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Agathe Guillemot: nacida para correr

La atleta francesa despega en un año en el que ha destrozado marcas personales, récords nacionales y las ilusiones de sus rivales. ¿Su destino? La escena mundial.

Texto de Andy McGrath. Fotografía de James Rhodes.



“Si fuera un animal, sería un gato” —asegura Agathe Guillemot—. Puede estar descansando tranquilamente y pasarse el día durmiendo, pero si tiene que correr, sale como una bala. Además, es independiente y no necesita a nadie”, dice riendo. 


¿Siente Guillemot en algún momento la fricción entre la calma y la ferocidad felinas? “Sí, pero al mismo tiempo, aunque el gato pueda atacar, sigue mostrando dulzura y elegancia”. 


Salta a la vista en su estrategia de competición: en la prueba de los 1500 m, Guillemot aguarda pacientemente en el pelotón casi hasta el final y, en la recta final, sale disparada con un ritmo feroz. Hasta su peculiar manera de celebrar las victorias tiene inspiración felina: levanta los dedos meñiques de ambas manos como si fueran orejas de gato. Es un gesto que hemos visto varias veces en 2024, año en que la atleta francesa de 25 años ha demostrado su aplastante talento. Un título francés, el bronce en el Campeonato Europeo y cuatro nuevas plusmarcas nacionales en el plazo de seis meses han asfaltado el camino a su soñado debut en los Juegos de París.

En suelo patrio, las gradas rugían su nombre cuando pulverizó el récord francés [3:56:69] y se coló en la final de los 1500 m, quedando novena en una carrera reñidísima. 

Nada mal para una atleta que, hace solo tres años, se dedicaba al heptatlón antes de enamorarse de la media distancia.

Cuando pone los pies en la pista, Agathe se transforma. Ella dice que se trata de “una versión mejorada de mi yo cotidiano. Cuando corro, vivo el momento y pongo en ello toda mi energía. Lo único que me importa es llegar a la meta, correr rápido y adelantar a las demás”.

Lo único que me importa es llegar a la meta”.

Guillemot es de Pont-l’Abbé, un municipio de la Bretaña francesa. Esta región, ubicada en el noroeste del país, se caracteriza por un clima severo y una población orgullosa de su rico patrimonio y su singular cultura. 

“En el colegio todavía se enseña bretón. Me gusta estar conectada a mi tierra, forma parte de mi historia y de mi carácter: Soy bretona pura”, afirma. Esto significa que es implacable y se esfuerza hasta llegar al límite. “Los bretones somos tenaces y no dejamos las cosas a medias”, dice. 

Le inculcaron la competitividad desde la infancia. Entre su hermano Thomas (un año mayor) y ella, todo era una carrera. A ver quién llegaba primero al coche, a ver quién llegaba primero a la playa... Se acuerda de levantarse temprano para ver a los atletas luchar por el oro en la prueba de los 100 m en los Juegos de 2008. Pero no se conformaba con observar desde el sofá: ver Roland Garros era un estímulo para salir al jardín a jugar un minipartido.

Con una madre bailarina y un padre en las Fuerzas Especiales del Ejército Francés, a la familia Guillemot le va la marcha. “Mis padres me pidieron que eligiera dos deportes. Pero ese era el mínimo, a veces practicaba hasta cuatro o cinco. Uno distinto cada año”, recuerda Agathe. 

A los ocho años, ganó la carrera infantil Torche de su pueblo (cuya distancia es de un kilómetro) y ese momento fue un punto de inflexión: a partir de ahí, se centró en un solo deporte. “¿A qué club me tengo que apuntar para hacer esto todos los días?”, preguntó a su madre al finalizar la carrera. “Entré en un club local, Club Athlétique Bigouden, y desde entonces no he dejado de correr”, me cuenta.

A la vez que cosechaba victorias, se fue haciendo un hueco en las disciplinas de heptatlón y pentatlón. “Me encantaba la variedad y no quería limitarme a una sola actividad —afirma Agathe—. Me daba miedo caer en el aburrimiento. Con tantas disciplinas, me aseguraba de que eso no pasara”.

“Me encantaba la variedad y no quería limitarme a una sola actividad”.

“Aprendí cosas que dudo que hubiese interiorizado si me hubiera especializado demasiado pronto en la media distancia. Por ejemplo, a gestionar mis emociones. En heptatlón, si te sale mal una prueba, tienes que pasar página y olvidarte del tema antes de ir a por la siguiente. Eso me ha ayudado mucho”.

