La atleta y el artista
Cuando el rapero Rejjie Snow, nacido en Dublín, sale a correr con Izadora Joseph y sus compañeros del club de running de Brooklyn Black Roses, se mueven al ritmo de la ciudad.
Texto de Laura Markwardt. Fotografía de Daniel Shea. Vídeo dirigido por Mollie Mills.
El sol ya se ha levantado y la gente de Nueva York se ha puesto en marcha: creaciones, conexiones, conversaciones... Es la primera vez que el rapero Rejjie Snow sale a correr con Izadora Joseph, de Brooklyn.
Rejjie está inmerso en un viaje apasionante. De madre irlandesa y padre nigeriano, Rejjie Snow nació como Alex Anyaegbunam en Irlanda en la zona norte de Dublín. El jazz y el ska fueron la banda sonora de su infancia, mientras que su adolescencia se vio influida por el arte callejero y el atractivo transatlántico de artistas como Nas y Wu-Tang. Como buen deportista, Rejjie ganó una beca para jugar al fútbol en la universidad de Florida y, después, acabó instalándose en Londres, desde donde ha compartido su creatividad única con todo el mundo.
Iza, nacida en Haití y afincada en Nueva York desde 2008, jugó al voleibol en la universidad. Más tarde descubrió su potencial en el atletismo y se unió a Black Roses, un grupo a la vanguardia del movimiento mundial de clubs de running de corredores atípicos. Tras años de entrenamiento autodidacta, Black Roses le dio a Iza la responsabilidad que anhelaba.
La visión y la ambición impulsan tanto a Rejjie como a Iza. Las calles les esperan. El entusiasmo es auténtico y hay que aprovecharlo: es hora de moverse.
La ruta serpentea por el saturado paisaje sonoro del barrio. Cruzan a toda prisa hacia Queens, donde el ambiente cambia sutilmente: las vistas y las bandas sonoras van cambiando manzana a manzana. Sus sentidos se activan: "Correr entre la multitud es como un juego", dice Iza. "Sí —dice Rejjie—, te sientes como un niño".
Su instinto les une: "Es como moverse al compás, ¿sabes? Todos somos uno, al unísono con la ciudad y los sonidos", dice Rejjie.
El arte y el atletismo no parecen ir de la mano, pero lo que los une es mucho más que lo que los separa. El oficio de un artista es el mismo que el de un atleta.
Del mismo modo que atarse los cordones y salir por la puerta es la parte más difícil de cualquier carrera, un artista empieza cada día enfrentándose al reto de crear música donde solo había silencio, arte donde solo había un lienzo en blanco y un poema donde solo había una página vacía. La única solución es comprometerse a hacer realidad los sueños. El progreso rara vez es fruto del talento o la genialidad: los avances creativos nacen de la disciplina constante durante meses y años. No hay sustituto para el trabajo duro.
La rutina crea un impulso que Izadora lleva a todas las facetas de su vida: "Correr me ha hecho darme cuenta de que puedo esforzarme un poco más cuando las cosas se ponen difíciles. Lo llevo dentro: soy una persona fuerte".
“Todos somos uno, al unísono con la ciudad..."
Es la fuerza colectiva de Black Roses lo que hace que Iza siga yendo a correr: "Tenemos una fuerte conexión y nos hacemos responsables los unos de los otros. Nos controlamos mutuamente. Es orgánico, algo natural".
"Es importante tener gente a tu alrededor que te entienda", dice Rejjie.
Cuando corres con otras personas, desnudas tu alma: "Siento que me vuelvo más receptiva", dice Rejjie. El movimiento hacia delante elimina el contacto visual. Corres tal como eres, sin pretensiones. Y Black Roses da ese "apoyo para ser vulnerable", dice Iza.
"Correr me ha hecho darme cuenta de que puedo esforzarme un poco más cuando las cosas se ponen difíciles".
El terapeuta estadounidense Phil Stutz [en su documental Stutz, dirigido por Jonah Hill en 2022] revela el trasfondo psicológico de compartir las vulnerabilidades: "La vulnerabilidad te conecta con el resto del mundo. Estás mandando la señal: te necesito, porque no puedo hacerlo solo". Lejos de la consulta del psicólogo, muchos runners se encuentran a menudo haciendo esto al correr codo con codo. Hay una conexión emocional, explica Iza: "Corriendo te sientes libre".
Moverte como parte de una comunidad que te apoya es el espacio más seguro para que sus miembros puedan mostrarse realmente como son. "Rápidamente se convirtió en una especie de familia", dice Rejjie. Ese apoyo incondicional y la celebración de la autenticidad, son fundamentales para el espíritu de Black Roses: "Eso es lo que me hace volver", dice Iza.
Cada carrera es un ejercicio liberador que segrega lo que Iza llama "las sustancias químicas del bienestar que se disparan en el cerebro". Una vez más, llegamos a una intersección colectiva entre el arte y el atletismo: perseguir ese estado de flow, un lugar donde prospera la creatividad.
Al igual que las historias que hay detrás del club, la propia ciudad de Nueva York está llena de texturas: un rompecabezas donde cada pieza es diferente, pero siempre encaja. "Te hace sentir lleno de vida y es apasionante", dice Rejjie.
Mientras recorren la ciudad con Black Roses, Rejjie e Iza se sintonizan con las sutilezas de lo nuevo y captan frecuencias cambiantes a cada paso. Comparten mucho más que una ruta: "Ahora tengo un equipo", dice Rejjie. La creatividad se nutre del impulso y, en Nueva York, solo empiezas a conectar esos puntos cuando estás en movimiento.