

Uniendo fuerzas para enfrentarse, y vencer, a los mejores: Kelsey Quinn, entrenadora auxiliar del On Athletics Club, revela los secretos del éxito colectivo del equipo.
Texto de Laura Markwardt. Fotografía de Colin Wong.
Ni el mejor entrenador del mundo puede controlar el azar, pero en el deporte la suerte se crea y Kelsey Quinn, entrenadora auxiliar del On Athletics Club (OAC), domina el arte de hacer que sucedan cosas buenas.
Kelsey se encuentra esta mañana en la pista de Saint Moritz (Suiza), terminando una sesión de entrenamiento previa al Campeonato Mundial de Atletismo. Su mirada se pierde en un cielo inmenso y despejado: "Es la primera vez que vengo. ¿Te lo puedes creer?".
La vida está llena de primeras veces, y Kelsey es experta en ello. En la primavera de 2023 se incorporó al equipo como entrenadora auxiliar y asumió la responsabilidad de formar a la próxima generación de atletas de élite junto al entrenador jefe Dathan Ritzenhein.
Su paso por el OAC representa el logro de una ambición que viene de largo y revela una voluntad de hierro que podría parecer contraria a su carácter desenfadado: "Cuando se formó el OAC en 2020 y ficharon a los primeros atletas en Boulder (Colorado), le dije a mi marido: 'Ese trabajo está hecho para mí. Ese es mi equipo'. Fue una enorme satisfacción cuando las piezas terminaron encajando".
Kelsey empezó a fijarse metas muy pronto. Natural de Portland (Oregón) y dotada para correr rápido, destacó como velocista y en los 400 metros vallas en la Universidad de Iowa. Kelsey se especializó en kinesiología (el estudio del movimiento humano) y fue entrenadora durante más de diez años a nivel de la NCAA.
Hoy, a sus 33 años, Kelsey conoce a fondo lo que se necesita para pasar de ser buen atleta a rendir a nivel de élite: "Miras los tiempos de los programas de la NCAA, donde los atletas corren con los 24 mejores del país, y los de los atletas 'All-American', que compiten con los ocho mejores del país. Luego comparas esos tiempos con el escenario global de una Diamond League, un Mundial o una final olímpica, y hay una brecha enorme".
Al igual que muchos de los mejores entrenadores, gran parte de los atletas de élite se inician en el mundo universitario estadounidense. Firmar contratos con equipos y correr profesionalmente significa dar un paso adelante para intentar vencer a los mejores. Dar a los atletas la confianza necesaria para alcanzar esos tiempos y presentarse a nivel internacional es una parte importante de su papel de entrenadora:
"Cuando se toma perspectiva y observamos los tiempos de los que hablamos, estos dejan de ser simplemente tiempos 'rápidos para la universidad' para convertirse en récords de Estados Unidos y de Oceanía, y tiempos de 1500 metros extremadamente rápidos, por debajo de los 3:30 minutos", explica Kelsey. Esas cifras marcan la diferencia: "Este es el siguiente nivel, sin duda. Y ahí se sitúa el estándar para todo el equipo".
La visión de Kelsey sobre cómo el OAC puede alcanzar —y mantener— ese nivel es lo que distingue su estilo de entrenamiento. Lejos de los métodos duros e inflexibles característicos del mundo del deporte en general, Kelsey lleva una mirada compasiva a la pista de entrenamiento:
"Juntos llegamos más lejos. Puede ser fácil descartar esa dinámica en un deporte aparentemente individualista como el atletismo, pero cuando ves a los miembros del OAC compitiendo juntos en grandes pruebas, te das cuenta de lo mucho que se motivan y apoyan unos a otros".
Una gran parte del éxito del OAC es esa sinergia de apoyo mutuo: "No se trata solo de entrenar por tu cuenta. El lema y espíritu del equipo es: "vamos a mejorar todos juntos".
Dentro de ese universo deportivo, cada estrella del atletismo del OAC brilla con luz propia: "El equipo es increíble", dice Kelsey, "desde Alicia (Monson) hasta Yared (Nuguse) y George (Beamish), que están batiendo récords (nacionales). Tenemos muchas oportunidades prometedoras por delante: vamos a por las medallas".
Aparte de los podios, Kelsey también defiende que la excelencia atlética es una carrera de fondo. Nos habla de Ollie (Hoare), que terminó su temporada 2023 antes de tiempo debido a una lesión, convencida de que hay ocasiones en las que los corredores tienen que bajar el ritmo. Cuando se dan cuenta de que es mejor parar y cuentan con el respaldo de un equipo, suelen volver con más fuerza:
"Tanto yo como, por supuesto, Dathan, construimos un sistema de apoyo y creencias junto a cada atleta que dice: 'voy a apoyarte y a conseguirte lo que necesitas. Estoy aquí para escucharte. ¿Cómo podemos ayudarte?' Amortiguar los bajones con ese apoyo es lo que al final te ayuda a remontar y mejorar tu trayectoria".
Un buen ejemplo de ello es Morgan (McDonald) quien formó parte del equipo nacional australiano en los Campeonatos del Mundo de este año. Kelsey sonríe: "Morgan ha regresado con mucha fuerza tras su lesión, es increíble".
