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Empoderarse en el primer gym queer de Ámsterdam

"Para mí, este gimnasio es lo más importante de vivir en Ámsterdam".

Texto de Moya Lothian-McLean. Fotografía de Mitch Zachary.

Victoria Bonin tiene 27 años y lleva cinco viviendo en Ámsterdam. Desde hace solo 12 meses, por fin empieza a sentir que su vida encaja. Se lo debe a We Are Queer, nos cuenta, el primer gimnasio de la ciudad concebido específicamente para las personas LGBTQIA+. 

“Hacer amigos como inmigrante que no habla neerlandés, especialmente si eres queer, es difícil”, dice Victoria. Y aún fue más difícil en 2020, cuando estalló la pandemia de COVID-19. Aislada y trabajando desde casa como desarrolladora de software, Victoria tomó la decisión que la había llevado a abandonar su Brasil natal para instalarse en los Países Bajos: salir públicamente del armario como mujer trans. 

"Brasil es un país realmente tránsfobo”, explica. "Es donde más asesinan a personas trans".

Victoria se crió en una familia muy conservadora, cuyos antepasados emigraron a Brasil desde Italia a principios del siglo XX. Esto también contribuyó a que soñara con construir su vida adulta en otro lugar, "donde las cosas fueran más fáciles". En 2018, vio un anuncio de un trabajo en Ámsterdam y pensó "qué demonios".

"Y me mudé", dice en voz baja. "Encontré un trabajo y lo hice. No conocía a nadie, no tenía una casa donde quedarme, solo un empleo".

"La idea de salir del armario empezó a germinar en mi cerebro. Empecé a pensar que a lo mejor no era tan malo, que a lo mejor nadie me iba a asesinar", dice. "En 2020 me dije: 'No voy a esconderme más. Voy a vivir mi vida como quiero, como la persona que realmente soy’". 

"Salí del armario. Y fue duro, muy duro. Estuve sola básicamente durante el primer año y medio de mi transición".

Para hacer frente a sus problemas de salud mental, Victoria empezó a hacer terapia, pero seguía sintiéndose sola. Se repetía a sí misma que el ejercicio era una forma rápida de activar sus endorfinas (en Brasil había tenido una vida activa desde la adolescencia, practicando capoeira y monopatín), pero ¿qué actividad podía hacer en Ámsterdam? El running no era una opción ("odio correr", confiesa) y para una persona trans recién salida del armario ir al gimnasio resultaba aterrador. 

Entonces, en el verano de 2022, Victoria vio un post en Instagram en el que se anunciaba el gimnasio We Are Queer, que entonces celebraba su semana de apertura. El sol le había levantado el ánimo. "¿Por qué no?", se preguntó. Y allí fue. En un principio, solo para participar en un taller sobre seguridad para personas queer. Pero pronto se dio cuenta de que este espacio podía ser exactamente lo que buscaba.

"Estaba literalmente en un gimnasio queer que ofrecía clases para hacer ejercicio", se ríe. "Así que a la semana siguiente asistí a la primera".

Esa clase no tardó en convertirse en tres a la semana, y pronto Victoria descubrió una nueva comunidad, entablando amistades queer que la introdujeron en la escena underground que solo el colectivo conoce. Por "primera vez" siente que está construyendo una vida en la ciudad, y es un cambio que Victoria atribuye a We Are Queer. 

"Para mí, este gimnasio es lo más importante de vivir en Ámsterdam", afirma. "Por razones de salud mental, por razones físicas, por razones de euforia de género \[la sensación de que tu identidad de género coincide con el género con que te presentas], por razones comunitarias... Es el eje central".

"Incluso me mudé hace un mes para estar más cerca del gimnasio. Esta comunidad es mi prioridad número uno".

Victoria asiste con frecuencia a una clase de We Are Queer que se centra en ejercitar la parte inferior del cuerpo. 

"Se llama Nothing But Butts”, sonríe. "Me da mucha euforia de género: mi cuerpo es como yo quiero que sea, o se está convirtiendo en eso. Sin embargo, no quiero que mi parte superior aumente de tamaño. Ejercitar esta zona me provoca disforia de género \[un sentimiento agudo de angustia que se experimenta cuando la identidad de género de una persona difiere del género que se le asignó al nacer]".

Cuando en sus clases aparecen ejercicios para la parte superior del cuerpo, Victoria los adapta. 

"Es un espacio que hace que te sientas segura, lo suficiente como para poder expresar tus preocupaciones y hacerlo lo mejor que puedas. Todo el mundo te va a respetar", dice. "De eso se trata; nadie te va a gritar que te esfuerces más. En algunos sitios se puede llegar al extremo de presionar a alguien para que vaya más lejos, pero aquí no es así. Es un lugar donde te tienes que sentir bien, a salvo, como en casa". 

Una experiencia radicalmente opuesta a cuando Victoria vivía en Brasil y frecuentaba el gimnasio para intentar sentirse a gusto en un cuerpo que le era ajeno. 

"Empecé a ir al gimnasio pero todavía presentándome como un hombre, intentando encajar", recuerda. "Era una carga terrible. Ahora, sin embargo, voy al gimnasio con ganas".

La seguridad en sí misma que a Victoria le aporta We Are Queer está revitalizando su forma de moverse por el mundo. 

"Después de un entrenamiento, siento como si tuviera una batería de dopamina en la cabeza. Estoy muy segura de mí misma y feliz. Y por eso hago más cosas: voy de compras, tengo citas, soy más extrovertida". 

"Mi mayor miedo al unirme a un espacio queer en Ámsterdam era no serlo suficiente para integrarme. En Brasil, me movía en espacios conservadores debido a la familia y al trabajo. No sabía qué esperar, tenía muchas dudas. Pero ahora voy a eventos queer, asisto a actividades del colectivo sin agobiarme: sé cómo se comporta la gente, lo acogedora que es". 

En el futuro inmediato, Victoria quiere centrarse en comprenderse mejor a sí misma y en continuar su transición médica. Algún día, más pronto que tarde, espera volver a Brasil.

"Puede que vuelva cuando me sienta más fuerte, cuando pueda afrontar las cosas", dice. "Sé que quiero hacerlo, pero tengo mucho miedo: es un país demasiado peligroso y tránsfobo. En algún momento tendré que decidir si quiero quedarme definitivamente en los Países Bajos. Hay cosas que echo de menos de mi cultura: la música, las fiestas, la comida. Son altibajos. Pero no me arrepiento de nada, y me encanta donde estoy".

Rinde homenaje al gimnasio por haberla hecho más feliz, pero también a sí misma, por haber tenido el valor de apuntarse.

"Exponerse a cosas que te dan miedo requiere mucho esfuerzo, pero merece la pena", dice. "Cuando la gente se siente sola o no está conectada con la comunidad, hay que atreverse a salir de una misma. Las personas queer son increíbles. Te reciben con los brazos abiertos". 

We Are Queer, el primer gimnasio queer de Ámsterdam, se creó para ofrecer a la comunidad LGBTQIA+ un espacio seguro para hacer ejercicio. Right To Run colabora con We Are Queer desde 2022\. En un principio, proporcionó ayuda financiera para la puesta en marcha del gimnasio, pero sigue aportando su apoyo sobre el terreno con nuevas iniciativas, como su club de atletismo.

We Are Queer está organizando dos eventos para explorar la magia que surge en la intersección entre el deporte y el ser queer. Si vives en Ámsterdam y te apetece pasarte, son los días 16 y 24 de septiembre. Descubre más.

Más información sobre We Are Queer y Right To Run