Su progreso en las pruebas de lanzamiento se estancó y, para colmo de males, en 2020 se lesionó un pie en plena pandemia de covid-19 y apenas pudo correr. Este tiempo de recuperación le dio la oportunidad de reflexionar y habló con su entrenador para ver si podía probar con los 1500 m.

“Me encanta. Siempre me había dado un poco de miedo el entrenamiento, el aburrirme de hacer siempre lo mismo: correr, correr y correr. Pero hay tantas maneras de correr y tantos tipos de sesiones que el aburrimiento no ha sido un problema en absoluto y disfruto mucho de los entrenos. Me di cuenta de que, quizás, podía seguir mejorando y llegar a lo más alto en el medio fondo”.

Agathe no se comprometió plenamente con los 1500 m hasta hace tres años. Hasta entonces, había estado compaginando el deporte con los estudiosde Ingeniería de Obras Públicas en el instituto INSA Rennes. La idea era graduarse en 2025. El centro le permite estudiar a distancia y cambiar la fecha de los exámenes cuando hace falta. “No todo es atletismo. También quiero usar mi cerebro para otras cosas”, dice.

Sin embargo, centrarse al 100% en el atletismo en un año marcado por el deporte ha dado resultados. En solo seis meses, Agathe batió cuatro récords nacionales franceses: la milla, los 1500 m en pista cubierta y al aire libre, y los casi olvidados 2000 m. “Para mí, el más especial fue el de los 1500 m al aire libre en la Diamond League de París, porque no batí el récord, lo pulvericé. Todos los atletas estaban a tope, batiendo sus mejores marcas. Durante la carrera, supe que lo iba a lograr porque iba siguiendo la Wavelight [sistema lumínico que marca el ritmo] y la pasé cuando me quedaban 300 metros para la meta... Es un reconocimiento a mi trabajo y ha supuesto un subidón de confianza en mí misma”. Rebajó en cuatro segundos su mejor crono, bajando de los cuatro minutos por primera vez: 3:58:05.

Su medalla de bronce en el Campeonato Europeo de junio fue “una sorpresa”, ya que en la final la mayoría de las participantes tenían mejores RP que ella. Pero si algo ha descubierto la bretona es que tiene el talento para ganar medallas en finales más pausadas y estratégicas, y la capacidad innata para devorar metros a toda velocidad.

“En la Diamond League de París no batí el récord, lo pulvericé”.

Estas actuaciones estelares son el fruto de tres años de esfuerzos arropada por el que ha sido su entrenador durante mucho tiempo, Marc Reuzé. “Este año, he tenido la suerte de no lesionarme, y creo que eso ha tenido mucho que ver. Llevo desde septiembre entrenando como quería hacerlo y siguiendo el programa al pie de la letra”, explica Agathe.

Un día normal de entrenamiento consiste en dos sesiones. La de la mañana puede ser correr y mejorar la velocidad; y la de la tarde, incluir trabajo en pista, sesiones a ritmo máximo, recuperación en bici estática o ejercicios de fuerza en el gimnasio.

Reuzé se asegura de que los atletas a los que entrena pongan énfasis en los sprints. Al fin y al cabo, en una carrera de cuatro minutos, los márgenes son bastante apretados. “Comparto sesiones con velocistas: la campeona francesa de los 100 m [Gémima Joseph] está en mi grupo. Se ve que soy buena al final de la carrera y que puedo recuperar dos o tres posiciones. Creo que es gracias a los entrenamientos con aceleraciones y al trabajo que hemos hecho con los músculos para que aguanten hasta el final”, afirma Agathe.

En el fondo, ganar una carrera de media distancia es cuestión de buena sintonía entre la cabeza y las piernas. “Trabajo mucho en los cambios de ritmo. Nada está decidido hasta el final, nunca hay que dejar de creer. En la última recta, todas estamos igual de cansadas, pero la ganadora cree un poco más fuerte que las demás, aunque también tiene que ser capaz de acortar distancias y apretar el acelerador”.

Rebajar su marca personal en cuatro segundos es solo el principio y sus éxitos irán en aumento. Agathe está lista para descubrir hasta dónde le lleva su viaje en el mundo del running, confiada de que ha elegido la distancia que mejor se adapta a su identidad.

“Correr me hace sentir que soy yo misma. Creo que he nacido para ello. Me da la oportunidad de viajar y conocer a gente, de salir, correr por parques y explorar la naturaleza. Es una excelente manera de vivir en el mundo real y me ayuda a reconectar con un montón de cosas”.