Saber cuándo apretar, cuándo mantenerse a flote y cuándo aflojar el acelerador es una parte importante del arte de entrenar, y constituye la base de la estrategia de Kelsey. De hecho, las investigaciones demuestran que se puede ganar ventaja descansando, y el método de entrenamiento de Kelsey se centra en ello, priorizando la recuperación para conseguir esa ventaja en cada oportunidad que se presente:
"La recuperación es algo muy importante. Suena básico, pero es difícil de llevar a cabo para un atleta profesional que viaja regularmente por distintas zonas horarias. Los atletas a los que mejor les va son los que se toman en serio la recuperación". Y es un equilibrio delicado: "En apariencia, puede parecer que se trate solo de conseguir que la gente corra rápido bajo presión, pero la realidad tiene muchas más facetas. Esa es precisamente la sutileza del arte de entrenar, y la parte más difícil de articular".
Kelsey y su marido, Riley,tienen dos hijos, Willow y Aspen, ambos con menos de tres años. Ahora están con ella en Saint Moritz: "Mi familia viaja conmigo y nunca trato de ocultarlo: somos una unidad, ¿no? Todo forma parte del conjunto. Dathan lo entiende porque él también comparte estos valores".
¿No te parece irónico que, al tener que hacer malabarismos con tu familia y tus obligaciones como entrenadora, nunca puedas centrarte en tu propia recuperación? Kelsey se ríe: "Sí. Ahora mismo mi casa es un caos, pero no pasa nada".
La familia se trasladó a principios de año de Portland (Oregón) a Boulder (Colorado), donde tiene su sede el OAC. Sin duda, hay mucho que coordinar: "Esta es la vida que hemos elegido y la estamos viviendo. Nos concedemos el lujo de vivir y disfrutar cada instante. Mi papel en el OAC es absolutamente apasionante. Se trata de dar lo mejor de mí misma en todo momento".
Dicho esto, lo que le funciona a Kelsey ahora mismo es elegir activamente entrenar en lugar de dormir, y es sincera sobre lo que tiene que ceder:"Incluso si estoy cansada físicamente, lo que es inevitable al tener niños pequeños, hace tiempo que lo superé. Podría dormir 45 minutos más, pero siempre elijo correr. Siempre me siento mejor, mentalmente, por hacerlo".
Puede que dormir y poder elegir libremente no estén al alcance de todas las madres, pero Kelsey encuentra el modo de hacerlo y lo vive ejemplarmente: "Tanto en el atletismo como en otros ámbitos, se considera que compaginar una profesión orientada a la conquista de objetivos con la maternidad es una desventaja. Y eso no beneficia a nadie. Yo misma estoy convencida de ello, y agradezco tener mi propia red de apoyo para vivir mis convicciones".
El enfoque familiar de Kelsey también influye en su forma de cuidar a cada atleta del OAC como un "paquete completo": "Si piensas en el entrenamiento solo desde el punto de vista físico, te pierdes una parte importante del atleta y de quién es realmente. Convertirme en madre me hizo ampliar mi perspectiva y reconocer mejor las cosas que pueden influir en el rendimiento de un atleta. Es algo que me ha ayudado muchísimo a crecer como entrenadora".
Por supuesto, el equipo sigue trabajando con datos: llevan pulsómetros y realizan pruebas en cinta rodante, pero Kelsey explica:"La comunicación continua con los atletas y la posibilidad de trabajar con ellos personalmente implica utilizar mi experiencia como entrenadora y mi instinto por encima de una lectura aislada de las cifras".
Kelsey subraya que cada atleta es único: "Se pueden examinar los estudios y el entrenamiento de élites de todo el mundo durante años, pero no se puede aplicar el mismo modelo de entrenamiento directamente a cualquier atleta y obtener los mejores resultados. Hay que tener en cuenta los matices de cada caso".
Aunque la esencia de un buen entrenador es difícil de resumir en una frase, el entusiasmo de Kelsey motiva a profesionales y aficionados por igual. Entrenó a su marido, Riley, "que ha acabado siendo bastante bueno, lo cual es curioso", y corrió junto a su padre, quien —inspirado por Kelsey— participó en su primer maratón a los 60 años en 2020.
Cuando no está entrenando a su equipo por puro amor al deporte, Kelsey aboga por una representación más diversa en el mundo del entrenamiento: "Todavía no hay una representación femenina equitativa para la cantidad de mujeres atletas que tenemos. Esto ocurre tanto a nivel de entrenamiento de élite como universitario. Al crear un equipo de éxito con dos entrenadores, mi papel para el OAC dicta lo siguiente: contamos con estas atletas femeninas a las que queremos apoyar y el hecho de tener una entrenadora supone enormes beneficios, tanto para hombres como para mujeres".
Si, como Kelsey, buscas ampliar tu perspectiva, entrenar a un equipo supone mucho más que acompañar a los atletas en la pista. Se trata de orientar como mentores y crear entornos en los que los y las atletas puedan prosperar: "Contar con más mujeres entrenadoras tendría un enorme impacto positivo en todo el mundo, y esto no se limita al mundo del entrenamiento profesional".