

¿En qué consiste el ekiden? Atraen a decenas de millones de espectadores y son los eventos deportivos más prestigiosos de Japón. Sin embargo, estos relevos de larga distancia, apenas se conocen fuera de su isla natal.
Texto de Mike Stuart. Fotografía de Iori Matsudaira.
El ekiden japonés es una carrera de relevos única en su especie. Los terrenos y las distancias varían en cada etapa, por lo que la victoria no depende solo de la velocidad individual de cada corredor, sino de que atletas con distintas capacidades tomen el Tasuki (una banda de tela que hace las veces de testigo) y se lo pasen de uno a otro en el momento adecuado para poder ganar entre todos. La clave es compartir una meta y esforzarse juntos, darse energía unos a otros. Pero lo que diferencia al ekiden no es solo su formato, sino su representación única del espíritu de equipo y de superación.
Hace más de un siglo, mucho antes de que se popularizaran los maratones, el ekiden japonés transformó las carreras de larga distancia, convirtiendo un deporte solitario en una apasionante prueba de relevos por equipos. Sus participantes se han convertido en auténticas celebridades y los niños aspiran a seguir, literalmente, sus pasos.
El término ekiden nace de la combinación de las palabras japonesas “eki” que significa “estación” y “den” que se traduce como “transportar” o “llevar”. Su nombre proviene del sistema de transporte utilizado para enviar documentos gubernamentales mediante un relevo de caballos y hombres en el antiguo Japón.
El ekiden adquirió importancia especial ya desde su primera carrera. El primer ekiden tuvo lugar el 27 de abril de 1917 para conmemorar el 50º aniversario de Tokio como capital de Japón. Para festejar la ocasión, dos equipos recorrieron los 508 km que separan Kioto (la capital histórica) de Tokio (que se había convertido en la capital del gobierno Meiji de Japón). Un equipo representaba a la región de Kanto (Tokio), mientras que el otro representaba a la de Kansai (Kioto/Osaka).
La carrera tuvo lugar en una nueva carretera creada a lo largo de la antigua ruta entre las dos ciudades. Con ella quería transmitirse un mensaje de unión entre el viejo y el nuevo Japón, pero también demostrar los avances en las infraestructuras, poniendo de manifiesto la rapidez con que los equipos terminaban la carrera. El equipo de Kanto consiguió acabar en 41 horas y 44 minutos: un tiempo rápido para 508 Km pero que, aún así, no deja de ser demasiado para la mayoría de los mortales. El ekiden comenzaba así su andadura por todo lo alto.
Hoy en día, las carreras de ekiden se celebran en todo el país y los equipos no tienen que recorrer más de 500 km. En el ekiden estándar, equipos de seis personas corren la distancia de un maratón (42,2 km) en etapas individuales de unos 10 o 15 km. Pero lejos de ser un deporte de élite, también presenta formatos de carrera para todas las edades y niveles, desde niños pequeños hasta veteranos con amplia experiencia.
Para muchos, la magia del ekiden reside en que se corre en equipo. La emoción está garantizada si tienes en cuenta que el desarrollo de la carrera puede cambiar cada vez que un corredor pasa el Tasuki a otro.
A los espectadores les encanta este suspense, ¿pero y a los corredores? Hemos hablado con los atletas de ekiden de la Universidad de Surugadai para conocer su punto de vista. En el momento de nuestra conversación, este equipo con sede en Hanno, en la prefectura de Saitama y a unos 40 km al noroeste de Tokio, se estaba preparando para competir en el Hakone Ekiden, la más prestigiosa de todas las carreras ekiden y de la que hablaremos más adelante.
Un tema recurrente en nuestra charla es cómo el ekiden representa cualidades altamente valoradas en la cultura japonesa.
Kio Furuhashi, equipo de ekiden de Surugadai
“En atletismo, tú corres solo y el resultado es solo tuyo”, explica Taiga Tosen, corredor de Suruguadai. “En el ekiden no se trata solamente de tu fortaleza, sino de la de todo el grupo. Es un auténtico deporte de equipo”.
Para el capitán del equipo de ekiden de Surugadai, Toshimune Niiyama, el Tasuki es un símbolo de la unión entre sus miembros. Llevarlo puesto es un recordatorio constante de la importancia del esfuerzo colectivo e infunde energía en los atletas para dar lo mejor de sí mismos en su parte de la carrera.
