

Jayda G, la DJ nominada a los Grammy, y los neurocientíficos de Kinda Studios explican la magia que hay detrás de los temas de running.
Texto de Tom Barnfield. Fotografía de Daniel Shea.
Los recuerdos más auténticos que tenemos de cuando corremos poseen su propia banda sonora. Hablamos de canciones que hacen que los kilómetros se pasen volando, que activan la kinesis (elestado de flow) o hacen referencia a la belleza caótica de la experiencia humana a través de los infinitos bucles que nos conectan a todos.
La ciencia tiene una explicación para todo esto, algo en lo que la productora y DJ nominada a los Grammy, Jayda G, es experta. Su formación en toxicología medioambiental y su conocimiento científico hacen que la artista entienda perfectamente qué es lo que nos mueve.
Para celebrar el lanzamiento de la nueva Colección Cloudmonster, On ha reunido a Jayda y al equipo de neurociencia de Kinda Studios con sede en Londres. Y les ha pedido que compongan la canción perfecta para correr. El resultado es Keep The Feeling (Energy Mix). “Son las dos partes de mi personalidad”, dice Jayda, “mi lado más friki y científico, y mi lado musical”.
Para arrojar un poco de luz sobre la magia (y la lógica) que hay detrás de la canción, Kinda Studios y Jayda G han compartido los seis elementos fundamentales que debe tener un tema para que funcione en el running, así como la explicación científica del porqué.
Es evidente que el “drop” es fundamental. El “drop” de una canción es la parte que sigue a una acumulación de sonidos, una pausa y luego un repentino cambio de ritmo o línea de bajo. Es el momento del subidón. “Es como una recompensa, la típica sensación de euforia posterior al fin de algo”, afirma Robyn Landeau, de Kinda Studios. “Nuestro cerebro es una máquina que genera predicciones: reconoce la estructura y se anticipa al drop. Cuando nuestra expectativa se cumple, recibimos un gran chute de dopamina \[un tipo de neurotransmisor asociado a los sentimientos de felicidad y recompensa]. Y eso nos lleva a buscar la misma sensación más y más veces”. Jayda está de acuerdo con esto. “Se trata de alternar momentos altos y bajos, de diseñar un viaje. Así se crean estos temas”.
Hablemos del ruido rosa, que es la frecuencia de sonido que produce el viento en los árboles, el fluir de un arroyo o el beicon al tostarse. Robyn nos cuenta sobre este ruido: “Solo se encuentra en la naturaleza y estimula el sistema nervioso parasimpático. Son patrones neuronales que nos ayudan a relajarnos y a ser más creativos y flexibles. Tu concentración aumenta y te permite encontrar el estado de flow con mayor facilidad”. Jayda también recurre a la naturaleza. “Es un estado mental de conexión con la realidad que me ayuda a salir de los bucles”. La forma más rápida de ampliar nuestros horizontes consiste en buscar la conexión con la naturaleza: la ciencia defiende que movernos al aire libre nos aporta un plus de salud y de creatividad.
Échale un vistazo a este vídeo en YouTube. Para Jayda, la música es una herramienta que le ayuda a potenciar su concentración. “Cuando hago cálculos matemáticos, puedo escuchar música con letra. Es como si entraran en funcionamiento dos partes distintas de mi cerebro”. La ciencia que estudia las ondas cerebrales explica el porqué: “Nuestras ondas cerebrales transmiten frecuencias que cambian nuestro ánimo. Las ondas cerebrales rápidas ayudan a estimular el pensamiento activo y las lentas nos ayudan a relajarnos y meditar. Lo genial es que podemos generar estas ondas a través del sonido”. Las ondas gamma son ondas cerebrales de baja frecuencia provocadas por ritmos binaurales. “Al reproducir tonos diferentes en cada oído, de 20 y 60 hercios respectivamente, nuestro cerebro computa una frecuencia nueva de 40 hercios”. Y esta longitud de onda favorece una concentración tranquila pero atenta.
“La música de Prince me hace sentir supercreativa”, confiesa Jayda. “Sus progresiones de acordes son de lo más interesantes”. Tiene sentido, ya que las estructuras de acordes inusuales o disonantes estimulan nuestra manera de pensar. Según nos cuenta Robyn, “cambian la forma en que procesamos la información. Los tonos inusuales amplían nuestro ámbito de procesamiento de la información”, lo que nos ayuda a “pensar con creatividad y abrir la mente”.
¿Pueden latir nuestra mente y nuestro cuerpo al unísono? “Cuando escuchamos una canción, nuestro corazón y nuestro cerebro laten juntos hasta alcanzar las mismas pulsaciones por minuto (BPM) y la misma frecuencia”, afirma Robyn. Este fenómeno fisiológico y neurológico se llama sincronía y Jayda sabe bien que está detrás de la mayoría de los momentos musicales que consideramos sagrados. “Hemos venido a este mundo para sentirnos conectados con el resto de las personas. Eso es lo que significa estar realmente vivo”.
“Cuando ocurre algo inesperado, se produce un subidón de dopamina”, afirma Robyn. “Es ese punto dulce de disfrute, a caballo entre la novedad y la familiaridad. Y estas constantes rupturas de las expectativas nos sorprenden y nos encantan”. Pero no se trata de conseguir este efecto añadiendo elementos. Y en este punto confiamos en lo que dice Jayda: “Para crear grandes cosas, muchas veces necesitas eliminar otras”. La energía, como la vida misma, se basa en el equilibrio.
Disfruta aquí de Keep The Feeling (Energy Mix) de Jayda G. Un tema inspirado en la neurociencia.
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