliz.

“Me dio la oportunidad de hacer amigos y conocer a chicos jóvenes como yo. Ahora entreno a uno de los equipos de fútbol más grandes de la región”.

Con la ayuda de Right To Run de On, KLABU va a abrir tres nuevos clubs sociales en campos de refugiados de distintas partes del mundo. Para conocer cómo puedes contribuir, visita KLABU.