“Cuando llevo el Tasuki soy mucho más consciente de mi vínculo con el equipo”, añade. “Sé que tengo que pasarlo al siguiente corredor y que ese es mi principal objetivo. Eso me da energía e impulso para seguir corriendo. Cuando llevo el Tasuki siento que el apoyo del resto del equipo me acompaña”.
Kio Furuhashi, su compañero, comparte su opinión. “Cuando corres [en un ekiden] eres consciente de que, si en ese momento el ritmo de la carrera disminuye, tú serás el causante. Creo que esto está íntimamente relacionado con el valor del autosacrificio en la cultura nipona. El ekiden obliga a cada corredor a concentrarse más en su rendimiento, mucho más que en otros deportes de equipo como el baloncesto o el fútbol.
“Tu compañero de equipo te entrega una responsabilidad y la llevas sobre tus hombros hasta que se la pasas al siguiente. Se trata de un deporte de equipo, pero al mismo tiempo se juega en solitario”.
Además de exponer valores intrínsecos a la sociedad japonesa, el ekiden es todo un acontecimiento cultural, especialmente durante los rituales del periodo de Año Nuevo, cuando una gran parte de la población se da cita para asistir a una de sus carreras más importantes: el Hakone Ekiden.
La carrera de relevos Hakone Ekiden es uno de los espectáculos deportivos más destacados del país. Se celebra el 2 y 3 de enero de cada año, y cuenta con equipos de 10 corredores de las universidades más importantes de Japón.
Este formidable relevo comienza en el bullicio del pleno centro de Tokio y se dirige a continuación hacia la belleza agreste del monte Fuji. Regresa al cabo de dos días, tras haber recorrido una distancia de más de 200 km. Compiten 20 equipos de alto nivel, compuestos por 10 universitarios que recorren unos 20 km diarios cada uno. Y lo hacen realmente rápido. La mayor parte de ellos tienen tiempos parecidos a los que logran los ganadores profesionales de medio maratón en cualquier parte del mundo.
El Hakone Ekiden se fundó en 1920 con la ayuda de Kanakuri Shiso, un corredor de la carrera ekiden original de 1917. Su historia es demasiado especial para no compartirla aquí. Kanakuri, el primer corredor de maratón olímpico de Japón, compitió en los Juegos de 1912 en Estocolmo, pero la carrera no salió según lo planeado.
Tras un duro viaje de 18 días en barco y ferrocarril Transiberiano, Kanakuri llegó agotado a Suecia. Las dificultades para adaptarse a la cocina local y las condiciones inusualmente cálidas del día de la carrera no hicieron más que agravar sus problemas.
A los 30 km aproximadamente, tuvo que detenerse en una casa cercana al circuito para pedir un vaso de agua. La familia dejó que Kanakuri descansara en su sofá, pero el corredor se quedó dormido y no se despertó hasta la mañana siguiente.
Avergonzado de no haber podido terminar, Kanakuri regresó a Japón sin decir ni una palabra a los jueces de la carrera. Y estuvo en la lista de desaparecidos en Suecia durante 50 años, hasta que las autoridades descubrieron que había vuelto a Japón. En 1967, la televisión sueca le invitó a volver y terminar la carrera. Kanakuri aceptó y, además, batió el récord del maratón mas lento de la historia, con un tiempo de 54 años, 8 meses, 6 días, 5 horas, 32 minutos y 20,3 segundos. Cuando el Japan Times le preguntó por la carrera, Kanakuri respondió: “Ha sido un recorrido muy largo. Por el camino, me he casado, he tenido seis hijos y diez nietos”.
Kanakuri compitió también en los Juegos Olímpicos de 1920 y 1924 (un hecho que parece haber escapado a las autoridades suecas), pero su papel en la creación del Hakone Ekiden representa su mayor legado.
A veces denominada “la mayor carrera del mundo”, el Hakone Ekiden ocupa un lugar de honor en las celebraciones de Año Nuevo en Japón, con niveles de audiencia televisiva que pueden alcanzar los 65 millones de personas (aproximadamente la mitad de la población del país).
“Mi familia siempre se reúne para celebrar el Año Nuevo y el Hakone Ekiden está siempre en la televisión”, nos cuenta Niiyama. “Para los japoneses, ver juntos el Hakone Ekiden es el vínculo principal del país con el mundo del atletismo, mucho más que otros eventos o carreras en los que se pueden batir récords mundiales”.
“Creo que la razón por la que el ekiden es tan importante para los japoneses es porque está íntimamente ligado a recuerdos de reuniones familiares”.
Tosen también guarda recuerdos entrañables del Hanoke Ekiden como una tradición de Año Nuevo: “Es una experiencia que comparten muchísimos japoneses: acurrucarse cómodamente junto al kotatsu (una especie de mesa camilla baja con brasero) para celebrar el Año Nuevo, encender la tele y ponerse a ver juntos el Hakone Ekiden. Forma parte de nuestra cultura”.
Quizás sea en el Hakone Ekiden donde se pueda apreciar mejor todo el espíritu del ekiden japonés. Los corredores lo dan todo por sus equipos, y eso salta a la vista. Es emocionante ver la retransmisión, pero va mucho más allá de ser un acontecimiento televisivo. La esencia del ekinen representa un valor esencial para la sociedad nipona.
Ese mismo sentido del honor que motivó a Kanakuri Shiso a abandonar Suecia sin decir palabra es el que motiva a los corredores de ekinen a darlo todo para no defraudar a su equipo. En su análisis sociológico del ekiden, The Sociological Analysis of Ekiden, Japan’s Long-Distance Relay Road Race, Akira Ohira explica que, desde sus orígenes, los valores del ekiden están estrechamente ligados a los de la sociedad japonesa.
“Si observamos la historia de su desarrollo, podemos ver que a los organizadores de la carrera también les preocupaba la nueva situación política del país”.
“Resulta razonable afirmar, por lo tanto, que el ekiden hace hincapié en la combinación del esfuerzo físico individual con el trabajo en equipo y la dedicación: precisamente la clase de valores que los dirigentes del país querían inculcar en los jóvenes japoneses”.
Este mismo espíritu de sus inicios sigue presente en el ekiden de hoy, como confirman sus corredores de Surugadai:
– Toshimune Niiyama, equipo de ekiden de la Universidad de Surugadai
Si esta insólita combinación de carrera individual y colectiva te parece asombrosa, imagina cómo sería para un joven de quince años recién llegado de Kenia, un país famoso por ser cuna de corredores de élite de media y larga distancia.
En esa situación se encontraba Cyrus Njui a su llegada a Japón con una beca de atletismo en 2001. “En Japón, el ekiden es lo más. Es la prioridad de todos los corredores. No hay nada que alcance ese nivel”, explica Cyrus. “Mi primer ekiden fue el de Aoto, que va de Aomori a Tokio, ¡casi tres días de carrera!”
Esta inaudita combinación de carrera de larga distancia y trabajo en equipo le causó una profunda impresión. “En Kenia hacemos carreras de relevos, pero no son así. Son solo de cuatro personas y una distancia de 6,5 km. En un ekiden hay, al menos, seis corredores y cada uno de ellos tiene su propia estrategia y sus puntos fuertes”.
Esta combinación de corredores con sus distintas habilidades es lo que a Cyrus le parece más fascinante de los ekiden. “Incluso cuando un corredor es lento, esto motiva a los más rápidos a recuperar los kilómetros perdidos. Esa voluntad de apoyar y dar ánimos (‘No lo he hecho muy bien, pero te deseo suerte para recuperar lo que he perdido’), esa idea de trabajo en equipo, es de lo más estimulante. Es una motivación increíble”.
Para Cyrus esto forma parte de la mentalidad japonesa, del espíritu samurái. “Aquí los corredores nunca pierden la esperanza, nunca. Incluso cuando sienten dolor o se sienten derrotados, siguen adelante. Ellos me contagiaron este espíritu que nunca me ha abandonado”.
Aunque las carreras internacionales de ekinen son cada vez más frecuentes, fuera de Japón sigue siendo un formato poco habitual. Es una pena, porque todos tendríamos mucho que aprender de su filosofía. Sobre todo que, cuando nos esforzamos por el bien del equipo y no solo por el propio, alcanzamos niveles insospechados de esperanza y determinación.
¿Habría terminado Kanakuri Shiso la carrera en Estocolmo si hubiera formado parte de un equipo de ekiden en lugar de correr solo? Nunca lo sabremos. Pero es posible que ese espíritu guerrero lo hubiera empujado hasta la meta.